Noticias

10 de octubre de 2018

Carta abierta de un cirujano al presidente Macri

El ajuste es muerte

El compañero Manuel de Battista, cirujano del hospital Rossi formado en la UNLP, le escribió una carta abierta al presidente donde le pide frenar el recorte presupuestario en los hospitales públicos. Reproducimos la nota de www.0221.com.ar, del 2 de octubre.

Manuel de Battista es médico cirujano del hospital Rossi. Oriundo de Entre Ríos, estudió Ciencias Médicas en la UNLP, hizo su residencia y trabajó como becario en el establecimiento hasta que lo contrataron como médico de guardia. Además, es delegado del gremio CICOP y en reiteradas ocasiones denunció las fallas en el sistema de salud.
El nosocomio de 37 entre 116 y 117 funciona, según advierten sus trabajadores desde hace meses, a media máquina por numerosos problemas de infraestructura, que van desde la pérdida de gas en algunas salas hasta un principio de incendio en el área de Radiología.
De hecho, hace una semana los médicos y profesionales de la salud atendieron en la calle a los pacientes como forma de protesta. Se hicieron controles de signos vitales y de glucemia y hasta hubo mate cocido y tortas fritas para los vecinos que se acercaron.
En ese marco, y con el anuncio de un paro activo de 48 horas este miércoles y jueves -que cerrará ese último día con una marcha a Plaza de Mayo-, el médico decidió acudir a la “vía directa” y escribió una carta abierta que compartió en su perfil de Facebook.

Carta de un médico al presidente
Señor presidente Mauricio Macri, mi nombre es Manuel De Battista. Soy médico cirujano en el hospital Rossi de la ciudad de La Plata y quería hacerle llegar una reflexión ya que como he oído de su propia boca, usted está “a favor de la vida”. No voy a referirme a la legalización del aborto y sus miradas, sino de algo un poco más amplio: la gravísima situación que atraviesa la salud pública en la Argentina.
Me formé en la educación pública, más precisamente en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y trabajo en el hospital público provincial desde el 2010 hasta hoy en día. Luego de siete años de carrera universitaria, hice cinco años de residencia, dos años de becario y actualmente soy médico de guardia los domingos, con un cargo de 36 horas semanales. Le confieso que no es fácil que los profesionales con tantos años de formación y dedicación quieran ingresar a trabajar a los hospitales públicos donde cobramos un sueldo de $24.000 (cargo testigo) por 36 horas semanales cuando la canasta de la pobreza está por encima de los 21 mil pesos y la canasta básica de alimentos y servicios ronda los $52 mil, según datos de la CESyAC (Centro de Educación, Servicio y Asesoramiento al consumidor). Trabajamos en hospitales con edificios emparchados, que se llueven, con pérdidas de gas y con ascensores que se caen, poniendo en riesgo la vida de nuestros pacientes y las nuestras.
Comprenderá usted que aquellos que estamos comprometidos con sostener la atención en el sistema público de salud tenemos motivaciones que exceden las económicas. La satisfacción que genera poder ayudar a aquellos que más lo necesitan cuando su salud o las de sus hijos está en juego no tiene precio. Pero a esto es a lo que quería referirme. Seguramente conocerá a alguien que para poder costear una enfermedad o el tratamiento de algún familiar ha vendido lo que tenía a mano, por ejemplo, el auto o tuvo que endeudarse. La desesperación de nuestros pacientes cuando no pueden acceder a un tratamiento puede tomar dimensiones inimaginables para el que nunca pasó por esa situación. Es decir, en ese momento se trata de un tema de vida o muerte.
Como usted se ha pronunciado “a favor de la vida” quería invitarlo a reflexionar sobre la situación actual en el sistema de salud, que está atravesando un ajuste, ordenado por su persona. Si alguien es capaz de endeudarse o vender el auto o la casa para pagar un tratamiento, ¿No le parece que las decisiones de gobierno deberían estar a la misma altura? Volver a un ordenamiento del sistema de salud argentino que prescinde de un Ministerio (de Salud), es decir, retrotraernos a más de 50 años atrás en el tiempo ¿Le parece a usted que eso es “estar a favor de la vida”? ¿Qué me diría si viniera a mi consultorio por una dolencia o algún problema quirúrgico y yo le dijera que lo vamos a operar como hace 50 años? Sería inadmisible, sería mala praxis. No sé cuál es el criterio de mala praxis en política sanitaria pero lo que hace su gobierno se parece bastante.
Señor Presidente, no le hablo desde el otro lado de la grieta, le hablo desde este lado, el lado de la vida. De la vida de los millones de argentinos, hombres, mujeres y niños que no tienen obra social ni prepagas, de los trabajadores que se han quedado desocupados, de los miles de precarizados que no pueden acceder a otra salud que no sea en el sistema público. El ajuste en salud no es vida, es muerte.

Hoy N° 1738 10/10/2018