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02 de octubre de 2010

“Busco integrar la máxima calidad en la propuesta plástica con una mirada revolucionaria”, afirma esta gran artista plástica.

El arte como militancia

Hoy 1259 / Reportaje a Diana Dowek

Diana Dowek comienza contándonos sobre el premio que acaba de ganar: “El Manuel Belgrano es un premio anual que otorga la ciudad. Abarca cinco disciplinas: pintura, grabado, dibujo, monocopia y esculturas. Muchas veces lo han tratado de eliminar porque el Gran Premio es una suma de dinero (a cambio de la que el gobierno se queda con la obra, suma que ha quedado muy desactualizada) y una pensión de por vida.
Este premio tiene unos 70 años y en ese transcurso soy la segunda mujer que lo obtiene en pintura (la primera fue Marcia Schwartz, hace unos años). Es un premio muy importante porque aunque es de la ciudad de Buenos Aires, envían obras artistas de todo el país.
Mi obra premiada toma la situación de “tsunami” financiero internacional. La hice inmediatamente que sucedió, en septiembre del 2008 cuando se produce esa inédita y brutal caída de la Bolsa, muy profunda y generalizada, peor que la de 1929.
Entre las muchas imágenes que venían elegí ese broker “quebrado”, porque creo que es una imagen casi emblemática de lo que estaba sucediendo. Siempre trato de buscar aquellos símbolos que expresen una realidad concreta, que nos toca en lo cotidiano. Esa imagen me conmovió no por lástima sino por lo que reflejaba de conmoción en el mundo. Es una imagen de algo que se viene abajo, es el derrumbe de un sistema internacional, la crisis global del mundo capitalista. Por eso es imposible pensar que no nos va afectar o que estamos desacoplados de ella.”

—¿Hubo otras obras que presentaron este tipo de problemática?
—Ultimamente volvió a desaparecer la pintura más social y política, que tuvo un período de auge. Ahora, hay como una liviandad en el leguaje. Si se toma algo de lo cotidiano es en forma menos estresante, menos expresiva, más “light” porque el mandato actual es que “no tiene que decir nada”: no tiene que expresar ni profundos sentimientos ni profundas ideas.
En el arte, quizá por el tratamiento de los críticos, sí se tolera más en otros medios más tecnológicos (como fotos o videos) pero no en los más tradicionales como la pintura, el dibujo o el grabado. No está bien visto. Los jurados no eligen ese tipo de obra.
En este jurado que me otorgó el premio primó una mayoría con el ánimo de elegir esta imagen de lo real que reflejaba algo impactante de lo cotidiano. También hay que tener en cuenta que en esta obra hay una vuelta de tuerca plástica que la vuelve más contemporánea.

—¿Cómo es la técnica que utilizaste?
—Partiendo de fotos, las trabajo, hago collage, junto elementos que me interesan. Luego, hago una transferencia sobre la tela, y, entonces, pinto sobre la tela que tiene la transferencia. Hay una técnica muy propia incorporada. También el tratamiento del color es muy personal.
He trabajado con fotografías desde hace más de cuarenta años, pero creo que la foto por sí sola no es sinónimo de realidad aunque sí un documento de ella y de nuestro tiempo. Desde 2001 he ido mezclando más conceptualmente los lenguajes pictóricos como fotográficos, en la ilusión que esta técnica mixta vencería lo efímero de la mirada del espectador acercándose más a la hiperrealidad tan injusta de la que pretendo ser crítica y tratar de subvertirla.

—¿En qué estás trabajando ahora?
—Con el Astillero Río Santiago. Es la única empresa estatal que quedó con miles de obreros que la vienen peleando para poder mantenerla.
Estuve en el Astillero, tomé muchas fotos y tengo toda una muestra de lo que vi: el trabajo, las estructuras de hierro, los barcos que están pendientes. El gobierno de nuestro país no quiere poner un peso en esta empresa que es del Estado.
Esta elección temática no es arbitraria. El arte no es algo superfluo; no es para decorar paredes o llenar espacios.
La historia del hombre puede verse a través de las imágenes del arte. Puede que el arte no tenga una incidencia total sobre la realidad, pero va creando una cultura, una forma de ver y concebir que penetra en la subjetividad. El arte no va a hacer una revolución, pero sí va a acompañarla; necesita estar presente.
Tabuki dijo en un momento que el arte no puede frenar las bombas. Y mandé una carta a Ñ (revista de cultura de Clarín) que como que-rían censurarla finalmente no acepté que la publicaran. En un párrafo decía: “Creo firmemente en el arte como militancia para desentrañar con imágenes que calen hondo en nuestra realidad. No tiraremos bombas, no apretaremos el gatillo por ahora, pero una cámara fotográfica bien puesta en el momento preciso y una imagen plástica que devele el conflicto bien puede ayudar a la efectividad de la bala.”
El arte, si trata de dar cuenta de aspectos de la realidad y la imagen está consustanciada con ideas, es un arte que sirve, que hace bien.
Los artistas contaron la historia de las religiones, del poder; dieron cuenta a través de imágenes cómo se desarrollaban las formas de vida y de relación. Por eso siguen vigentes como emblemas las imágenes de toda la antigüedad que nos cuentan esa historia. Y han calado hondo.
Es necesario que produzcamos imágenes para contribuir a ese relato desde una perspectiva comprometida.
En la Argentina hay muy pocos artistas que planteen esto. Y es necesario encontrar una plástica para integrarla con esa mirada comprometida. Busco permanentemente integrar la máxima calidad en la propuesta plástica con una mirada revolucionaria, ideológicamente comprometida.