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17 de noviembre de 2010

Miles de bolivianos y argentinos conmemoraron esta gesta en Tupiza y Suipacha. Cómo fue la Batalla de Suipacha. Importante delegación del PCR en los actos del bicentenario.

El bicentenario de la gloriosa batalla de Suipacha

Hoy 1344 / un hito en la guerra de independencia

No es época de lluvias al sur de Bolivia, al igual que en el noroeste argentino, por ello podemos imaginar que este 7 de noviembre de 2010 la localidad de Suipacha amaneció tal como hace doscientos años, soleado y sus campos del hermoso valle recién regados y sembrados gracias a las aguas del río memorioso. Hasta allí llegamos, como nunca en su historia, varios miles de bolivianos y argentinos para conmemorar el Bicentenario de la gloriosa Batalla de Suipacha.

No es época de lluvias al sur de Bolivia, al igual que en el noroeste argentino, por ello podemos imaginar que este 7 de noviembre de 2010 la localidad de Suipacha amaneció tal como hace doscientos años, soleado y sus campos del hermoso valle recién regados y sembrados gracias a las aguas del río memorioso. Hasta allí llegamos, como nunca en su historia, varios miles de bolivianos y argentinos para conmemorar el Bicentenario de la gloriosa Batalla de Suipacha.
Para esta ocasión, desde el Comité II Centenario de la Batalla de Suipacha se escribió desde lo más profundo del sentimiento patriótico y hermandad latinoamericana:
“Pasarán los años y nos sucederán generaciones de hombres pero aquí en este pueblo llamado Suipacha, en medio de sus playas y campos, en los senderos y quebradas de esta escarpada sierra, en el corazón de los churquis, los cardones y los sauces, vivirán y vibrarán por siempre como si siguieran en combate: Balcarce, Arraya, Güemes, Méndez, Díaz Vélez, Dorrego, Pedriel, González, Forest, Pueyrredón, Camargo, Padilla, Azurduy, Gaona o Flores y otros como Belgrano, Monteagudo y Castelli que pisaron su suelo.
“Estará siempre presente el pueblo en armas de chicheños, tarijeños, chapacos, cinteños, salteños, jujeños, gauchos y originarios anónimos que entremezclando su sangre hicieron posible la epopeya heroica del 7 de noviembre de 1810.
“No le pidieron nada a la Patria que nacía, lucharon con hidalguía y generosidad por la Gesta de la Independencia de Sudamérica, por la Patria Grande con que soñaron Bolívar y San Martín.
“Ondearán sus melenas al viento y se oirá el relincho de su caballos como si estuvieran presentes en este Bicentenario, y seremos hoy y los que vivan en el futuro como dignos descendientes de suipacheños, chicheños, bolivianos y argentinos, los que continuarán la lucha para coronar el anhelo de la definitiva independencia y la nacionalidad americana por las que ellos dieron sus vidas.”

Encuentros previos a Suipacha
La vanguardia del ejército patriota llegó a Jujuy a fines de septiembre de 1810 al mando del mayor general Antonio González Balcarce y la ciudad “se convierte, de la noche a la mañana, en un inmenso cuartel” (coronel Emilio Bidondo: Revista Círculo Militar y Biblioteca de Suboficial. Buenos Aires. 1968). El teniente de gobernador de Jujuy Diego Pueyrredón decide una partida de observación hacia la Quebrada de Humahuaca al mando del teniente Martín Güemes. El objetivo era conocer los movimientos de fuerzas realistas en la entrada al Alto Perú. Se suman el alcalde pedáneo de Humahuaca Juan Francisco Pastor y el cura José Alejo Alberro. El 18 de septiembre las tropas de exploración, llamados “bomberos”, que se habían organizado en la Quebrada y Puna atacan y ponen en fuga a tropas españolas que se habían adentrado en lo que hoy es la frontera argentina. El 14 de octubre ocurre lo mismo en Yavi, como dice el coronel Bidondo “fueron ‘dos pequeñas acciones’ (…) sólo tienen importancia (…) por haber sido el bautismo de fuego de las fuerzas nacientes de la libertad” y para los jujeños “la pequeña gran gloria de haber sido los primeros en combatir contra el realista invasor del suelo patrio”. La guerra popular revolucionaria terminaría 14 años y seis meses después en la Batalla de Tumusla, el 1º de abril de 1825, en territorio del Alto Perú.
La vanguardia del ejercito patriota compuesta por 400 hombres espera refuerzos en Yavi, a 300 kilómetros de San Salvador de Jujuy adonde acuden unos 100 jujeños y 300 milicianos de Tarija, integrados principalmente por originarios, negros y criollos pobres, el resto de los 1.176 hombres que habían partido de Buenos Aires se quedaron en Jujuy “a efectos de recuperarse luego de 1.600 km de marcha”.
En el trayecto habían tenido desertores, pero se compensaban con nuevas incorporaciones. Después de recibir estos refuerzos Balcarce se adentra en el Alto Perú. Al llegar a la localidad de Cotagaita, aproximadamente a 160 kilómetros de Yavi, Balcarce le envía una nota al jefe realista, José de Córdoba, donde le dice que su tropa no venía “a hacer conquistas ni a derramar la sangre de sus connacionales y compatriotas” y que estaba dispuesto a que “el voto del pueblo por medio de sus diputados en un congreso general establezca el gobierno al que han de sujetarse estas provincias mientras la Península se halle consolidada como estaba”, y que “ante la opresión a que estaban sometidos estos pueblos, las tropas a su mando estaban dispuestas a liberarlos”, tras lo cual lo invita a sumarse a su expedición, lo que es rechazado.
El 27 de octubre se produce el combate de Cotagaita, ocasión en que al verse en inferioridad de condiciones y para evitar una derrota, Balcarce decide retroceder hasta Tupiza y luego hasta Suipacha, veinticinco kilómetros más al sur. Un hecho de mucha significación, que impide la persecución de las tropas revolucionarias, es que en la noche del 26 de octubre los realistas habían perdido su caballada debido a que los originarios encargados de su vigilancia las habían puesto fuera de su alcance.

La batalla del 7 de noviembre
En la noche del 5 de noviembre los patriotas recibieron más refuerzos, se trataba de 200 tarijeños y 140 chicheños y el día 6 dos piezas de artillería. A las 11 de la mañana las tropas realistas que contaban con 1.300 efectivos, engañadas por un operativo de inteligencia que organizó y controló Balcarce, se adentraron en la playa del río Suipacha; se habían creído que nuestras tropas estaban disminuidas y desmoralizadas. Cuando estuvieron cerca 200 revolucionarios emprendieron una retirada dando la impresión de que huían, y de pronto volvieron sobre sus pasos para presentar combate acompañados por los flancos por la caballería gaucha comandada por Arraya y Guemes.
La batalla duró menos de una hora y el triunfo patriota fue total, en el campo de batalla quedaron 40 enemigos muertos, 150 prisioneros, 2 banderas, 4 cañones y 70.000 tiros de fusil. De nuestro lado, según el parte oficial un solo soldado tarijeño muerto, aunque otras versiones dicen que fueron dos y una docena de heridos.
El 8 de noviembre a las 2 de la mañana, Juan José Castelli recibe la noticia del triunfo en la localidad de Yavi, adonde llegan dos ayudantes de Balcarce con el parte de batalla. El día 10 Castelli ya está en Tupiza y hace un informe más detallado, donde agrega que de las tropas enemigas sólo llegaron a Cotagaita “250 hombres estropeados que seguramente fueron los mejor montados, y los primeros que, como el general Córdoba, acompañado por el inicuo cura de Tupiza La Torre”, corrieron muy al principio de la derrota “llevando grabado en el semblante el espanto”.
En otra parte señala que “al conducir la artillería se pegan 300 indios, y en hombro trastornan con ellos los cerros más encumbrados como si fueran una pluma y andan remisos para tomar dinero, diciendo que es la vez primera que se les paga para servir al Rey. No han podido nuestros rivales hacerles formar ideas siniestras de nuestra conducta. Con la diferencia que han tocado el desengaño bien encontrado, pues han experimentado de ellos el saqueo, que les hacían temer de nosotros. Sin que nadie los mandase , los indios de todos los pueblos, con sus caciques y alcaldes, han salido a encontrarme y acompañarme, haciendo sus primeros cumplidos del modo más expresivo y complaciente hasta el extremo de hincarse de rodillas, juntar las manos, y elevar los ojos, como acción de bendecir al cielo. En sólo la carrera de Jujuy a esta villa (Tupiza) cuento con más de 3 mil indios de armas”.
En los días presentes estas líneas del parte de Castelli pueden ayudar para la reflexión de quienes consideran que con motivo del Bicentenario “no hay nada que festejar”, por parte de los pueblos originarios. El día 8 desde Cotagaita, Córdoba le envía una carta a Balcarce ofreciendo la rendición de todas sus tropas, Castelli pone como condición la entrega de los otros jefes realistas, los que son capturados cuando huían. El 14 de noviembre la población de Potosí decide reconocer a la Primera Junta de Buenos Aires. El 15 fueron fusilados Córdoba, Nieto, Paula Sanz y González Prada.