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03 de octubre de 2010

El cambio que no cambia

Hoy 1275 / De la crónica diaria

Encerrado en Olivos, el día después de la derrota Kirchner delegó en Scioli la conducción formal de peronismo, para no tener que afrontar las críticas de sus partidarios. Y, sintiéndose así libre “del aparato del PJ”, se dio una vuelta por Parque Lezama para hacerse el guapo frente a sus incondicionales. Lo que antes había sido un plebiscito, terminó siendo una típica elección de medio término, y lo que debería ser un triunfo aunque sea por un voto, no sería más que una línea roja de apenas algo más de 2,5 puntos porcentuales que lo separó de De Narváez.
A su vez Cristina, para “profundizar el modelo”, nombró como nuevo ministro de Economía a Amado Boudou, economista recibido en la Universidad de Mar del Plata –donde militó en la juventud del partido de Alsogaray– y doctorado en el Centro de Estudios Macroeconómicos (CEMA), una institución liberal, con “maestros” como el ex ministro menemista Roque Fernández. Boudou había llegado a la Anses bajo el gobierno de Menem, en 1998, y estado allí hasta fines de 2003, cuando fue nombrado secretario de Hacienda del Partido de la Costa. En 2005 había vuelto a la Anses de la mano de Sergio Massa.
Diego Bossio, quien lo reemplazará ahora en la conducción de la Anses, estudió economía en la UBA e hizo posgrado en la San Andrés. De buena onda con Eduardo Elsztain (IRSA, Cresud) en el Banco Hipotecario, es esposo de la síndica adjunta de la Nación, Valeria Loira (de gran afinidad con Cristina desde que fuera su secretaria en el Senado) y fue asesor del gobernador mendocino Celso Jaque, tarea de la que tuvo que renunciar tras un escándalo de denuncia por imprimir cosas del gobierno provincial con su padre que estaba en Buenos Aires.
Luego, Cristina fue a Tucumán para dar nuevamente cátedra, aconsejando: “Debemos convocar al más amplio diálogo a todos los sectores. Es necesario tener la amplitud de convocar y escuchar a todos y ver la viabilidad de las propuestas que los distintos sectores acompañen al gobierno”. Y para hacerles entender dicho acompañamiento: “Vamos a sentar en una mesa a quien (¿?) representa a las finanzas, a la industria, a los servicios, al sector de la energía, al campo, y a los trabajadores por supuesto”. Por las dudas, agregó: “La historia de tantas frustraciones y fracasos nos obliga a actuar con mucha responsabilidad, escuchar todas las propuestas y también a ser escuchados cuando se explican las decisiones”.
En definitiva cambios que se repiten en el gabinete y en las palabras pero que no cambian, acompañadas de un llamado a debatir una reforma electoral, para entretener a los que piensan en el 2011…