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03 de octubre de 2010

Los grupos de reflexión ligados a Amas de Casa del País permitieron enlazar pasos judiciales en apoyo a la víctima con una contención y respuesta social al problema.

El camino en la Justicia

14-7-08> Violencia en la familia (tercer nota de tres)

“las mujeres llevan sobre sus espaldas la mitad
del cielo y deben conquistarlo” Mao Tse Tung

Tal como señalamos en nuestra primera nota, el proceso iniciado en el año 2000, con gran cantidad de hechos violentos contra compañeras, nos urgió a encontrar vías que permitieran entender y aliviar las consecuencias de esa violencia doméstica, que había recrudecido.
En La Matanza, producto de la lucha y de la organización de Amas de Casa del País, consiguieron una casa para dar refugio temporario a mujeres en situación de riesgo: las alojan cuando tuvieron que salir huyendo de su hogar y/o para que permanezan en tanto realicen los trámites judiciales que correspondan al caso. El movimiento las acoge, les da albergue, contención psicológica, y las acompaña en las gestiones, en un momento tan difícil de su vida. También se abre posteriormente la problemática tan compleja que tendrá que encarar: cómo seguir adelante, con o sin su pareja. Es de gran importancia la posibilidad de reunirse con otras mujeres para reflexionar, elaborar su situación y vislumbrar caminos de salida.
En la medida en que se pudieron armar grupos y que el trabajo en ellos se sostuvo y se desarrolló, se puso en práctica la solidaridad, el acompañamiento a realizar trámites, a la salita, al Juzgado, etc. y la relevancia del tendido de redes con todo lo que hay de organizado en el lugar. En esos grupos se reflexiona también sobre los derechos de las personas y sobre las leyes que protegen a las víctimas de violencia.
En estas situaciones se necesita conocer algo del derecho de familia: tenencia de hijos menores, alimentos, salario familiar, régimen de visitas, patria potestad, educación. ¿A cargo de quién son estos derechos y obligaciones? ¿Estas obligaciones respecto de los hijos se mantienen o se modifican con la separación de los padres?

Leyes de protección de violencia en la familia
Conocemos las dificultades que existen para lograr el auxilio de la Justicia, así como la insuficiencia de los programas de auxilio a las víctimas, pero también sabemos que muchas veces no existe otro camino más que recurrir a la justicia y/o a la policía, por eso insistimos en la necesidad de conocer y difundir la existencia de estas leyes.
Las mujeres que han sido o son víctimas de violencia se encuentran en una situación muy difícil y desprotegida. Hacer una denuncia judicial es un paso gigantesco para la víctima. La denuncia se puede hacer en los juzgados penales, o en los civiles.
Si se hace en los penales, o en la policía, son más estrictos los requisitos a cumplir para que esta denuncia avance. La conducta denunciada tiene que estar prevista en las normas penales, y hay que probar el hecho denunciado.
Por la dificultad de probar un hecho que transcurre en general en un ámbito privado y la actitud de descreimiento que habitualmente adopta la policía cuando se hacen estas denuncias, se han dictado leyes civiles, cuyo objetivo es proteger a las víctimas.
Primero se dictó en 1994 una ley nacional, la N° 24.417. Luego muchas provincias dictaron leyes de protección de violencia en la familia. Para la aplicación de estas leyes son competentes los jueces del fuero civil, los jueces de familia, puesto que en el ámbito legislativo pensaron que, justamente por estar especializados en cuestiones de familia, tienen más posibilidades de entender esta problemática.
Al amparo de estas leyes, se pueden pedir diferentes medidas, según sea cada caso. Que el padre se haga cargo de los alimentos para los hijos cuando han decidido separase y la exclusión del hogar del violento son las más frecuentemente solicitadas, pero hay otras tales como devolución de ropas o pertenencias que fueron retenidas, régimen de visitas a menores, etc.
No obstante que el trámite es más sencillo en sede civil, en cada caso se deberá evaluar si con la acción civil es suficiente, o si además es necesario actuar en el fuero penal, a fin de que se sancione al violento con prisión.

Las limitaciones de este Estado capitalista
Tanto en el fuero penal como en el civil, siempre hay que tener presente que por más que la ley en su texto parezca clara, los juzgados suelen tener multiplicidad de temas y no siempre cuentan con personal especializado. Así, muchas veces las leyes son interpretadas según ideologías o criterios personales, sin darle importancia a cuestiones que son relevantes y terminan lesionando nuevamente a la víctima.
Por ejemplo, frente a una denuncia, hay juzgados que antes de citar al denunciado, le avisan a la mujer que hizo la denuncia que la citación va a llegar a partir de determinada fecha. Este aviso posibilita que ella esté prevenida, ya sea que busque alguien que la acompañe en su casa, o que se vaya cuando el marido recibe la notificación. Otros no avisan, y cuando la citación llega a la casa, la mujer es nuevamente agredida por su pareja, a veces con riesgo de su vida.
Por su ideología la justicia no visualiza ni la indefensión de la víctima, ni el real carácter del violento, que puede llegar a lesionar gravemente e incluso matar, tal como aparece frecuentemente en los medios. A esto se le llama doble victimización, esta segunda por parte de la justicia y de la policía. Estas instituciones del Estado maltratan a la víctima, no actúan, no investigan, no toman en cuenta el riego que corre la persona que hace la denuncia. Cuando se hacen denuncias en la policía es frecuente recibir respuestas tales como: “pero señora, es su marido”; “perdónelo alguna vez”; “¿usted lo provocó?”, “¿Qué va a hacer? Ustedes son una familia”, etc.
Muchas mujeres piensan que con hacer la denuncia se acabó el problema, que ya está solucionado, o bien, que cuando logran la exclusión del hogar del golpeador, éste no va a volver, o que si vuelve la justicia se va a ocupar y la va proteger. Pero ¿quién hace cumplir la sentencia? ahí se presentan problemas de otra naturaleza: ¿cómo mantener a los hijos?, ¿dónde vivir?
Aquí las mujeres, en los grupos, comienzan a hacer todo un proceso de evaluación de este Estado.
En la provincia de Buenos Aires se abrieron más de 20 Comisarías de la Mujer, y a nivel nacional este gobierno designó una Secretaría específica. Su labor es insuficiente y burocrática: mucho ruido y pocas nueces. Especialmente cuando van con patrulleros, coches con psicólogos, etc. ante un pedido de ayuda y generalmente la llevan a un refugio secreto. Pero cuánto tiempo puede permanecer una mujer lejos de sus hijos, o bien con ellos sin ir al colegio. ¿Qué le pasa cuando regresa a su casa?
Estas son las limitaciones que tiene la ayuda que se brinda desde el gobierno.

El camino para terminar con la violencia es social
Por eso decimos que se avanzó mucho, y también que falta mucho por hacer. Fue muy importante el dictado de estas leyes civiles que protegen a las víctimas, un logro de las luchas de las mujeres.
No obstante, para que sean realmente eficaces, hacen falta recursos que las sostengan. Son leyes programáticas, pero cuando se las reglamentó no se les asignó un presupuesto diferente, ni personal especializado, en los juzgados no hubo capacitación suficiente, ni se nombraron nuevos especialistas abogados, médicos, psicológicos. No se abrieron nuevos consultorios para atender a las mujeres víctimas de violencia, ni a los hombres violentos. No se abrieron refugios suficientes. Tampoco se capacitó suficientemente a las defensorías de pobres.
Por eso es tan importante la solidaridad de la sociedad íntegra, y es tan relevante el papel que cumplen todos aquellos que están presentes y acompañan en esta situación: los grupos, los vecinos, los barrios, los movimientos, las escuelas, la iglesia, es decir toda la comunidad. Que acompañan para sostener, para armar un grupo, para denunciar, para hacer cumplir una sentencia no permitiendo que el violento vuelva a la casa o al barrio.
Con una sentencia de exclusión del hogar dictada, muchas veces el violento igual vuelve, y si hay que esperar a que la policía actúe y haga cumplir la sentencia, puede ser tarde.
La experiencia nos ha demostrado que, una vez dados los pasos frente a la Justicia, nada ha sido mejor que la colaboración de los vecinos para que se cumpla una resolución judicial. El golpeador no suele ser violento en público, si hay otras presencias que sostienen, suele irse.
Es decir, en todos los ámbitos, es un camino para andar, reconociendo la importancia de lo logrado, y viendo todo lo que falta para que esta situación sea realmente modificada.
Nosotras cuestionamos al Estado, a las causas que generan este tipo de violencia, aprendemos a ver la política de opresión, de clase y de género, que recae sobre las mujeres. Como parte de todo el pueblo somos oprimidas y explotadas como trabajadoras, así como amas de casa; y además, como mujeres, recae sobre nosotras todo el peso de la sociedad patriarcal.
En general coincidimos que el camino de la lucha nos tiene a mujeres y hombres juntos. No es enfrentándonos mujeres y hombres como vamos a resolver que no haya más mujeres golpeadas.
Si todas y todos comprendemos que no es un problema personal de puertas adentro, sino que es un problema social, que son conductas socialmente aprendidas, en una sociedad dividida en clases, con opresores y oprimidos, así entonces iremos encontrando formas de resolución y transformación de un tema tan complejo.
La violencia contra las mujeres es social, y se da en todas las clases sociales. En nuestro trabajo nos ocupamos, hasta ahora, de las mujeres más desposeídas, desocupadas o subocupadas. La desigualdad de género tiene allí sus peculiaridades. En los últimos años, según ellas mismas relatan, mejoraron relativamente sus formas de comunicación y vínculos intrafamiliares: “antes era mucho peor”, dicen.
Reconocemos que fue a partir de muchos años de lucha que esto ha sido posible, y que sólo en ese camino, luchando, se irá ampliando la conquista de nuestras reivindicaciones, en un camino de cambio revolucionario de las causas que originan nuestra opresión y discriminación.