El llamado camino pacífico –o parlamentario– al socialismo no permitió en ningún lugar transformar el capitalismo en socialismo. Así fracasó la República de Weimar en Alemania (la que todavía seduce a Julio Godio y otros teóricos socialdemócratas), la Segunda República Española, el Frente Popular Francés, la experiencia del Partido Comunista de Indonesia en los ’60, y en América Latina, para sólo citar algunas experiencias, el intento del PC brasileño con Goulart, y la catástrofe chilena con el PC de Chile y Salvador Allende. Tratar, como hizo el peronismo en 1973, de evitar los horrores de la guerra civil siguiendo el camino parlamentario (cambiando “tiempo por sangre” como decía el general Perón) en ocasiones puede lograr evitarla pero casi siempre abrió el camino al fascismo. Hacer “lo posible” y no lo que exigen las necesidades históricas es un camino de derrota. Por eso la táctica de un partido revolucionario, para ser útil, debe siempre eslabonarse con la perspectiva estratégica de la revolución que nunca será “pacífica”.
02 de octubre de 2010