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03 de octubre de 2010

El campesinado pobre y medio

Hoy 1223 / Del Programa del Partido Comunista Revolucionario

El aliado principal del proletariado es el campesinado pobre y medio. El proletariado solo formando una sólida alianza con el campesinado puede conducir la revolución al triunfo.
El proletariado rural, como destacamento de la clase obrera, debe jugar el papel principal para forjar esa alianza, con la línea de apoyarse en los semiproletarios y campesinos pobres, unirse a los medios y neutralizar a los ricos. Debemos dar particular importancia al trabajo para movilizar y organizar a los campesinos pobres, y por ganar a los medios y al sector patriótico y democrático de los ricos para la lucha antiterrateniente y antiimperialista.
El problema de la tierra resume la esencia del problema campesino en todo el país, y debemos saber ponerlo de relieve, conscientes de que su resolución no será posible por vías reformistas sino revolucionarias.
La causa principal del fracaso de las revoluciones del siglo pasado, y ya en este siglo –en la época del imperialismo– estuvo en que no se propusieron o fueron incapaces de alzar a la lucha liberadora a las masas campesinas oprimidas por los terratenientes, masas que venían luchando contra éstos desde el inicio de la colonia. Si el proletariado no logra forjar una alianza estrecha con las masas explotadas y oprimidas del campo, tampoco triunfará.
Este es un debate clave para las fuerzas revolucionarias de Argentina y de América Latina: cómo unir el movimiento proletario de los grandes centros urbanos con ese vasto movimiento de campesinos pobres y sin tierra y de pueblos originarios que recorre toda América, que también está presente en nuestra patria: en los quinteros y medieros, en los tamberos, en los ovejeros y chiveros, en los vitivinicultores, fruticultores y campesinos del algodón, el azúcar, el tabaco, el té, la yerba mate, etc., y en los mapuches y tehuelches del sur y en los kollas, wichis, qom, mocovíes y guaraníes del norte.
La situación actual de las nacionalidades y comunidades originarias es uno de los testimonios más desgarradores del carácter sanguinario y antidemocrático de los terratenientes y de la ilegitimidad de sus títulos sobre las mejores tierras de este país. Son los más pobres entre los pobres del campo, en los poblados del interior y en los suburbios de las grandes ciudades.
Es importante resolver esta situación con la integración de la unidad con la mayoría de los pueblos originarios al movimiento revolucionario contra los terratenientes y el imperialismo, responsables del despojo de sus tierras, de su confinamiento a las zonas más pobres y de la discriminación social, racial, cultural, etc., con las que se continúa la política oligárquica de las campañas de exterminio. La revolución democrática popular tampoco logrará su cometido sin una reparación política, económica y cultural de los pueblos originarios.
Suprimir la opresión, explotación y humillación de los originarios requiere garantizarles la restitución de tierras en calidad y cantidad suficientes para su desarrollo pleno, junto al reconocimiento de su autonomía territorial, administrativa, política y cultural. A su vez, esto sólo será posible como resultado de la derrota del enemigo común y con un poder popular revolucionario.
Con la revolución triunfante que permita realmente una verdadera democracia de masas será también posible discutir y resolver democráticamente el derecho de las naciones originarias a su autodeterminación, incluido la libre separación territorial. En esas circunstancias sostendremos activamente nuestra propuesta de luchar por la unidad voluntaria de todas las nacionalidades en condiciones de igualdad que permitan el desarrollo conjunto dentro de las fronteras históricas de la República Argentina, en tanto subsistan los enemigos comunes. Lo que implica, en la actual etapa, enfrentar decididamente las propuestas separatistas que dividen el campo popular y favorecen los intentos impulsados o alentados por distintas potencias imperialistas con el objetivo de dominación y fragmentación del país. Enfrentamos también la política asimilacionista de subordinación económica, social, cultural y política de los pueblos originarios. Trabajamos para impulsar y apoyar sus luchas y procesos de fortalecimiento político, económico y cultural de su propia identidad.
Por otra parte en las últimas décadas se ha incrementado significativamente la inmigración de bolivianos, peruanos, paraguayos, chilenos, uruguayos, brasileños y de otros países de América Latina y el mundo. En su inmensa mayoría llegan a nuestro país buscando trabajo. Y acá, aprovechando que muchos de ellos son indocumentados, son convertidos en trabajadores brutalmente explotados por los monopolios, los terratenientes y la burguesía. Forman parte de las masas oprimidas por el imperialismo y los terratenientes, y debemos enfrentar decididamente el chauvinismo reaccionario de las clases dominantes encabezando la lucha contra su discriminación, peleando por la plena igualdad de derechos con sus hermanos de clase en la ciudad y el campo, respetando sus tradiciones nacionales e impulsando su incorporación a la lucha liberadora.