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07 de mayo de 2014

¿Qué hace el encargado de relaciones exteriores de Rusia, Sergei Lavrov, en América Latina en momentos en que está produciendo la peor crisis entre Moscú y Occidente desde la Guerra Fría? ¿Por qué aquí el diario Clarin no ha registrado el hecho?

El canciller ruso en América Latina

Se intensifica la disputa interimperialista

Según la versión oficial, Lavrov dedicó toda la semana pasada a Cuba, Nicaragua, Perú y Chile “para profundizar en cuestiones relativas a la cooperación bilateral” y “revisar los acuerdos aprobados” previamente entre Moscú y los gobiernos de esos países. Lavrov permaneció lunes y martes en La Habana, donde se reunió con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, y luego con el presidente Raúl Castro.

Según la versión oficial, Lavrov dedicó toda la semana pasada a Cuba, Nicaragua, Perú y Chile “para profundizar en cuestiones relativas a la cooperación bilateral” y “revisar los acuerdos aprobados” previamente entre Moscú y los gobiernos de esos países. Lavrov permaneció lunes y martes en La Habana, donde se reunió con su homólogo cubano, Bruno Rodríguez, y luego con el presidente Raúl Castro.
Después viajó a Managua para entrevistarse con el mandatario Daniel Ortega y de allí partió a Santiago de Chile, donde fue recibido por la presidenta Michelle Bachelet. El canciller concluyó su gira latinoamericana en Lima, reuniéndose con el presidente de Perú Ollanta Humala. El viaje se inició el mismo día en que Estados Unidos y la Unión Europea lanzaron otra lista de sanciones a Moscú por no cumplir con su promesa de ayudar a “poner fin a la agitación en el este de Ucrania”.
 
 
Parte de una estrategia mundial
Como se ha visto en relación a la llamada cuestión ucraniana, el imperialismo de Rusia está tratando de avanzar hacia occidente aprovechándose del llamado cansancio estratégico de los Estados Unidos. Pero su accionar no se circunscribe a “reconstituir” el viejo imperio zarista sino que también busca “reconstituir” posiciones que había logrado en las décadas de 1970 y 1980 cuando regía la socialimperialista Unión Soviética. Y no sólo en “la panza de Europa” (el Mar Mediterráneo), Africa y Medio Oriente, sino incluso en el considerado “patio trasero” por el imperialismo de los Estados Unidos, nuestra América Latina.
Tras el colapso del socialimperialismo y la disolución de la URSS en 1990, el accionar del imperialismo de Rusia se vio tremendamente debilitado también en América Latina y el Caribe, donde recuperaron posiciones los imperialismos de Estados Unidos y Europa. Pero a la vez avanzó también la lucha de los pueblos contra ellos con procesos antiyanquis en todos nuestros países, siendo los más destacados los de Venezuela y Bolivia. En este contexto, además, comenzó a operar activamente el nuevo imperialismo de China vinculándose a sectores de burguesía intermediaria de nuestros países, en disputa con los imperialismos dominantes de Estados Unidos y Europa.
A su vez, el imperialismo de Rusia comenzó a operar más activamente, a partir de la crisis 2007, con las apoyaturas que había logrado mantener y tratando de utilizar a su favor las antiguas influencias sobre sectores dominantes locales en el proceso que llevó a la constitución de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), fundada en 2010 como “alternativa” a la Organización de Estados Americanos (OEA) coordinada desde Washington.
Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el intercambio comercial entre Rusia y nuestra región alcanzó 13.300 millones de dólares en 2013, con Brasil y Argentina como sus dos principales socios comerciales. Y en meses recientes se han realizado esfuerzos entre Moscú y los países de la Celac para facilitar el intercambio de productos y personas con un acuerdo para la no imposición de visados.
El año pasado, el ministro de Defensa ruso Sergei Shoigu anunció planes de su país para construir bases militares en Nicaragua, Cuba y Venezuela. Ahora, un objetivo de la visita a la región de Lavrov habría sido reforzar las condiciones de esa cooperación militar.
El año pasado Rusia y Brasil finalizaron un acuerdo para la venta de 12 helicópteros militares rusos con un valor de 150 millones de dólares. Seis meses después el ministro de Defensa Shoigu volvió a Brasil para finalizar la venta de sistemas de misiles para reforzar la capacidad de defensa del gigante sudamericano por un valor de 1.000 millones de dólares.
En esa misma gira Shoigu también visitó Perú para promover un contrato militar para vehículos blindados para transporte de personal con un valor de 700 millones de dólares. Y, en diciembre, Lima anunció que sus fuerzas armadas planeaban adquirir 24 helicópteros militares rusos y abrir un centro de servicio para este tipo de aeronave.
Además, “Rusia busca sumar a Chile entre sus compradores de armamento en América Latina, donde vendió 2.000 millones de dólares en 2013, un 15% de sus exportaciones de material bélico, a países como Brasil, Argentina, Perú y Venezuela” (biobiochile.cl).
Nada se ha dicho sobre esto en la Argentina aunque es bueno recordar que cuando la presidente Cristina Fernández informó de su conversación con el presidente de Rusia Putin, sólo dijo que habían hablado de “mejorar las relaciones económicas y comerciales”. No hizo mención al comunicado oficial de las cancillerías de ambos países que decía “en especial en materia energética, técnico militar, relaciones comerciales, compromiso con el desarrollo estratégico y actividades conjuntas en la Antártida” (ver “Doble discurso sobre Ucrania”, en hoy número 1512, del 1/4/2014).