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19 de marzo de 2014

Entrevistamos a Roque Romero, Gerardo Luna y Carlos Álvarez, compañeros de René Salamanca en la experiencia clasista y revolucionaria de los obreros mecánicos cordobeses.

El clasismo de René Salamanca

Entrevista a dirigentes del Smata Córdoba de 1972 al 76

Llueve en la capital de Córdoba el 21 de febrero. Pese a eso, la Comisión de Homenaje a René Salamanca y compañeros de la CCC y el PCR, trabajan a toda marcha para concretar el acto para recordar  al querido líder clasista secuestrado por la dictadura la misma madrugada del día del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. 

Llueve en la capital de Córdoba el 21 de febrero. Pese a eso, la Comisión de Homenaje a René Salamanca y compañeros de la CCC y el PCR, trabajan a toda marcha para concretar el acto para recordar  al querido líder clasista secuestrado por la dictadura la misma madrugada del día del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976. 
En un rincón de la plazoleta que lleva el nombre de quien fuera secretario general del Smata Córdoba desde 1972 hasta su secuestro, y dirigente nacional del PCR, conversamos con algunos de los protagonistas de esa gran experiencia del proletariado cordobés, tras que Rodolfo, de la Comisión de Homenaje, nos dijera que “los que integramos la Comisión queremos recuperar la verdad, y que se difunda la historia, que no se conoce en el movimiento obrero cordobés y de todo el país, y que la cuenten los que han vivido y protagonizado esa época. Nosotros queremos recuperar la figura y enseñanzas de René Salamanca y de todos los integrantes de la experiencia del Smata Córdoba”. 
 
Por qué reivindicar a Salamanca 
A nuestra pregunta de por qué hay que reivindicar a Salamanca hoy, el primero en contestar es Roque Romero, secretario adjunto de aquel Smata Córdoba, que cayera preso en octubre de 1974. “Si hablamos de Salamanca tenemos que hablar del movimiento obrero. Y desde cuándo vamos a hablar del movimiento obrero si no es a partir del Cordobazo. La recuperación del Smata, es producto de eso. Nosotros no teníamos posibilidades de andar recorriendo todas las plantas. La gran mayoría de la gente que nos ha votado no nos conocía. ¿Y por qué nos votó? Porque conocía a los otros, que hacía diez, quince años que venían traicionando a la gente. Y entonces a partir de lo del Cordobazo,  esa gente hace un proceso de avanzada por el que se dirigió el Smata;  también hubo expresiones de otra línea, como Fiat, Sitrac-Sitram, Perkins ”.
Gerardo “El Negro” Luna, integrante también de aquella Comisión Directiva del Smata Córdoba, nos respondía que hay que reivindicar a Salamanca “porque está en la historia del movimiento obrero. Y a pesar de lo que diga una actriz venida a menos, fue el creador de la línea antigolpista. Salamanca demostró en la práctica las banderas recuperadas del clasismo. Hasta ese momento los clasistas éramos opositores, cuestionadores de la burocracia sindical, de la dictadura en general, pero no habíamos podido plasmar desde una conducción como el sindicato más importante de Córdoba qué era el clasismo en la práctica: la rotación con la producción, la sana administración, la democracia obrera, la discusión de los compañeros libremente en todas las secciones, el fortalecimiento de los organismos institucionales, las comisiones internas, los cuerpos de delegados, etc. Cuántos René harían falta hoy para discutir paritarias. Él fue el gran mentor del mejor convenio que tienen hoy vigente los mecánicos. Y ese convenio se discutió cuando existía el pacto social. Hoy algunos quieren un pacto social. Bueno, nosotros nos encargamos de romperlo, pero para eso necesitamos la profundización de la democracia obrera, porque aún sectores seudo progresistas, que reivindican el mejor salario y reivindicaciones obreras, se olvidan de lo fundamental, la participación obrera en los convenios. Que nada se resuelva afuera de esas asambleas, de los principales interesados que son los obreros, los compañeros. Elección en todos los gremios de las comisiones paritarias para la discusión libre, sin techo, de los convenios colectivos de trabajo. Lo hicimos contra la dictadura ¿no lo vamos a hacer ahora que estamos en democracia? Eso era René Salamanca.
 
Enseñanzas del clasismo
La charla continúa con Romero y Luna, acerca de las enseñanzas del clasismo de esos años. Romero plantea que “lo nuestro fue un ejemplo de la lucha de la clase obrera, con cosas que no se veían en ningún otro gremio. Te dije que la gente prefirió elegir una Comisión Directiva que no era conocida, distinta, y después fue protagonizando. Defendiendo esa comisión, sintiendo al sindicato como de ellos. Fue un proceso democrático, que pudimos ir plasmando más a fondo a partir de ir incorporando delegados. Elpidio Torres se movía con un cuerpo de delegados de 50, que no eran más que alcahuetes patronales. Te doy un ejemplo práctico: cuando apenas entré a la fábrica, tenía la opción de afiliarme a la obra social de una empresa privada, y me anoté ahí. Cuando pasó el tiempo, me di cuenta que era mejor la del sindicato, a la vez que iba ganando conciencia, porque uno no es que entró con conciencia obrera, clasista y revolucionaria. Como me iba definiendo en la cosa sindical, voy y me cambio, para lo que tuve que ir al sindicato. Yo trabajaba en la planta de matrices, y al otro día que voy al sindicato, en medio de los tornos, se ponía el que era secretario, Solís, y me dice ‘¿qué anduviste haciendo por el sindicato; te hace falta algo?’. Así era ese Cuerpo de Delegados con Torres”. Luna agrega “Esa era la concomitancia entre la empresa y el sindicato, como en mi caso”. Y sigue Romero: “Cuando lo eligen delegado al Negro, se arma el gran quilombo, al otro día lo trasladan y lo mandan a cortar pastito…”. “Ya me lo habían hecho dos veces antes, en vísperas de elecciones de delegados nos cambiaban. O te echaban. Pero nosotros veníamos de ser los mejores alumnos del instituto Renault. No era fácil”. Roque, compañero de promoción de Luna del Instituto Técnico Renault, recuerda entre risas: “Iban a ser capataces, y terminaron todos delegados”.
Luna analiza: “Ellos (la dirección del gremio) controlaban que no hubiese oposición, muy condicionados por el marco político que se fue desarrollando fue desarrollando paulatinamente hasta desembocar en el Cordobazo, y lo que vino después. Nosotros en la planta de matrices perdimos dos cuerpos de delegados, directamente echados por cubrir la función de delegado sin que la jerarquía, la burocracia sindical, hiciera nada”.
 
Los obreros y el Cordobazo
Al inquirirlos sobre el papel del movimiento obrero en el Cordobazo de mayo de 1969, el Negro Luna advierte que hay que analizar el proceso que llevó al Cordobazo, para entenderlo. “Nosotros nos fuimos definiendo como gente que entró en una postura antiburocrática, antipatronal y encontramos cauces en las agrupaciones que fueron acercándose a las empresas. Comenzamos a tomar conciencia política, más allá de esa conciencia de clase que nos hacía pelear por las reivindicaciones y por las injusticias patronales, y por una burocracia sindical que en un principio no teníamos definida hasta que fuimos entendiendo que jugaban en la cancha grande del poder del gobierno”. Luna describe el proceso que arranca con la dictadura de Onganía, en 1966: “No eran muchas las opciones que se ofrecían en el gremialismo cuando aparecieron otras con postulados nuevos, entre ellas la agrupación 1° de Mayo. Había otros, que su propia visión reformista les impedía dar esta pelea antiburocrática. Hubo agrupaciones muy fuertes y cuerpos de delegados que en su momento tenían mucha presencia: el PC, radicales, o peronistas honestos. La combatividad en la planta de matrices va marcando los tiempos junto a lo que sucede en el Cordobazo. Nosotros fuimos comprendiendo que no se podía pelear contra la burocracia sindical sin enfrentar a la dictadura, ni enfrentar a la dictadura sin pelear contra la burocracia sindical. Fueron surgiendo distintos sectores opositores, como la CGT de los Argentinos, y Tosco en el sindicato de Luz y Fuerza acá, y mucho protagonismo en las filas estudiantiles. Entre los legalistas se alineaba gente como Atilio López y otros tres o cuatro gremios más que presentaban un perfil un poco más combativo. Y estaban los ‘ortodoxos’, que respondían al ‘desensillar hasta que aclare’ de Vandor y compañía.
“La dictadura de Onganía no sólo castigó al movimiento obrero, nosotros lo vivimos como obreros y estudiantes de la Tecnológica. Nos fuimos nutriendo de elementos para comenzar a dar respuesta a la inquietud de los compañeros: salarios congelados, prohibición de actividad gremial, también estaba el tema de los ritmos de producción, no estaba la tecnología que hay hoy. 
“En esta planta (señala hacia la planta de Renault, que se encuentra frente a la plazoleta René Salamanca), con casi diez mil operarios en tres turnos, los ritmos de producción eran infernales. Estábamos maniatados para actuar porque nuestras organizaciones se ajustaban al derecho impuesto por la dictadura de no mover los pies ni las manos. Pero la combatividad en las plantas seguía. Alguna vez alguien escribió -y nos llegó a los oídos- eso de que había bajo los pies de la dictadura un polvorín que había que hacerlo explotar. Por aquel tiempo, las Agrupaciones 1 de Mayo teníamos mucho respeto por el Che Guevara, todo el que se merece, y nuestros volantes y nuestro diariecito sacaban en un ángulo de la portada, el puño cerrado y en el otro el Che Guevara. Éramos los diferentes. Íbamos con propuestas, mientras crecían las movilizaciones y paros en las plantas. Ahí se van a suceder los primeros ‘azos’”, recuerda Luna. Y plantea que los clasistas cordobeses siguieron con atención la gran lucha de los trabajadores de El Chocón, lucha que fue entregada. “Eso a nosotros nos marcó a fuego. Ahí nace la consigna del Chocón triunfante. 
“En ese tiempo vienen las luchas que generan el Rosariazo, en Corrientes. Lo de Rosario a nosotros nos toma en una situación muy candente. Había mucha insatisfacción en la gente. Las reuniones de activistas, de delegados, eran verdaderos foros parlamentarios de las fábricas, qué hacer, qué hacer. A los que poníamos más la cara nos empujaban a frente. Comienzan a accionar los Cuerpos de Delegados con la consigna de aumento de sueldos y no al congelamiento salarial. Desde la planta de Matrices se comienza a difundir, volanteábamos las distintas fábricas, habíamos hecho relación con un grupo grande de Santa Isabel y de otras empresas. Comienza a tomar un estado deliberativo muy grande, por la necesidad de pelear. 
“Viene aquella asamblea del 15 de mayo en el Córdoba Sport, que era un club del centro de Córdoba. Elpidio Torres, el que mencionó Roque, era un caudillo muy vivo, que se estaba jugando mucho como figura sindical y política. No quería pagar el precio sólo. Por eso es más meritorio lo de René, de Roque, y el Movimiento de Recuperación Sindical. Torres lo hace venir a Dirck Kloosterman, que era el secretario del Smata nacional, para que diera la cara, en medio de la disposición de eliminar el sábado inglés, y de las quitas zonales a los metalúrgicos. Los metalúrgicos, que hasta ese momento venían con poco protagonismo a pesar que se habían cerrado importantes empresas, salen a la lucha por las quitas zonales. 
“Cuando nos tocaron el sábado inglés, junto con el congelamiento salarial, hubo intentos de abandono de fábricas, hicimos asamblea en la planta de matrices, y sale la asamblea del Córdoba Sport. Rebosaba de gente, había muchos afuera. Hablaron varios delegados, entre ellos el nuestro que planta bandera, Torres intenta hablar y lo abuchean, y le da la palabra a Kloosterman. Apenas lo nombró empezó la rechifla y algunas pedradas. En ese preciso momento cae la primera granada de gas adentro del club. Rodearon el club y entraron a tirar gases. Rompimos los techos y salimos por ahí. Ya había empezado afuera la represión, y cuando salimos los que estábamos adentro, fue un mini Cordobazo que duró hasta la noche. Tuvimos muchos heridos y presos. Al otro día, cuando llegamos a la puerta de la fábrica, nadie había entrado, y con asambleas en todos lados. Ahí fue el inicio del Cordobazo”.
 
La unidad sindical
En este momento se suma a la charla Carlos Álvarez, otro integrante de la Lista Marrón, y delegado por aquellos años en la planta de Santa Isabel. Cuando le pedimos alguna anécdota sobre Salamanca, Álvarez afirma que “René hizo un trabajo de hormiga. Él salía del trabajo y no se iba a tomar mate, se iba a contactarse con activistas y compañeros. En una oportunidad yo le pregunté cómo hacía para no pelearse con los radicales o los peronistas, siendo él comunista, y me dice ‘yo no voy a pelear, voy a ver qué puntos de acuerdo podemos lograr, y de esa manera hacer un frente’. Esa es una de las experiencias que viví con René. Otra muy fuerte es que a pesar de que a René y sus compañeros le quitan el gremio, y el local, la gente le sigue respondiendo, se siguen haciendo asambleas. Hace poco escuché a un directivo de la Renault decir que ‘tenía que negociar con la banda de Torres, y con el sector de Salamanca, sino no había acuerdo posible’”.
Romero, por su parte, afirma que “Es difícil definir una persona que tiene varias facultades que son superiores al resto. Nosotros siempre nos hemos apoyado en René, y nos daba ese empuje, sabiendo que teníamos dónde apoyarnos. Como te decía hace un rato, nos eligieron sin conocernos. Y nosotros, que no sabíamos nada, nos postulamos para dirigir uno de los gremios más grandes de Córdoba. Muchos no se animaban, pero teníamos una persona como René, que era una garantía para seguir adelante. Era un tipo muy abierto, y cuando te respondía una incógnita vos te dabas cuenta que te respondía con la verdad”. 
Y aquí Roque introduce a otro de los grandes protagonistas de esta experiencia clasista, César Gody Álvarez (el Gordo Antonio), secretario del PCR de Córdoba asesinado por la dictadura fascista luego de ser secuestrado en 1977. Decía Romero: “Salamanca tenía el mismo estilo del Gordo Antonio. Lo llevaban muy adentro. No eran tipos que habían hecho muchos años en otras fábricas, pero tenían una capacidad… Salamanca se daba cuenta si la masa estaba inquieta, tenía necesidad de hablar permanentemente con la masa. Por eso le daba mucha bola a las asambleas, y a los cuerpos de delegados, que eran otra pata necesaria en la democracia sindical”. 
“Creo que la vida me premió de haber podido estar con alguien que considero el dirigente más lúcido que ha dado el movimiento obrero hasta ahora, -dice Luna- lejos el más inteligente, y por sobre todas las cosas con una gran honestidad de clase. Tenía cosas que los otros no veíamos. Tenía muchas respuestas a mano que a nosotros nos costaban. Eso no quiere decir que no discutiéramos. Recuerdo una conversación dura, en un momento que ya estábamos trabajando en las plantas con la 1º de Mayo, y amábamos al Che Guevara. En un momento determinado estaba Antonio, que yo mucho tiempo pensé que era un compañero de la fábrica. Ellos tenían un idioma natural que era parecido al nuestro. Fueron los grandes maestros. Aquella discusión era que la pelea era antiburocrática. Torres era el jefe de la CGT de Córdoba, no sólo de los mecánicos. Yo decía, para qué queremos ganar la CGT si vamos a hacer la guerra revolucionaria, me estaba imaginando con la boina, barba y la ropa verde oliva. Antonio me dio una lección que me quedó de por vida. Allí se habló por primera vez de la CGT clasista. El clasismo lo supimos de palabras de ellos. Lo practicamos, y después supimos por qué. René me sabía decir ‘acordate, cuando estés hablando ante la masa, no te guíes por los que meten bulla acá adelante, mirá al último que está parado allá, y que no dice nada’. Era lo que hizo cuando volvió a la fábrica, con la rotación. No la pudo caminar por el cariño de la gente, pero él iba y hablaba con aquel que no se le acercaba a saludarlo. Un domingo muy tempranito, ya estaba en marcha el MRS, íbamos a ver a unos compañeros, y cuando pasamos frente al Sindicato se paró y me dice ¡Negrito, algún día me voy a sentar en el sillón ahí adentro’. ‘Con qué desayunaste, le dije yo’”. Romero acuerda: “Siempre decía eso”. Y completa Luna la anécdota “En esas cuadras que íbamos caminando me convenció que podíamos ganar esa elección”.
 
Antonio y René
Comentamos que, por lo que cuentan, está claro que no se puede hablar de René sin hablar de Antonio, ahí hay una unidad que tiene que ver con todo el proceso del Smata. Acuerda Luna, afirmando: “Creo que eran una unidad de pensamiento y acción. No se puede entender al uno sin el otro. Antonio, después de cualquier actividad, decía, vayan y métanse en la masa, hablen y ven qué dice la masa, qué comenta. Con Salamanca vuelve a aparecer el sentimiento de clase que había a principios del siglo 20”.
 
Dejamos la charla con el compromiso de seguirla, y de hablar con otros salamanquistas protagonistas de esta gran experiencia que fue el Smata de Córdoba, para dar paso al acto en homenaje al gran líder clasista y del Partido Comunista Revolucionario, René Salamanca.