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02 de octubre de 2010

El compañero Anatole France en el Buenos Aires del primer centenario

Hoy 1300 / Los intelectuales y la historia Argentina

Hacia el primer centenario, con la euforia desatada por las clases dominantes, para su festejo, llegaron a Buenos Aires para dar conferencias, Anatole France, Clemenceau, y Jean Jaures entre otros.
Querían mostrar al mundo que los argentinos revientan de trigo, de cebada, y carne congelada, y que las clases dominantes tienen tanto dinero que no saben qué hacer con él.
Todas las conferencias se dieron en el Teatro Odeón, y los tres monstruos sagrados, desarrollaron distintas actividades mientras estuvieron en Buenos Aires. Anatole France, se embarcó en l909 en el barco inglés Amazon. En el mismo viajaba además, una trouppe de circo fran-cés, para actuar en Buenos Aires. El viaje fue pura coincidencia, pero al cruzar el Ecuador una integrante de la trouppe, recitó un poema de Anatole France, y desde ese momento el famoso escritor y la actriz, compartieron el camarote, y luego la residencia en Buenos Aires del juez Jaime Llavallol, un cholulo porteño que vivía solo con su madre en un palacio de la calle Uriburu 1222, y que invitó a la pareja a tener el honor de alojarlos en casa.
La casa todavía existe, y es la sede actual del Instituto Goethe. La casa de tres pisos, poseía una importante bodega que fue vaciada por el escritor, la actriz, y los miembros de la compañía que retiraban botellas hasta por las ventanas.
Los socialistas y los anarquistas le piden una entrevista al compañero Anatole France para denunciar los enfrentamientos terribles del lº de Mayo de l909, en lo que se conoce como la primera Semana Trágica, la matanza de Plaza Lorea.
Anatole France, pide que lo dejen en paz: “no vine para hacer política, sino literatura, mis conferencias versan sobre Rabelais, y no corresponde que opine sobre problemas internos de los argentinos”.
Luego de esa “solidaridad” con la clase obrera argentina, el poeta socialdemócrata regresó a Francia; y el juez Llavallol, continuó pagando cuentas en las perfumerías de Buenos Aires, que Madame Anatole, dejó a su nombre.