La República de Sudán es un país del noreste de África, ubicado al sur de Egipto, y con salida al Mar Rojo, en el que viven más de 45 millones de personas. Desde el 22 de abril, innumerables personas han muerto por los combates entre las fuerzas leales al jefe del ejército, Abdel Fattah al-Burhan, y Mohamed Hamdan Daglo, (conocido como Hemedti), que comanda las Fuerzas de Apoyo Rápido, paramilitares (RSF por sus siglas en inglés).
El país atraviesa desde hace tres años una grave crisis económica, altos niveles de violencia interna y un fuerte aislamiento diplomático.
El foco de los combates está concentrando en la capital Jartum, una ciudad de cinco millones de habitantes, además de otros puntos del país. Los enfrentamientos hacen temer por un conflicto civil más generalizado, y representan el último revés a las aspiraciones populares de abrir una transición hacia la democracia y un gobierno civil. La violencia se desató luego de que miembros de las RSF fueran redistribuidos por el país en una medida que el ejército interpretó como una amenaza.
Ambos bandos controlan riquezas minerales que les permiten tener acceso a millonarios recursos para armar a las decenas de miles de soldados con los que cuentan.
Esta lucha tiene sus raíces en los años previos al levantamiento que derrocó, en 2019, a Omar al-Bashir. Fue el mismo dictador el que creó a estas fuerzas para que deliberadamente se enfrentaran entre sí, como para impedir cualquier amenaza a su poder.
En octubre de 2021, los dos militares orquestaron un golpe de Estado que puso fin a un intento de transición hacia un gobierno civil y democrático, que había comenzado después del derrocamiento de al-Bashir.
Quien resulte vencedor de los combates probablemente tome el control de Sudán y sea su próximo presidente, pero también entran en la disputa actores regionales e internacionales. Efectivamente, a menos que termine rápidamente, el conflicto se convertirá en un juego de varios niveles con actores regionales y algunos internacionales que tienen sus intereses, utilizando dinero, suministros de armas, etc.
Disputa por sus riquezas y por su ubicación
Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, quizá los dos países más poderosos de la región mantienen un estrecho vínculo con el RSF. En su momento, al recibir ayuda de estos dos países árabes, Hemedti envió a miles de combatientes a luchar en Yemen.
Por su parte, Rusia planea construir una base en Puerto Sudán, una ciudad ubicada al noreste del país que se encuentra a orillas del mar Rojo. Esto le permitiría tener acceso a una importante ruta comercial.
Además, está el Grupo mercenario ruso Wagner, que opera en Ucrania y también en Malí y la República Centroafricana. En Sudán está vinculado a empresas mineras de oro, que fueron sancionadas por EEUU y la Unión Europea.
El secretario de Relaciones Exteriores de Kenia también señaló que Egipto ha respaldado a los generales en guerra de Sudán. “Hemos estado bastante preocupados por algunos de nuestros amigos en el Medio Oriente”, dijo, “así como por Rusia u otros que durante mucho tiempo han sido amigos de uno u otro lado”. Agregó que los extranjeros estaban “tratando de usar a Sudán como campo de juego por cualquier razón”. “Pedimos a las fuerzas externas que dejen en paz a Sudán”.
En 2020, luego del derrocamiento de Omar al-Bashir, Estados Unidos eliminó a Sudán de su lista de países patrocinadores del terrorismo. Sin embargo, luego del golpe de Estado de 2021, miles de millones de dólares en préstamos y ayuda fueron congelados.
La crisis ha dejado a cientos de miles de personas sin alimentos, ni agua y electricidad. Ya son 450 los muertos y más de 4.000 heridos. Médicos sin Fronteras advirtió por la falta de suministros para tratar a los heridos. Residentes de la capital se vieron inmersos en medio de las balaceras cuando las fuerzas rivales luchaban por obtener el control del palacio presidencial, la televisión estatal y la sede del ejército. El sonido de explosiones, un horizonte dominado por humo negro y amargo lleva a una existencia cotidiana de miedo e incertidumbre mientras vuelan balas, cohetes y rumores. Mientras tanto la situación para los ciudadanos es cada vez más difícil. En Jartum se informó que la principal estación de bombeo de agua fue atacada. La escasez de agua ha forzado a muchas familias a depender de sus reservas de abri, una bebida de maíz, para saciar la sed. Todos los comercios de los vecindarios han cerrado, excepto algunas panaderías, e incluso éstas se están quedando sin harina.
Informes de los medios que citan a funcionarios han afirmado que Wagner ha suministrado armas a las Fuerzas de Apoyo Rápido paramilitares, que han estado luchando contra el ejército de Sudán durante los últimos 10 días.
Todas las embajadas europeas, de EEUU, Japón y China ordenaron la evacuación los diplomáticos, sus familias, y también ayudaron a la salida de otros extranjeros.
También decenas de miles de sudaneses huyen por rutas peligrosas en medio de los combates. Son trayectos largos y caros hacia otras partes de Sudán o a los vecinos Chad y Egipto. Turquía también anunció planes para sacar a sus ciudadanos por vía terrestre o a través de un tercer país.
El 23 de abril se anunció un alto el fuego por 72 horas, con la mediación de EEUU, para “la apertura de corredores humanitarios y para facilitar el desplazamiento de civiles”. Se supone que los combates continuarán luego, con el peligro de una extensión regional.
Por Alicia Sourges