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19 de febrero de 2020

Consecuencias de la restauración capitalista

El coronavirus y el sistema de salud en China

Las nuevas “pestes” en China y la destrucción del sistema de salud basado en la Atención Primaria de la Salud.

La población mundial se encuentra en estado de alerta y con miedo a causa de un nuevo coronavirus (2019-nCoV) que comenzó el 31 de diciembre de 2019 en China, en la ciudad de Wuhan, y que mantiene en cuarentena a más de 50 millones de personas.

El 30 de enero del 2020 la OMS (Organización Mundial de la Salud) declaró el brote como una emergencia de salud pública de importancia internacional.

El nuevo coronavirus está emparentado con el virus del resfrío común, comenzó como una zoonosis (transmisión de animal a persona) y actualmente se transmite de persona a persona, produciendo síntomas respiratorios que van del resfrío común a la neumonía severa y muerte. Por el momento, parece de expansión rápida y letalidad baja.

No es la primera vez que esto sucede en China. La epidemia del SARS en el 2003 y la gripe aviar del 2013 hicieron que en el 2016 el Banco Mundial advirtiera sobre las dificultades del sistema de salud en este país.

En su discurso, en la conferencia nacional de la salud en Beijing 2016, el presidente Xi Jinping destacó que si la salud no es accesible para toda la población, no se podrá construir una sociedad próspera.

Sin embargo actualmente algunos funcionarios de la OMS y la OPS, al igual que conocidos sanitaristas argentinos, elogian al sistema de salud de China por su rapidez en decretar la cuarentena y el aislamiento, el registro de los casos on-line en tiempo real y accesible al mundo y sus altas medidas de control en los aeropuertos. Sostienen que China tiene una medicina estatal que se ocupa de sus habitantes en contra de la medicina neoliberal occidental.

El desarrollo del capitalismo en China y los problemas con su sistema de salud
En la década de 1980 Deng Xiaoping lanza el programa de reformas estructurales para sacar a China del supuesto atraso y comenzar el camino hacia una economía de mercado. Las medidas que toma para esto son: destruir el sistema de comunas agrarias y privatizar las empresas estatales.

Los resultados económicos según el Banco Mundial fueron un PBI per cápita (US$ constante al 2010) de 348 en 1980 a uno de 6.497 en 2015.

Las migraciones del campo a la ciudad llegaron a ser de 236 millones para el 2012, en condiciones de trabajo informal, alta explotación, hacinamiento y falta de cobertura de salud.

Al mismo tiempo que China crecía y supuestamente mejoraba su desarrollo, el sistema de salud se destruía. La participación del gasto en salud en el total del gasto público disminuyó de 3,1 % en 1985 al 2,3% en el 2000 y la participación del gobierno pasó del 37% en 1980 al 18% 2001. El gasto de bolsillo de las personas pasó del 16% en 1980 al 61% en el 2001 y luego con los nuevos programas bajó el 35% en el 2011.

Bajo el socialismo, China había desarrollado uno de los mejores sistemas de salud a nivel mundial de bajo costo. Se tomó como ejemplo a seguir en la reunión de Alma Ata en 1978 en donde se propuso a la atención primaria de la salud (APS) como la tecnología sanitaria básica para alcanzar la salud para todos inspirada en este modelo.

Constaba de un sistema cooperativo médico en la zona rural sostenido por las comunas agrarias de propiedad colectiva y estatal más las brigadas de producción. Los famosos “médicos descalzos” provenían de la misma comuna y tenían un entrenamiento corto, trabajan en prevención y atendían enfermedades frecuentes de baja complejidad. En el sistema urbano las empresas estatales les brindaban salud a sus trabajadores dividiendo sus sistemas de complejidad.

A partir de 1980, con la destrucción de las comunas y el pase a una economía de responsabilidad familiar, se desfinancia el sistema y la cobertura de la población rural llegó a ser del 5%. Las empresas se privatizaron y, al tener que bajar sus costos y aumentar su rentabilidad a raíz de la competencia, realizaron recortes en las coberturas de salud. Sumado a todo esto comenzó el éxodo del campo a la ciudad con las consecuencias que nombramos anteriormente. Aumentan enfermedades como la malaria, la TBC y el HIV; las familias se endeudan para pagar los tratamientos, la desigualdad en la atención es muy grave y se registran aumentos de las agresiones al personal de salud.

Cuando aparece la primera gran “peste”, la del SARS, el gobierno chino se da cuenta de que tiene que tomar medidas. En el 2003 se crea un seguro de salud cooperativo rural individual básico que expandió su cobertura al 90% para el 2011, un seguro básico de salud urbano con 6% de aporte de los empleadores y 2% de los asalariados y en el 2007 se extiende a un seguro urbano para el empleo informal, estudiantes y discapacitados. Estos seguros son de cobertura desigual y depende de los ingresos individuales y de la participación estatal según las provincias.

La cuarentena como control social
Algunos medios y sanitaristas se maravillaron de la rápida puesta en cuarentena a 50 millones de personas en la ciudad de Wuhan. Dijeron que esto se pudo realizar gracias a un estado presente, pero la cuarentena como organización y control de la población proviene de la Edad Media y hasta ahora no se demostró su eficacia.

Foucault analizó dos formas de control social de las epidemias. La primera fue el modelo de exclusión de la lepra que fue el predominante en la Edad Media. A los leprosos se los confina al encierro lejos de la ciudad y se los invisibiliza. El segundo modelo fue la peste, que empezó a finales de la Edad Media Alta y su auge fue en los comienzos del capitalismo. Su forma de organización es la policía médica con alto control de la circulación de personas, aislamiento, visibilidad y conocimiento. Lo que se destaca en la cuarentena no es la medicina sino lo militar-policíaco y su poder de control y saber.

Actualmente las recomendaciones del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades) y de la OMS son: el rápido diagnóstico y el aislamiento de los pacientes en los hospitales y para los contactos el aislamiento en sus casas; la​ división en categorías de riesgo alto, medio y bajo de exposición; y para la población general realizar higiene de manos frecuente, mantener un metro de distancia ante personas con síntomas respiratorios y cubrirse la boca y la nariz con pañuelos al estornudar o toser. No hay unanimidad en el uso de mascarillas entre distintas organizaciones médicas.

Conclusiones
Las reiteradas epidemias en las últimas décadas en China nos hablan de la pérdida del Estado de bienestar, no de su presencia.
La destrucción de las comunas agrarias, para un crecimiento económico y supuesto desarrollo, provocó la migración masiva del campo a la ciudad y la pérdida de cobertura médica universal basada en la APS que había sido un modelo exitoso a nivel mundial.
Es un desarrollo capitalista acelerado dirigido por un partido que insiste en llamarse comunista. Sus grandes desigualdades nos recuerdan las novelas decimonónicas de Charles Dickens; sus métodos de control traen a la mente las distopías de Georges Orwell.

Escribe Karina Doval

Hoy N° 1803 19/02/2020