También se firmaron cartas de intención por las que China se comprometía a aumentar sus compras de Argentina en aproximadamente 4.000 millones de dólares y prometía inversiones que en “el relato kirchnerista” podían llegar a 20.000 millones de dólares.
También se firmaron cartas de intención por las que China se comprometía a aumentar sus compras de Argentina en aproximadamente 4.000 millones de dólares y prometía inversiones que en “el relato kirchnerista” podían llegar a 20.000 millones de dólares.
Si bien de 2004 a 2008 las exportaciones argentinas a China aumentaron de 2.600 a 6.600 millones de dólares –en parte por el aumento de los precios de los granos– y, desde entonces, se estancaron e incluso disminuyeron levemente, mientras que las importaciones desde China crecieron –y siguen creciendo– a un ritmo mucho más acelerado. Así el superávit comercial a favor de Argentina –del orden de los 1.800 millones de dólares en 2003–, se transformó en un creciente déficit a partir de 2008. Pasó de 748 millones de dólares en 2008 a 5.033 millones en 2013: se compra de China casi el doble de lo que se le vende. Así en los últimos 6 años, de 2008 a 2013, Argentina lleva perdidos en su intercambio con China más de 18.000 millones de dólares.
En relación a su composición, las exportaciones de Argentina a China, mantuvieron y profundizaron su primarización (particularmente de la soja en grano sin elaborar), incluso en desmedro de sus manufacturas (aceite y pellets). En tanto, las importaciones de Argentina desde China han aumentado cada vez más en bienes industriales finales (bienes de capital) y, sobre todo, de intermedios y de piezas y accesorios para bienes de capital. Como reflejo de la deformación del “desarrollo industrial” kirchnerista (hasta ferrocarriles y vagones se compran de ese país) están las verdaderas armadurías de productos electrónicos (e incluso de electrodomésticos) dependientes de los componentes de China. Algo semejante a lo que ha venido ocurriendo con los monopolios europeos y estadounidenses de la industria del automotor, que dependen en más de un 70% de partes importadas.
En cuanto a la fantaseada lluvia de inversiones desde China, si bien este imperialismo ha avanzado grandemente en su dominio de empresas con sede en Argentina, esto no ha significado un ingreso de dólares. Pues, en su mayor parte, se ha tratado de fusiones o adquisiciones de compañías ya existentes con transacciones que se concretan en el exterior, sin que entren dólares al país. Lo que se puede verificar en importantes desembarcos de los monopolios de China en grandes empresas con sede en el país, como el de la petrolera Cnocc en Bridas y PAE, el banco ICBC a través de la compra del Standard Bank, o la cerealera Colco en Nidera y el grupo Noble.
Como se puede ver, tanto por el lado del intercambio comercial como por el lado financiero, la asociación estratégica con China sólo viene implicando pérdidas y aumentando la dependencia del país de ese imperialismo, sin ninguna verdadera contribución al desarrollo de nuestra economía. Una relación tanto o más asimétrica que la que tuvo hasta principios del siglo XX con el imperialismo de Inglaterra. Relación en la que luego perdió posiciones por la disputa de los otros imperialismos de Europa, los Estados Unidos e incluso Rusia, y ahora también del imperialismo de China, que ha avanzado grandemente en esta “década ganada” en su penetración en Argentina, desde que Kirchner y Ju anunciaron en 2004 la formación de una asociación estratégica.