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19 de abril de 2020

Los acuerdos y controles de precios no alcanzan para frenarla

El drama de la inflación

La inflación en la Argentina volvió a acelerarse en marzo. El Indec anunció que los precios subieron 3,3% el mes pasado, 1,3 puntos más que en febrero y un punto más que en enero. Así, la inflación ya acumula en 2020 7,8%, y 48,3% desde marzo de 2019.

El rubro de mayor peso en la canasta básica, Alimentos y Bebidas, volvió a aumentar a un ritmo mayor que el índice promedio de los precios, pese a los precios máximos que los monopolistas intermediarios de la producción y comercialización de los productos alimenticios no respetan y cargan sobre los almaceneros.

Esos monopolistas siempre hablan de los aumentos de costos que atribuyen principalmente a los “elevados” salarios y cargas impositivas. Poco dicen de los “astronómicos” costos financieros, por su interrelación con los grandes bancos y fondos de inversión que son los que manejan lo fundamental del dinero y son los que tienen la manija desde que la dictadura videlista y su ministro Martínez de Hoz quitaron esas atribuciones al Banco Central. Ahora también atribuyen los aumentos de precios a la presión inflacionaria inmediata y futura que surgiría de la mayor emisión de pesos que requiere la lucha por la Emergencia Sanitaria, que ha agravado también la Emergencia Alimentaria y Habitacional.

En términos interanuales, el Banco Central incrementó el número de billetes de posible circulación en más del 67%. Si a esto sumamos las cajas de ahorro privadas y públicas ese número se eleva al 70%. Ya documentamos en una nota anterior que casi toda esa expansión monetaria se queda en los bancos sin llegar a la economía real: alrededor de 91% de ese aumento estaba en manos de entidades financieras y estas mantenían 79% en una cuenta en el Banco Central. El dinero que el Central otorga a los bancos comerciales para que lo entreguen como préstamos a productores y/o consumidores, incluso algunos bancos oficiales que se guían por el criterio de los negocios financieros, depositan la mayor parte de ese dinero en el BCRA aunque sea una tasa de interés de cero por ciento. El 12% restante lo mantienen todavía en Leliq y en los préstamos que hacen a sus clientes “de confianza”, aunque sea a tasas reducidas para esos instrumentos. Además que siguen haciendo su negocio no prestándole a los que tienen centenares de miles de pesos en descubierto, cobrándole tasas usurarias a los mismos, como así también por la financiación de las tarjetas de crédito y miles de millones en préstamos a quienes están acogotados por las “tasas astronómicas” anteriores (ver https://pcr.org.ar/nota/los-bancos-comerciales-solo-piensan-en-sus-negocios/).

Ante la continuidad de la inflación que devora los ingresos y subsidios que requiere la Emergencia Sanitaría, es urgente declarar al crédito un servicio público esencial y recuperar la potestad del BCRA en el sistema financiero para que pueda actuar de inmediato y también con vistas a la presión inflacionaria que se acumula para un futuro no tan lejano.

Los acuerdos de precios y salarios pregonados por algunos economistas del sistema no harían más que mantener el aumento de la inflación controlado por un tiempo, si no hay un congelamiento de todos los contratos de la economía incluido el sector financiero y la desindexación de todas las deudas. Es necesario acabar con todos los mecanismos de los contratos económicos, comerciales y financieros diseñados para protegerse de la inflación, que son los que la propagan hacia adelante.

En lo inmediato es posible desacelerar temporalmente el aumento de la inflación, lo que es un alivio para todos los sectores populares. Pero para acabar con la inercia inflacionaria no alcanza con recuperar el papel rector del Banco Central sobre el sistema financiero. Es necesaria también una decisión política de defender el valor del peso, sancionando la desindexación y desdolarización que existe formal o informalmente en todos los contratos públicos y privados y la desinflación de las deudas en todos los sectores de la economía (ver https://pcr.org.ar/nota/el-problema-inflacionario/).

Por eso hemos propuesto también en lo inmediato: “Ampliar los plazos de vencimiento de las tarjetas de crédito y de todos los préstamos, créditos o contratos financieros, con una drástica reducción de las tasas de interés que ahogan las familias y llevan a la quiebra masiva de los pequeños emprendimientos y de las Pymes” (ver https://pcr.org.ar/nota/medidas-frente-a-la-emergencia/).

 

Escribe Eugenio Gastiazoro

Hoy N° 1811 22/04/2020