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06 de septiembre de 2017

Julius Fucik fue un gran escritor y periodista comunista checoslovaco, que nació el 23 de febrero de 1903 en Smichov, barrio obrero de Praga, capital de la actual República Checa. Lo fusilaron los nazis el 8 de septiembre de 1943.

El ejemplo de Julius Fucik

Asesinado por los nazis el 8 de septiembre de 1943

Julius Fucik trabajó como obrero, y desde joven se dedicó a escribir. Se afilió a los 18 años al Partido Comunista de Checoslovaquia. Escribió en varios periódicos vinculados al PC, incluido su órgano central. En 1938 los comunistas fueron ilegalizados y sus publicaciones prohibidas. Fucik siguió escribiendo en la clandestinidad. 

Julius Fucik trabajó como obrero, y desde joven se dedicó a escribir. Se afilió a los 18 años al Partido Comunista de Checoslovaquia. Escribió en varios periódicos vinculados al PC, incluido su órgano central. En 1938 los comunistas fueron ilegalizados y sus publicaciones prohibidas. Fucik siguió escribiendo en la clandestinidad. 
En mayo de 1939 el ejército nazi ocupa Checoslovaquia y Fucik es intensamente buscado. Tras caer el Comité Central del PC, Fucik colaboró con su reconstitución y aseguró la publicación ilegal de su prensa. Los nazis persiguieron brutalmente a los patriotas checos y a los comunistas. 
Fucik cayó el 24 de abril de 1942. El 25 de agosto de 1943 fue “juzgado” en Berlín tras ser ferozmente torturado. En el juicio planteó “Me hice comunista porque no podía ni quería resignarme a sufrir el régimen capitalista… ahora van a dictar su sentencia. Conozco su contenido. La muerte a ese hombre. Mi veredicto acerca de ustedes lo he dictado hace ya mucho tiempo, escrito con sangre de la gente honrada de todo el mundo: ¡Muera el fascismo, muera la esclavitud capitalista! ¡La vida al hombre! ¡El porvenir al comunismo!”.
Desde la celda de la Gestapo nazi escribió en hojas sueltas que le proveía uno de sus guardianes, en realidad un hombre del PC infiltrado, que se aseguró de sacar los escritos de Fucik de la cárcel y hacérselos llegar a Gusta Fuciková, su compañera, que había sobrevivido a la prisión de los ocupantes hitlerianos. 
Así nació esa obra que todo comunista debe leer: Reportaje al pie del patíbulo, un canto a la vida que sólo un revolucionario convencido de que vendrá un mundo mejor podía escribir. Ese mundo que vio edificándose en la Unión Soviética a comienzos de la década de 1930. De ese viaje surgió un libro titulado significativamente: En el país donde nuestro mañana ya significa ayer.
Fucik, antes de su Reportaje al pie del patíbulo era ya uno de los más importantes escritores e investigadores de su generación en Checoslovaquia. Dejó inconclusos importantes trabajos de rescate de los escritores tradicionales de su país, incluido el poeta Jan Neruda.
La firmeza de sus convicciones es la que lo llevó a sobrellevar la tortura con entereza y preocupación por sus camaradas detenidos. La misma firmeza que lo llevó a decir ante los jueces nazis: “Sé que seré condenado y que mi vida llega a su fin, pero también sé que hice lo que pude por nuestra victoria. Estoy seguro de que seremos los vencedores. Nosotros morimos, pero otros vendrán a continuar nuestra obra”.