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24 de septiembre de 2013

El engaño de la “economía social” kirchnerista

En la Argentina, históricamente las cooperativas fueron herramientas para enfrentar a los monopolios, fundamen-talmente en el campo, defendiendo a los pequeños y medianos productores en la comercialización de sus productos, cuando éstos las dirigían. 

En la Argentina, históricamente las cooperativas fueron herramientas para enfrentar a los monopolios, fundamen-talmente en el campo, defendiendo a los pequeños y medianos productores en la comercialización de sus productos, cuando éstos las dirigían. 
Volvieron a irrumpir con fuerza hace más de 10 años, en la crisis previa y posteriormente al Argentinazo, ante la masiva quiebra de las empresas y la gran desocupación. En algunas provincias donde en esos años quedaron en una rama de la producción menos de 3.500 obreros, ahora hay más de 12.000. Esto requiere profundizar el análisis de los centros de concentración y como se expresó el crecimiento de la economía en esos lugares.
Mientras luchamos porque las cooperativas estén dirigidas por una línea clasista, debemos pugnar por que los jóvenes entren en esas empresas que se han expandido para disputar los centros proletarios.
Aunque las cooperativas funcionen bien, con una línea democrática, que haya llevado años de lucha mantenerlas y desarrollarlas, no hay que embellecer las mismas como si fueran una cooperativa en un estado dirigido por la clase obrera. Debemos esforzarnos por desarrollar una línea correcta en las cooperativas, pero el modelo de acumulación por el que debemos luchar los revolucionarios, son los cuerpos de delegados y comisiones internas de los centros de concentración. De igual manera, los cuerpos de delegados en el campo, tanto los de obreros rurales como de campesinos pobres y medios.
En estos 10 años, la economía argentina creció como nunca en la historia. Pero lo esencial de ese crecimiento económico fue para el sector sojero, los grandes terratenientes, los pooles de siembra, los distintos monopolios imperialistas exportadores y proveedores de insumos y maquinarias, los imperialistas chinos que compran lo principal de la producción e imponen sus productos, las mineras y petroleras, entre otros. 
En ese marco sectores del pueblo argentino mejoraron en parte su situación, aunque muy lejos de los beneficios de los que “juntaron plata con pala”. Millones son los que trabajan en negro o no tienen trabajo en medio de la inflación que crece como la necesidad de trabajo. 
Mientras llevan adelante esta política, el gobierno de Cristina Kirchner impulsan lo que llaman engañosamente “Economía Social” con las cooperativas para los desocupados a las que destinan sólo algunos pesos, comparado con la inmensa masa de dinero destinada a subsidiar y favorecer a sus amigos o a los niveles de corrupción nunca vistos.
 Es una estructura para legitimar el trabajo en negro. Esta figura es usada por el aparato del estado para realizar tareas precarizadas, por empresas constructoras disfrazadas y por movimientos cuyos dirigentes lo hacen desde un punto de vista empresarial, abriendo la puerta a una espiral de corrupción. 
 Nosotros las definimos como un “campo minado” donde entramos si la correlación de fuerzas no nos dió para imponer otra propuesta alternativa, como las cuadrillas de trabajadores desocupados y profesionales, directamente contratados por el estado. Es un gran desafío evitar que nos dividan con las cooperativas, crear formas de decisión colectivas y democráticas y elaborar instrumentos técnicos que posibiliten a los compañeros dirigir, controlar y manejar las decisiones con transparencia a cada paso y resolviendo las medidas de lucha para no ser los que paguen el ajuste e ir por más. Todo nuestro trabajo debe concebirse en el camino de acumulación de fuerzas revolucionarias.
 
Trabajo precarizado
El gobierno K, con un discurso “nacional y popular”, comenzó a hablar de la “Economía Social” que se podría desarrollar con las cooperativas y las impulsó tratando de consolidarlas. Esto, en medio del mayor crecimiento económico de la Argentina y el de mayor concentración de la riqueza en la producción agraria e industrial, con una economía de gran escala y de alta tecnificación. Con esta política no se puede resolver el problema de la desocupación, por el contrario esta crece. En ese marco, las propuestas de cooperativas para los desocupados son un paliativo que no da respuesta a las necesidades de trabajo genuino que en esas condiciones, no se generaron en una década. Junto con la tercerización y el trabajo en negro, son las formas de precarización laboral que mantiene este gobierno.
 
 ¿Qué pretenden con ello?
Para las cooperativas de construcción de viviendas, exigen pequeños grupos de 16 obreros con el objetivo de atomizar y dividir los movimientos. Esto les posibilita tener una política de “hijos y entenados” para beneficiar a los que pretende comprar, ganar o subordinar.
Trasladan a los trabajadores las respon-sabilidades de producción en condiciones precarias de infraestructura y capacitación. Dicen desafiantes: “les queremos tirar el problema, ¿no se animan?”. 
 Aparecen como dando respuestas y si se fracasa la responsabilidad no sería de ellos. Fijan montos que no se actualizan o tardan en actualizarse, con lo cual genera debates internos buscando donde ajustar para que alcance o ir a la lucha y retrasar la producción. Los porcentajes de certificación son altos y difícilmente se llega a ellos mensualmente. Las ART no cubren por no haber empleadores y se exige la inscripción como monotributistas.
Las cooperativas a las que se muestran como la salida, no es el trabajo con sueldos dignos, con aportes jubilatorios, salario familiar, cobertura de seguros, riesgo de vida y vacaciones que se merece todo trabajador. Nada de eso, es un disimulado trabajo en negro, donde Ilusionan y estimulan con la idea cuentapropista de una “empresa social”, con la que se puede salir al mercado compitiendo con empresas constructoras, donde para ganar un concurso de precios se reduce la “distribución de ingresos”, lejos de luchar por su aumento, teniendo como base mínima los convenios de la UOCRA. 
El gobierno muestra como un gran logro haberlas impulsado, creado la posibilidad de que ahora puedan incorporarse al “mercado formal”. En este marco de gran necesidad, estimulan funcionar como empleadoras que “contratan” fuera de convenio y legitiman el trabajo en negro con la denominación de socios. Queda así incorporada como una herramienta a la libre competencia para lograr trabajos y financiamientos de obras. Objetivamente el gobierno con ello, logra salir del blanco y del golpe de la lucha por trabajo y por mayores fondos. El Estado de esta manera desaparece en su responsabilidad de resolver la falta de trabajo. 
 En algunos casos hasta se llegan a sugerir la conformación de empresas, con el fundamento de que sería menos engorroso. Por este camino, logran que muchos movimientos se vayan alejando de sus postulados iniciales.
 
Las precauciones
Una de las precauciones a tomar es no dividirse en pequeños grupos donde el gobierno decide cuales obras salen, en qué orden, quienes cobran más rápido o quienes tienen aumentos, etc. Por ejemplo, para construir 80 viviendas exigen 20 cooperativas. 
 Esta es la primera lucha, lograr una sola para todo el movimiento, ya sea para las cooperativas de desocupados o un solo Programa General de Producción para todos los campesinos del movimiento que impulsan con el mismo objetivo divisionista y de subordinación con  los Programas de Agricultura Familiar para los campesinos pobres con un gran sustento teórico y “progresista”.
 La segunda es tener una estructura técnica que posibilite dirigir la producción con una participación democrática de todos los compañeros en las decisiones, teniendo un sistema de controles diarios de los movimientos de cada obra o zona. 
 
La política dirige la producción
No debe perderse de vista que toda forma y organización de la producción debe ser guiada por una política acertada para nuestra acumulación estratégica revolucionaria. Esta, debe servir para dar respuestas a las necesidades populares y sus luchas y en ese marco, para acumular fuerzas en el camino de los cambios de fondo. 
Para llevar adelante tareas de producción como viviendas o agrarias, los movimientos requieren tareas profesionales y técnicas. 
 Esto abre un debate en los mismos: ¿La técnica dirige la producción o la política la dirige y la técnica es un instrumento de ella? ¿Deben dirigir los profesionales o los obreros y campesinos? ¿Cómo se resuelve? 
Esto es así para todo revolucionario. Desde ese punto de vista quienes integramos el PCR, debemos esforzarnos para que este oriente y dirija los movimientos o agrupaciones con una línea de masas que posibilite elevar políticamente sus luchas y puedan jugar su papel revolucionario. La condición para que ello ocurra, es el crecimiento y organización del Partido en las mismas con los compañeros más destacados y probados que recoja los debates y necesidades y luego del funcionamiento colectivo, lo lleve nuevamente a las instancias orgánicas de las organizaciones, buscando hegemonizar democráticamente a las masas.
 Desde este punto de vista, son las direcciones del Partido en sus distintas instancias y en cada lugar concreto, los que tienen que debatir la política que oriente la producción como lo hacemos con las luchas para que acumulemos fuerzas para estos objetivos planteados.
En ese marco se definirá la técnica más adecuada y en esas instancias deberán realizar sus aportes creativos los profesionales y técnicos a la línea general y específica definida por el Partido.
 Por la complejidad de las mismas y su dinamismo, la experiencia indica que además es necesario integrar instancias de coordinación y trabajo conjunto con  técnicos profesionales y técnicos obreros o campesinos. De ahí surgirá una línea específica con la orientación general aprobada y  los instrumentos de planificación, organización y control colectivos. 
 Un técnico profesional u obrero, no pueden reemplazar el papel de dirección del Partido en cada lugar, si esto es así, la experiencia a realizar no estará en el camino que declamamos y será una producción que intentará dar alguna respuesta a situaciones de necesidad, en muchos casos de trabajo, servicios y mejora de las condiciones de vida que son fundamentales, pero de esta manera quedan limitadas en su proyección.
De lo que se trata es que la política y por lo tanto las instancias orgánicas dirijan la producción en un proceso democrático de masas, para lo cual los técnicos, sean del partido o no, aporten en ellas con los lineamientos generales definidos y ésta pueda ser apropiada por el conjunto de los obreros y campesinos para avanzar en nuestro camino estratégico. 
 
 
 Para ampliar, ver Política y Teoría N° 74 (107)
CHACO: LUCHAS, ELECCIONES, PRODUCCIÓN Y OCUPACIÓN DE TIERRAS