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19 de febrero de 2014

Se cumple un nuevo aniversario de la victoria del Frente Popular, que unió a republicanos, socialistas y comunistas.

El Frente Popular en España

A 78 años del triunfo electoral antifascista

El 16 de febrero de 1936 el Bloque Popular ganaba las elecciones en España. Este Bloque Popular –que pasó a la historia como Frente Popular– aglutinó en una coalición electoral a las organizaciones políticas como Izquierda Republicana, Unión Republicana, la Unión General de Trabajadores, el Partido Obrero de Unificación Marxista, el Partido Socialista y el Partido Comunista. 

El 16 de febrero de 1936 el Bloque Popular ganaba las elecciones en España. Este Bloque Popular –que pasó a la historia como Frente Popular– aglutinó en una coalición electoral a las organizaciones políticas como Izquierda Republicana, Unión Republicana, la Unión General de Trabajadores, el Partido Obrero de Unificación Marxista, el Partido Socialista y el Partido Comunista. 
Culminaba así un proceso de varios años de unidad y lucha entre estas organizaciones, con un programa que, si bien tuvo limitaciones, particularmente en la cuestión agraria, significó un inmenso avance de las organizaciones populares y el pueblo español, frente a la conspiración fascista que crecía día a día. Como dijo la dirigente comunista Dolores Ibarruri, Pasionaria: “A pesar de las flaquezas del programa, y de los propósitos de éste o aquel maniobrero político, la constitución del Bloque Popular representaba algo más que una simple coalición electoral: era el instrumento de unidad de las fuerzas obreras y democráticas en la lucha electoral y postelectoral”. De la coalición electoral sólo se negó a participar la Confederación Nacional del Trabajo, dirigida por los anarquistas.
La unidad electoral entusiasmó a millones de trabajadores, que con escasos recursos, se lanzaron a propagandizar el Frente Popular en todo el país. Enfrente estaba una amplia alianza de “las derechas”, el Frente Nacional, y por su lado una coalición de centro.
El Frente Popular quedó conformado el 15 de enero de 1936, un mes antes de las elecciones, cuando las fuerzas que lo componían firmaron un vasto programa, que planteaba en primer lugar la amnistía “de los delitos político-sociales (con el excarcelamiento de todos los detenidos por la insurrección de octubre de 1934)”, profundizar la autonomía de las regiones, la readmisión de los obreros despedidos por sus ideas políticas, la “exigencia de responsabilidades” para los casos de violencia policial, así como rebaja de impuestos para el campo, represión de la usura y una nueva ley de arrendamientos. También habían acordado medidas de fomento a la industria, planes de construcción de viviendas, salarios mínimos, y creación de escuelas primarias, secundarias y profesionales.
De los 9.683.335 votantes, el Frente Popular obtuvo 4.564.116 votos, el 34,3%, un ajustado triunfo sobre el Frente Nacional, que obtuvo el 33,2%. La coalición de centro sacó el 5,4% de los votos. Con esto, el Frente Popular obtenía 269 diputados (entre ellos 159 republicanos, 88 socialistas, 17 comunistas), creciendo en 148 diputados desde la elección anterior. Los partidos de derecha obtuvieron 157 diputados, perdiendo 56. Los partidos de centro quedaron con 48 diputados, 91 menos que la elección anterior. Entre los diputados comunistas estaban José Díaz, secretario del Partido, y la propia Dolores Ibarruri.
Este triunfo conmocionó a España y al mundo. El pueblo iba por más, y todas las fuerzas políticas aceleraron el paso. Los fascistas españoles (los falangistas), apuraron los planes golpistas, apoyados cada vez más abiertamente por los nazis alemanes (Hitler había subido al gobierno en 1933), y los fascistas italianos. Los gobiernos de Francia (incluso el Frente Popular que triunfó allí tres meses después de febrero de 1936), Inglaterra y Estados Unidos, como se vio en el curso de la Guerra Civil posterior, mantuvieron una supuesta “neutralidad”, que favoreció en los hechos a los falangistas.
Tras las elecciones, el 19 de febrero, Manuel Azaña, presidente de la República, formó un gobierno integrado sólo por republicanos de izquierda, con la oposición del Partido Comunista, que planteó que debían integrarlo todos los partidos del Frente Popular. Las masas, apenas 48 horas después, impusieron con inmensas movilizaciones la liberación de los presos políticos en varias cárceles, y lograron que se votase la amnistía, aún cuando no habían asumido los nuevos diputados. 
El Partido Comunista, cuya fuerza creció de 30 mil a 102 mil militantes entre febrero y julio de 1936, impulsó la creación en toda España de Comités del Frente Popular, entendidos como “una organización antifascista de masas para la lucha parlamentaria y extraparlamentaria de la democracia contra el fascismo”.
 
Prepararse, prepararse, prepararse
Paralelamente, el PCE acrecentó el trabajo en los cuarteles y la preparación militar frente a la ofensiva fascista, que se iba a concretar con la sublevación del 19 de julio de 1936, que desencadenó la guerra civil. Cuenta Enrique Líster, jefe del trabajo militar del PC y creador del famoso Quinto Regimiento durante la guerra civil, el intenso trabajo realizado, tanto entre las fuerzas armadas como en los sectores populares. Líster, crítico de algunas de las posturas de la dirección del PC en esos días, escribió años después, sobre las vacilaciones del gobierno republicano: “¡Cuánta sangre y cuántos sufrimientos se le hubiesen ahorrado al pueblo español si, cuando el complot estaba claro, hubiesen sido destituidos unos centenares de jefes militares y se hubiese detenido a los que fuese necesario”.
El PC impulsó, entre las organizaciones populares, las MAOC (Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas), integradas casi en su totalidad por jóvenes, que se integraron en abril de 1936 con las milicias organizadas por la Juventud Socialista. Líster detalla, en “Nuestra guerra: memorias de un luchador”, el trabajo dentro de las fuerzas armadas, llamado en esos años “trabajo antimilitarista”, que venía profundizándose desde 1932, cuando se había producido una sublevación militar. Se formó la UMA (Unión Militar Antifascista), y se intensificó la propaganda partidaria dentro de los cuarteles. Las milicias obtuvieron existencia legal a partir del triunfo del Frente Popular.
El 1 de enero de 1936 -antes que se firmara el programa del Frente Popular- el PC organizó una reunión clandestina de sus fuerzas en la Guarnición de Madrid, donde participaron delegados de varias unidades y regimientos. El objetivo central fue prepararse para ahogar cualquier intento de levantamiento de los militares falangistas. La importancia de este trabajo se vio en la sublevación de julio, en el papel de estos cuadros los cuarteles. Recuerda Líster: “A partir de 1935 se pasó a formas de organización más completas; los soldados y cabos miembros del Partido se organizaban en células del Partido; al mismo tiempo se creaban grupos de antifascistas que abarcaban a muchos soldados y cabos. A los suboficiales comunistas se les organizaba en células del Partido y realizaban su trabajo independientemente de las organizaciones de soldados y cabos, y con los oficiales y jefes miembros del Partido se tenían contactos individuales”.
 
Hacia la guerra civil
Tras la victoria del Frente Popular, como dijimos, todo se aceleró. Mientras las masas pugnaban por concretar sus reivindicaciones, crecía el enfrentamiento con la derecha, que ya expresaba abiertamente sus intenciones, en la prensa y a través de sus jefes. Con la excusa del asesinato de uno de los principales dirigentes de la derecha, Calvo Sotelo, los falangistas desataron la sublevación en los principales cuarteles, y movilizaron a las fuerzas civiles de que disponían. Allí empieza otro heroico y complejo capítulo de la lucha de la clase obrera y el pueblo español, que duraría hasta 1939, con la derrota de la República. 
Una historia que muestra ejemplos imborrables de valentía, dignidad y solidaridad internacional, que enseñó el pueblo español. Ese al que le cantó Miguel Hernández, el gran poeta muerto en prisión tras  la guerra civil, diciendo: “No soy de un pueblo de bueyes,/ que soy de un pueblo que embargan / yacimientos de leones, / desfiladeros de águilas / y cordilleras de toros / con el orgullo en el asta. / Nunca medraron los bueyes / en los páramos de España”. Poema que termina “Si me muero, que me muera / con la cabeza muy alta. / Muerto y veinte veces muerto, / la boca contra la grama, / tendré apretados los dientes / y decidida la barba. /Cantando espero a la muerte, / que hay ruiseñores que cantan / encima de los fusiles / y en medio de las batallas”.