El triunfo electoral de Menem en 1989 abrió una gran esperanza en los trabajadores y el pueblo argentino de que, por primera vez en muchos años, hubiera una política a favor de los intereses populares. Pero los postulados de contenido nacionalista y reformista levantados en la campaña electoral por Menem fueron abandonados a poco de asumir el gobierno. La esperanza en el salariazo y la revolución productiva fue recibiendo garrotazo tras garrotazo.
En el contexto de los profundos cambios operados en el plano internacional, en particular el colapso de la superpotencia soviética, el gobierno de Menem llevó adelante una política liberal privatizadora, de entrega y ajuste antipopular, en particular antiobrera. Así se pasó de una economía fuertemente estatizada a la economía de mercado y desregulada. Se liquidaron ramas enteras de la producción nacional, en especial las más avanzadas tecnológicamente, importantes para un desarrollo independiente de la economía nacional. Incluso se retrocedió en sectores importantes de la industria liviana como la metalúrgica, textil o la del calzado. Con todo eso se expulsó masivamente mano de obra, se liquidó a grandes sectores de la burguesía nacional, en especial la pequeña y media, se agravó la crisis agraria crónica en ciertas zonas y se sumió en la miseria a grandes regiones del país, llevándose a la crisis financiera a la mayoría de las provincias.
Se pulverizó la legislación laboral producto de más de un siglo de luchas obreras y se ajustaron las leyes laborales a los nuevos métodos de trabajo que imponen los monopolios.
Con la traición del menemismo al frente único y al programa del Frejupo con el que se había derrotado al alfonsinismo, se abrió un período de confusión en las grandes masas. La CGT fue copada por los sindicalistas colaboracionistas con el menemismo. Lo fundamental de la dirección nacional del Partido Justicialista colaboró con la política menemista al igual que sectores importantes de las direcciones provinciales, lo que facilitó que la misma se llevara adelante. Se rompió el Frejupo; la corriente nacionalista en las Fuerzas Armadas fue disgregada. El gobierno de Menem coronó con los indultos la impunidad a los genocidas de la dictadura.
La capa superior de la burguesía nacional que expresó el menemismo se alió al imperialismo (particularmente yanqui), a los terratenientes y a la gran burguesía intermediaria.
Con el gobierno de Menem se profundizó la dependencia al imperialismo y se agudizó la disputa interimperialista por el control de la Argentina. Producto de su política de libre mercado, privatizaciones y extranjerización, se configuró en el seno de las clases dominantes lo que denominamos “bloque dominante”, conformado por un puñado de grandes monopolios, terratenientes y burguesía intermediaria vinculados a diferentes imperialismos que se asociaron y disputaron entre sí por el control del poder.
El imperialismo ruso, luego de la caída del muro de Berlín en 1989 y del golpe de Estado de agosto de 1991 en la ex URSS, perdió posiciones importantes y debió replegarse a escala mundial. En la Argentina, en este contexto y también como resultado de los golpes recibidos por la lucha obrera y popular y la fractura en las Fuerzas Armadas, el imperialismo ruso perdió su condición de potencia hegemónica en las clases dominantes, posición que tenía desde 1971.
El imperialismo yanqui aprovechó sus posiciones en el FMI y las finanzas mundiales, y se apoyó en el hecho de que lo fundamental de la deuda externa argentina es estatal y los bancos norteamericanos son los principales acreedores de esa deuda, para utilizar a su favor la política de privatizaciones y el cambio que significó pasar de una economía fuertemente estatizada a la economía de mercado y desregulada que implementó el gobierno de Menem. Los yanquis han penetrado profundamente en la economía, la política, las Fuerzas Armadas y represivas, y en la política nacional. Se transformó en la potencia hegemónica en el seno del bloque dominante.
El gobierno de Menem dio un gran impulso al Mercosur. Éste, con los planes y políticas de Menem, en Argentina, y Cardoso, en Brasil, se transformó en un instrumento importante para el objetivo de las clases dominantes de nuestros países de instalar una economía de mercado, desregulada, libreempresista, dominada por un puñado de monopolios y terratenientes.
Programa del PCR. 12 Congreso, 2013.