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13 de marzo de 2013

El gobierno y el Estado

Reflexiones sobre el Proyecto X

 Las novedades sobre el espionaje a organizaciones políticas y sociales, a trabajadores y luchadores por los derechos humanos, que se conocieron en estos días con el Proyecto X de la Gendarmería nacional, son de esos hechos que sirven para develar la esencia del gobierno kirchnerista, de gerente de las clases dominantes que detentan el poder del Estado.

 Las novedades sobre el espionaje a organizaciones políticas y sociales, a trabajadores y luchadores por los derechos humanos, que se conocieron en estos días con el Proyecto X de la Gendarmería nacional, son de esos hechos que sirven para develar la esencia del gobierno kirchnerista, de gerente de las clases dominantes que detentan el poder del Estado.
Los marxistas sabemos con Lenin que “El Estado es una máquina para mantener la dominación de una clase sobre otra”. Y el gobierno kirchnerista ha demostrado, en estos casi 10 años, que uno de sus objetivos centrales ha sido y es fortalecer este Estado para garantizar la “continuidad jurídica” y la “gobernabilidad” al nuevo sector hegemónico de las clases dominantes que representa en el gobierno.
Por eso el gobierno kirchnerista, que se embandera con los derechos humanos y se presenta como el artífice de juicios a los genocidas que son un logro de la lucha del pueblo, se niega a abrir los archivos de la dictadura, y ha reforzado de múltiples maneras el aparato estatal, en su faz represiva.
No sólo mantiene el podrido aparato represor y de espionaje interno de la dictadura, que es mucho más vasto que el descubierto Proyecto X, sino que el kirchnerismo lo ha desarrollado, con cuantiosos aportes del presupuesto a la Secretaría de Inteligencia (la ex SIDE), y volcando a las fuerzas de frontera como Gendarmería y Prefectura, cada vez más a tareas de represión interna.
Esta política es una necesidad del kirchnerismo, en tanto grupo voraz de burguesía intermediaria que busca usar las palancas del poder para fortalecerse él, y fortalecer a los monopolios imperialistas, sectores de burguesía intermediaria y grandes terratenientes aliados.
Esto, que es lo que se conoce como el “capitalismo de amigos”, necesita del aparato del Estado. Por eso son infantiles las explicaciones de algunos ministros del gobierno nacional, que pretenden presentar al Estado como un ente neutral que concilia los distintos intereses de las clases sociales.
Estos diez años están llenos de ejemplos de la utilización del Estado en beneficio del kirchnerismo, sus socios y aliados. Lo podemos ver en la tremenda sojización de nuestro agro de la mano de los pules y grandes terratenientes en función de los intereses de los monopolios imperialistas que manejan la exportación de granos y aceites, en la gran minería, en el petróleo, o en las compras directas del Estado a grupos imperialistas, como por ejemplo a los chinos en ferrocarriles.
La otra cara de esta política es la creciente criminalización, y en esto van a fondo en la utilización del Estado, no sólo en su faz represiva directa, sino en la imposición de leyes como la Ley Antiterrorista, o en la utilización del aparato judicial para tener a 5.000 luchadores sociales enjuiciados.
Por todo esto, la lucha por torcerle el brazo al gobierno en su política de espionaje y persecución a las luchas populares, es parte de la tarea por barrer a este Estado oligárquico imperialista, porque el sector hegemónico de las clases dominantes es claramente el principal soporte de una política reaccionaria, que descarga el ajuste, la inflación y la crisis sobre los trabajadores y el pueblo.
Y no es lo mismo ir “con filo” a esta lucha, que diluir la responsabilidad del gobierno kirchnerista igualándolo al resto de las clases dominantes, porque esto es negar la esencia de esta política, y no ayuda a precaverse de los sectores de las clases dominantes enfrentados al kirchnerismo.