El 30 de julio de 1907 (según Jacinto Oddone), un grupo de socialistas entre los que se contaban altos dirigentes partidarios, incluido Juan B. Justo, fundaban una “cooperativa limitada de crédito y edificación”, que se llamó “El Hogar Obrero”. Esta institución, sin duda, es una de las cooperativas con más vasta trayectoria durante casi todo el siglo 20. Justo, secretario del Partido Socialista, fue quien expuso en la reunión fundacional los objetivos de la cooperativa, así como un proyecto de estatutos. El artículo segundo establecía: “Esta sociedad tiene por objeto proporcionar crédito a sus asociados para la adquisición de sus hogares y para otros fines en la medida que permitan los reglamentos de la sociedad”. La Cooperativa estaba habilitada para prestar dinero, y comprar terrenos para edificar, para venderle a los socios, o para renta.
En su origen, esta cooperativa fue presentada como “solución” por el Partido Socialista, ante el grave problema de vivienda en los atestados inquilinatos, que meses después derivó en la “huelga de los inquilinos”.
Al poco tiempo, la cooperativa tenía casi 2.000 socios, construyó las primeras casas, y en 1911 comenzó la construcción del primer edificio, de siete pisos y 32 departamentos, en el barrio de La Boca.
Es conocida la importancia que siempre dio el socialismo argentino, y Juan B. Justo en particular, al movimiento cooperativo. Pero no buscó desarrollar las cooperativas como planteó Lenin, como una escuela donde los obreros aprendían a manejar la producción y las palancas claves de la economía, sin gerentes ni patrones, como un aprendizaje para el manejo del Estado que surgiera de una revolución. Justo opuso el cooperativismo al camino revolucionario: “Al acentuar la necesidad de la acción política del proletariado, sus promotores exageraron la importancia del gobierno y de la ley, y se mostraron indiferentes u hostiles a otras actividades fundamentales. Mientras se teorizaba sobre la próxima ‘dictadura del proletariado’, mirábase el gremialismo proletario como un simple camino de propaganda y se mostraba por la cooperación libre el más equivocado desdén”, escribió en Teoría y práctica de la historia, en 1909.
“El Hogar Obrero”, en 1913, instaló su primer almacén. Con los años los edificios y “conjuntos habitacionales” se multiplicaron, y el Hogar Obrero se transformó en una de las mayoras constructoras del país. El modesto almacén se transformó en miles de supermercados, conocidos como los Supercops, hasta su sonora quiebra en 1991, lejos, muy lejos de los ideales socialistas.