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06 de septiembre de 2017

El 25 de agosto el Huracán Harvey azotó la Costa del Golfo en Texas, Estados Unidos, y provocó una gigantesca catástrofe con al menos 50 muertos, más de 20 desaparecidos, miles de desplazados, miles y miles de casas y campos destrozados, y la cuarta ciudad norteamericana, Houston, bajo el agua.

El huracán Harvey desnuda el sistema capitalista

Decenas de muertos y centenares de miles sin techo en Estados Unidos

Hay muchos que ya comparan al Harvey con el Katrina, que destruyó parcialmente Nueva Orleans en el 2005. El gobierno de Donald Trump, cabeza actual del imperialismo yanqui, ha mostrado ante el Harvey lo poco que le importan las vidas del pueblo, ya que días antes, cuando ya se sabía del rumbo del huracán, se reunió con el gobernador de Texas, pero para ver cómo protegían las refinerías petroleras que se concentran en el Golfo de Texas y las mantenían en producción, no las vidas y las viviendas de los habitantes. Pese a esto, hay denuncias de derrames de tanques de almacenamiento petroleros por parte de organizaciones ambientales.
Los más perjudicados, que se cuentan por centenares de miles, son desde ya los sectores más pobres. Muchos chicanos, negros e inmigrantes que son superexplotados en los muelles, las refinerías, o en los sembradíos de arroz, algodón y caña.
Organizaciones populares y de izquierda en Estados Unidos denuncian que la política de ambición desmedida de los monopolios ha modificado las tierras de la zona arrasando pastizales y humedales, talando bosques y hasta pavimentando y canalizando pantanos, con lo cual el suelo se ha vuelto incapaz de absorber las lluvias torrenciales. Esto, que se ha hecho con aval de los gobiernos para favorecer negociados inmobiliarios, de grandes centros comerciales y de determinados cultivos, ha llevado al propio Servicio Meteorológico nacional en la ciudad de Corpus Christi, puerto desde donde salen embarques petroleros, a advertir que la inundación probablemente dejará a muchas zonas “inhabitables durante un período extendido”.
El alcalde de dicha ciudad llegó a decir que “No voy a poner en peligro nuestro personal de policía y bomberos para sacar arrastrando a una persona de su casa si no se quiere ir”. Esto explica por qué hay millares de afectados que no tienen asegurado alimento, atención sanitaria ni albergue, a varios días de producido el huracán.
 
Demandas de los damnificados
El Harvey ha puesto en evidencia, como lo hicieron anteriormente otros huracanes que no son ninguna novedad en la zona, que las clases dominantes yanquis no tienen previsto ningún tipo de plan serio de contingencia para estas situaciones, y que hasta la propia infraestructura vial está orientada a la búsqueda de ganancias. Por ejemplo se denuncia que en la región no hay servicio ferroviario, y casi ha desaparecido el transporte público. La única manera de trasladarse es en auto particular, lo que, esta oportunidad, ha colapsado las rutas desde las zonas inundadas a lugares altos.
Los damnificados se están organizando, y con el apoyo de distintas organizaciones han planteado un pliego de demandas a los gobiernos municipales, al estatal y al nacional.
Entre los reclamos principales está que los damnificados “reciban alojamiento y cuidado hasta que puedan regresar con seguridad a sus casas. Asistencia de emergencia inmediata – que provean agua, alimento, medicina y otras necesidades básicas de inmediato y sin cobro alguno. Que se efectúen “evacuaciones inmediatas, ordenadas, y seguras”.
También han denunciado a las compañías de seguro, monopolios petroleros, promotoras inmobiliarias, etc., que “lucran y especulan con el sufrimiento de la gente”. Finalmente desde varias organizaciones se reclamó que el nefasto ICE, la policía aduanera que utiliza Trump para detener y expulsar inmigrantes, se mantenga alejada de hospitales y centros de refugio. “Que no obliguen a las personas a decidir entre ahogarse o morir en las anegaciones o perder a sus hijos por una separación permanente de sus seres queridos, y ser expulsados hacia otro lado del mundo”.