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21 de septiembre de 2011

Haciendo uso de la “diplomacia del yuan”, China busca ganar peso político en la Unión Europea, ofreciendo “ayuda” a los países más comprometidos por la crisis.

El imperialismo chino en Europa

Busca ganar posiciones en su disputa global (Exclusivo internet)

Aunque lejos de tener capacidad para convertirse en prestamista de última instancia, China aparece ofreciéndose como compradora de títulos públicos en función de sus intereses imperialistas y para reforzar sus intereses en el Viejo Continente. Por supuesto no sin dejar de pedir a la Unión Europea “seguridad para sus inversiones” como manifestó a principios de este mes el primer ministro Wen Jiabao, y de señalar, como lo hizo el mismo Wen el miércoles de la semana pasada, que “los países deben poner primero su propia casa en orden” antes de que China compre bonos de la deuda, refiriéndose a las naciones europeas fuertemente endeudadas, como Grecia e Italia.

“China pretende aumentar su influencia política en el mundo, pero sabe que va a tener problemas para recuperar su dinero y tiene que pensar cuánto puede ofrecer en préstamos”, explicó a La Nacion (16/9/11) Michael Pettis, catedrático de Finanzas en la Universidad de Pekín y asociado principal de Carnegie Endowment. A su juicio, “el problema de los países europeos es que deberían recurrir a sus vecinos y aliados para resolver sus problemas de liquidez porque, si se trata realmente de falta de solvencia, no van a solucionar nada con la ayuda china, sino sólo posponer la solución”.

 

Las compras de Pekín

Ya durante una visita a Portugal en noviembre del año pasado, el presidente chino, Hu Jintao, prometió “apoyar con medidas concretas el impacto causado por la crisis financiera global”. En diciembre, poco después de que el ministro de Finanzas de Portugal se reuniera con su homólogo chino, Xie Xuren, y con el gobernador de su Banco Central, Zhou Xiaochuan, el diario Jornal de Negocios informaba que Pekín estaba dispuesto a hacerse con entre 4.000 y 5.000 millones de euros de su deuda pública. Una cifra que si bien no salva a Portugal de su insolvencia, en su momento calmó los mercados al igual que la posterior “expresión de confianza” del viceprimer ministro chino, Li Keqiang, en los bonos del Tesoro españoles.

Después, durante su visita a Pekín en abril, el presidente del gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció con bombos y platillos que China iba a destinar 9.000 millones de euros para reflotar las cajas de ahorros. Aunque esto fue posteriormente desmentido por China, en el mercado se dice que ésta ha comprado un paquete importante de bonos de deuda pública española.

En cuanto a lo que ocurre en Grecia, las adquisiciones de bonos tóxicos del Estado han ido acompañadas de otras compras estratégicas por parte de China. Como la concesión a la naviera Cosco, por 3.400 millones de euros y 35 años, de las dos principales terminales de contenedores del puerto griego del Pireo, uno de los mayores del planeta. Además, bancos estatales chinos prestaron en octubre 267 millones de dólares a tres navieras griegas para participar en la principal industria del país.

En junio, cuando el premier Wen Jiabao se comprometió a “dar una mano” a Europa, China adquirió deuda pública de Hungría y prorrogó un préstamo de 1.000 millones de euros. Una cifra insignificante frente a los centenares de millones de euros de deuda que tienen comprometidos los países europeos, como volvió a quedar de manifiesto con el acuerdo con Italia anunciado el lunes pasado. Pero que les ha servido para lograr un mayor compromiso por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña, Suiza y Japón, cuyos bancos centrales tuvieron que salir el jueves pasado en una nueva operación conjunta para facilitar 180.000 millones de dólares por tres meses a la banca europea. Un alivio temporal de magnitud verdaderamente significativa, que por supuesto no dejó de ser acompañado de una presión incluso abierta –que incluyó la presencia del secretario del Tesoro de Estados Unidos– para que los Estados de los países de la Unión Europea asuman un mayor compromiso de “salvar” a sus grandes bancos de sus acreencias incobrables.

 

Lo que reclama China

Aunque las operaciones comerciales y financieras del régimen de Pekín en el extranjero son un secreto de Estado, los expertos calculan que tiene en euros un cuarto del total de sus reservas de divisas equivalentes a los 3,2 billones de dólares. China ya no sólo financia la deuda pública de Estados Unidos, de la que posee más de 1,15 billones de dólares en bonos del Tesoro emitidos por la Reserva Federal, sino que ha venido diversificando sus tenencias de deuda extranjera como parte del financiamiento de sus exportaciones a otras áreas, como es el caso de la Unión Europea (de la que ya acumularía euros por un equivalente a los 800 mil millones de dólares).

Sus promesas de “ayuda”, exigiendo “seguridad” para sus inversiones y “orden” en las cuentas, buscan por tanto preservar sus reservas en euros y obtener ventajas comerciales, como hace también con Estados Unidos respecto del dólar. Pero además busca poder presionar a la Unión Europea en asuntos tan diversos como el levantamiento del embargo de armas vigente desde la matanza de Tiananmen en 1989, su reconocimiento como “economía de mercado” por la Organización Mundial del Comercio, las negociaciones sobre el cambio climático o las decisiones del G-20.