La renuncia del ministro de Economía de Cristina Fernández, a apenas 4 meses y medio de su asunción, volvió a mostrar que su gobierno, como antes el de su consorte, niega los problemas que está atravesando el país como consecuencia de su propia política económica. En particular la inflación que carcome los salarios, que pretendió y pretende tapar con la intervención del Indec, truchando los índices y apelando a controles que se muestran cada vez menos eficaces.
Frente a esta realidad, el ministro Lousteau habría planteado la necesidad de algunas “correcciones”. Pero esto para el “príncipe” consorte sería reconocer que “su modelo económico” es el responsable de la inflación. Subido a la tribuna acusó a los chacareros de ser los que “queman los campos, nos mandan el humo, nos desabastecen o nos suben los precios”, señalándolos como “los que generaron el 1955 y el 1976”.
Así las cosas es comprensible que ante la ceguera del gobierno sobre los problemas que genera su gestión, o su falta de gestión, cada día haya menos gente que les cree y que esto se manifieste en “el mercado”: en un día, el viernes pasado, el Banco Central tuvo que vender 300 millones de dólares, mientras crecía el temor de que el gobierno entrara en una nueva cesación de pagos, lo que en el exterior se expresó en un nuevo aumento del riesgo país.
02 de octubre de 2010