El asesinato de Cynthia Carolina Escobar no es un hecho aislado: por el contrario, responde al “típico caso” de violencia contra la mujer que termina en muerte. El mismo machismo fue responsable de la muerte de varias otras mujeres y niñas en este proceso. Así también el acuchillamiento de Ana Liz Reyes Sosa, quien fue llevada engañada a La Plata, Argentina, en busca de trabajo, porque en su país no encontró forma de seguir adelante con su vida. Así también como tantas otras mujeres que migraron al exterior, víctimas de engaños, de trata de personas o la prostitución, siendo estas la expresión más soberbia de violencia hacia la mujer.
En el Examen Periódico Universal (EPU) de las Naciones Unidas, realizado recientemente en Ginebra (Suiza), el Paraguay llamó la atención por su alta tasa de violencia hacia la mujer. La ONU criticó al Paraguay por esta situación. Esta misma organización había expresado que la violencia hacia la mujer ha tomado visos de pandemia en Paraguay. La violencia contra la mujer se da en todas las clases sociales, pero las posibilidades de liberarse de la agresión de las mujeres de la clase trabajadora y la campesina son más dificultosas, por la falta de empleos, guardería, lugares de albergue, atención psicológica y múltiples formas de vulneración de sus oportunidades de derechos.
Repudiamos estos asesinatos y todo acto de violencia hacia la mujer, e instamos a las mujeres a organizarnos, a defendernos de la violencia, del atropello que parte del propio Estado, que se expresa en despidos de lugares de trabajo, destituciones, atropellos a quienes luchan por una patria mejor, mientras que el presidente Cartes se prepara para seguir con su política de entrega y saqueo.