Es intolerable que en cada conflicto docente todos se sientan autorizados para hablar de educación como si fueran pedagogos reconocidos.
Es ofensivo que los canales de TV les paguen fortunas a tipos que no saben lo que es estar en una escuela con ratas, con sillas rotas o sin sillas, sin un ventilador o sin vidrios ni mucho menos estufas, y muy sueltos de cuerpo se pongan a opinar de lo mal que enseñamos los maestros.
Es intolerable que en cada conflicto docente todos se sientan autorizados para hablar de educación como si fueran pedagogos reconocidos.
Es ofensivo que los canales de TV les paguen fortunas a tipos que no saben lo que es estar en una escuela con ratas, con sillas rotas o sin sillas, sin un ventilador o sin vidrios ni mucho menos estufas, y muy sueltos de cuerpo se pongan a opinar de lo mal que enseñamos los maestros.
Son tan ignorantes o cínicos, o ambas cosas, que no saben que sufrimos, por lo menos desde la Ley Federal para acá, el desguace de la escuela pública con la EGB, la SB, las conformadas, las medias puras, la eliminación de un año de escuela primaria, el intento de hacer desaparecer la escuela técnica y la deformación de la misma.
Y mientras todo eso sucedía ¿dónde estaban todos estos personajes que hoy son expertos y nos dicen qué tendríamos que hacer?
Porque nosotros, los docentes, sí sé dónde estábamos. Estábamos en las aulas y en las calles resistiendo los embates y sosteniendo la escuela pública. Porque si no lo hubiéramos hecho hoy no existiría. Pasamos por cientos de reformas. Por cientos de cambios curriculares.
El día que escuché que las autoridades repetían como loros que el “currículum es prescriptivo” y tantas estupideces que se recitaron como la Biblia, desacreditando al maestro como persona y como orientador del conocimiento, entendí que, o damos vuelta la tortilla, o no hay posibilidades de dar una educación de calidad.
Es falso que la privada enseña más y mejor que la pública. Es falso que nos tengan que evaluar. Por qué no evalúan a los médicos, a los ingenieros, a los diputados, etc., etc. Y además nos evalúan señores de la TV y funcionarios malintencionados. Todos los años nos evalúan y califican.
Lo que no evalúan es el hambre atrasado y aumentado con que vienen los chicos a la escuela. Las situaciones de violencia en la que se vive en los barrios inundados de paco. Sin cloacas ni agua potable. Con familias que llevan varias generaciones sin trabajo, con una cama para 4 o 5 hermanos.
Eso deberían evaluar para darse cuenta que lo que hacemos en la escuela pública son milagros para lograr que aprendan, para que coman, para que durante 4 horas se olviden de la vida injusta e inmerecida que llevan. Déjense de hablar pavadas por TV.
Sepan que el maestro tiene orgullo de serlo. Que se merece un sueldo digno y un trato respetuoso, porque por sus manos pasan a lo largo de su carrera, la vida, los sueños y el futuro de nuestra patria.
Y eso no se lo vamos a regalar a ningún gobernante, ya que de sobra han demostrado que desprecian al pueblo y sus necesidades.