Como ya nos había acercado a la vida de su provincia, Santa Fe, desde la historia de sus trabajadores y su pueblo, en su libro Del genocidio y robo de tierras al boom sojero (UNR Editora, 2006), en este nuevo libro Oscar Ainsuain nos acerca a la lucha y los ideales de sus chacareros, en su historia y en su actualidad de la rebelión agraria, comenzando por un documentado relato de la vida de Mariano Echaguibel, el secretario gremial de la Federación Agraria Argentina fallecido en un accidente durante la gran huelga agraria de 1994, contra la política menemista.
Siguiendo con su escrito, nos remonta a las luchas e ideales de los ascendientes familiares de Mariano y de los de su compañera, relacionándolos con el papel de las luchas campesinas tanto en las revoluciones de Europa, como en las de nuestra América.
La descripción particularizada de algunas de estas experiencias, de sus logros y fracasos, constituyen un valioso aporte que ayudará a quienes lo lean a vincular los contenidos y perspectivas de sus luchas con las de sus ascendientes familiares o de sus comunidades de origen, sean del continente americano o de los otros continentes.
En las tradiciones republicanas y libertarias en las que se identifican a través de las generaciones los componentes de las familias descendientes de vascos, españoles o franceses (págs. 115/l52), también podrán reconocerse aquellos cuyos ancestros provienen de los campesinos y proletarios italianos que se alzaron junto a Garibaldi, de los alemanes que protagonizaron las guerras campesinas o de los suavos, del sur de Alemania, que fueron extrañados por más de un siglo a Rusia –por lo que se los llama “alemanes del Volga”–, para hablar sólo de algunos de los tantos otros que al leer estas páginas rememoraran también sus historias familiares (eslavas, polacas, croatas, armenias, judías, árabes, etc.).
Y en la identificación de los criollos con aquellos “mancebos de la tierra” –hijos de españoles y madres originarias–, que se rebelaron en Santa Fe tan temprano como en 1580 (págs. 156/160), o los que más tarde lucharon junto a Artigas o Güemes (págs. 176/191), también podrán verse reflejados los originarios cuyos ascendientes resistieron en desigual pelea a los conquistadores durante siglos, lo mismo que los hermanos de los países vecinos.
Todos los lectores, desciendan de inmigrantes u originarios, e incluso los propios originarios, podrán encontrar en este libro parte de su historia en lo que es el aspecto agrario en nuestra historia desde la Revolución de Mayo de 1810, y hasta una referencia breve, aunque sustanciosa, a los ideales agraristas de la revolución mexicana con cuyos líderes muchos se identifican, unos más con Pancho Villa, otros más con Emiliano Zapata (págs. 205/207).
Este nuevo libro de Oscar Ainsuain se completa con el mejor homenaje que hubiera deseado Mariano Echaguibel: una descripción y análisis detallado de la rebelión agraria de 2008, abonada en el conocimiento directo del autor de los hechos y sus protagonistas, con su compromiso como periodista y escritor al servicio de la causa de los explotados y oprimidos del campo y de la ciudad.
02 de octubre de 2010