Noticias

30 de octubre de 2019

Otto Vargas

El materialismo histórico

Extractado de: “Sobre el modo de producción dominante en el Virreinato del Río de la Plata”, de Otto Vargas, Editorial Ágora, Buenos Aires, 1983, págs. 9 a 12.

En la polémica sobre el carácter de las colonias españolas hay quienes aprovechan la confusión existente entre muchos historiadores respecto de las categorías de: capitalismo, modo de producción capitalista, feudalismo y modo de producción feudal, para impugnar, en su esencia, la noción marxista de modo de producción capitalista; y, de una manera más totalizadora, las categorías marxistas de formación económico-social y modo de producción; la relación entre base y superestructura –principalmente la concepción marxista del Estado– y la relación entre revolución y evolución; negando, de fondo, al marxismo, como concepción científica de la historia.

Esto es lógico. Ya enseñó Lenin que “no puede haber una ciencia social ‘imparcial’”, y que por ello el marxismo suscita “el odio de la ciencia burguesa” y, coherentemente, el odio de los revisionistas y reformistas, aunque éstos disfracen su odio como amor al marxismo.

Es tan enorme la confusión teórica creada por el revisionismo contemporáneo sobre estos temas, que no nos quedará más remedio que hacer largas citas de las opiniones de Marx, Engels y Lenin sobre estas cuestiones, ya que las mismas han sido tergiversadas y falsificadas por los revisionistas. Pero ésta es la única forma de clarificar la base teórica del problema.

Trataremos de abordar, sucesivamente, los puntos en debate.

El marxismo es una guía para la investigación histórica. No es una “filosofía de la historia” que permite deducir de sus postulados un proceso histórico concreto, como señalaron reiteradamente Marx y Engels.

A partir de esta verdad elemental, los revisionistas modernos ponen en boga viejas tonterías reformistas, destinadas a negar el carácter científico de la concepción materialista de la historia y, por ende, la existencia de principios de validez universal que permiten estudiar y descubrir las leyes que rigen el proceso de desarrollo de formaciones económico-sociales concretas. En especial se niega la validez universal de la doctrina económica del marxismo, a la que Lenin consideraba “el contenido esencial del marxismo”.

Por aquí cruza la línea demarcatoria entre marxismo y revisionismo.

A partir de la diversidad y originalidad propias de cada proceso histórico concreto, que como tal es inevitablemente irreproducible, se niega la existencia de leyes universales que rigen el desarrollo de la sociedad. Leyes que permitieron decir a Lenin: “El marxismo señaló el camino para un estudio global y multilateral del proceso de aparición, desarrollo y decadencia de las formaciones económico-sociales” poniendo “al descubierto las raíces de todas las ideas sin excepción y de las diversas tendencias que se manifiestan en el estado de las fuerzas productivas materiales (V.I. Lenin, “Carlos Marx”, en Obras Completas, Buenos Aires, Cartago, 1958, Tomo XXI, pág. 51).

So capa de atacar “al dogmatismo”, y en busca de “una teoría de los modos de producción coloniales de América tomados en su especificidad”, el brasileño Santana Cardoso es un ejemplo de esta posición en América Latina. El mismo se encarga de elogiar el estímulo a sus posiciones derivado de “la revitalización del marxismo creador en los años 60, luego de tres décadas de relativo estancamiento” (Ciro Santana Cardoso “Severo Martínez Peláez y el carácter del régimen colonial”, en Modos de producción en América Latina, Cuadernos de pasado y Presente, N° 40, Buenos Aires, 1973, pág. 99”).

Ese “marxismo creador” permite a cada investigador realizar el “aporte” de definiciones originales. Como sucede con Juan Carlos Garavaglia, quien considera a las misiones jesuíticas del Río de la Plata como un modo de producción “subsidiario”, al que llama “despótico-aldeano” o “despótico-comunitario”.

Análisis como el de Cardoso evitan la definición marxista-leninista de los modos de producción, amparándose en el examen de los detalles de una “realidad infinitamente variada” a la cual sería –en la práctica– inaplicable el marxismo-leninismo. Por esta senda sólo se arriba al eclecticismo y al empirismo estrecho, típicos del revisionismo.

Se abandona, con tal metodología, el método marxista que se guía por el hecho de que: “en todas las formas de sociedad existe una determinada producción que decide del rango y de la importancia de todas las otras. Es como una luz general en la que se bañan todos los colores modificando sus tonalidades particulares” (Carlos Marx, Introducción general a la Crítica de la Economía Política, Cuadernos de Pasado y Presente, N°1, Córdoba, 1968, pág. 59).

 

Hoy N° 1789 30/10/2019