lviden Mayo del ‘68”, dice el “borocotizado” Daniel Cohn Bendit, uno de los líderes de aquella rebelión. “Hay que enterrar Mayo del ‘68”, vocifera el presidente de Francia, Sarkozy. ¿Qué pasó en Francia en ese mayo, que provoca tanto odio de clase cuatro décadas después? Una gigantesca ola de luchas arrancó desde el movimiento estudiantil universitario, y llevó a huelgas y combativas movilizaciones que involucraron a 10 millones de trabajadores, haciendo tambalear las estructuras del Estado francés.
Contexto internacional
El Mayo francés se dio en el contexto de una gran oleada revolucionaria internacional. En primer lugar se desplegaba en esos años la Revolución Cultural Proletaria China, que movilizaba a millones de personas, principalmente jóvenes, lanzados a la lucha por afirmar el camino del socialismo en China. A los jóvenes chinos le deben los estudiantes franceses, entre otras cosas, el famoso “prohibido prohibir” que llenó los muros de las universidades.
Eran los años en que crecía el repudio a la invasión yanqui a Vietnam, sobre la base de la tenaz resistencia del heroico pueblo vietnamita. Se desplegaban luchas estudiantiles en varios países de Europa, Estados Unidos, México, y acá en nuestro país, tomando las banderas revolucionarias desplegadas por el Che, nuestro naciente PCR encabezaba luchas que acercaban fósforos al polvorín de odio que estaba bajo los pies de la dictadura de Onganía, y que estalló al año siguiente, con el Correntinazo, el Rosariazo y el Cordobazo.
La oleada se extendió a la Europa del Este, ya en ese entonces dirigida por regímenes serviles del socialimperialismo soviético. El levantamiento conocido como “La Primavera de Praga”, capital de Checoslovaquia, fue expresión de esta rebelión de masas contra el revisionismo moderno.
Por todo esto, en noviembre de 1968, nuestro Partido analizó que estas “grandes huelgas y luchas obreras y estudiantiles que en los meses de mayo y junio de este año conmovieron a Francia y al mundo entero”, mostraban que “estábamos en el inicio de un período de auge de las luchas antimonopolistas y anticapitalistas, de alcance mundial” (Informe del Comité Nacional, Partido Comunista (CNRR), noviembre de 1968).
“Seamos realistas, exijamos lo imposible”
A comienzos de 1968, los estudiantes franceses se lanzaron a la pelea contra la falta de presupuesto y el anticuado sistema universitario, lo que se combinó con la rápida radicalización política de miles en el curso de la lucha.
En marzo, estudiantes de la Universidad de Nanterre, cercana a París, que conformaban una organización contra la ocupación yanqui en Vietnam, fueron detenidos luego de una manifestación.
En abril, Nanterre fue ocupada por los estudiantes reclamando cambios en la política educativa, la libertad de los presos, el fin de la ocupación yanqui en Vietnam, y repudiando al gobierno francés.
El 6 de mayo, los “Ocho de Nanterre”, salieron de una audiencia cantando La Internacional, y en una manifestación, 1.500 estudiantes fueron ferozmente golpeados. Nanterre fue clausurada y la protesta se trasladó a la Universidad de La Sorbona, en París. El gobierno de De Gaulle mandó la policía a desalojarla, desatando una gran represión y deteniendo a los líderes estudiantiles.
Aquí comenzó un mes de paros estudiantiles y de profesores, que se extendieron al movimiento obrero francés, con gigantescas huelgas, movilizaciones, tomas de fábricas, etc.
Surgió una poderosa corriente de izquierda que cuestionó profundamente al revisionista PC de Francia, y a la burocrática dirección de la CGT. El Barrio Latino de París (donde residían miles de estudiantes) fue totalmente barricado y se desarrollaron enfrentamientos con la policía durante días y noches. Los liceístas (estudiantes secundarios) se sumaban a los combates callejeros, junto a algunos jóvenes obreros. Se tomaron masivamente facultades y colegios.
El 10 de mayo, la policía quiso recuperar el Barrio Latino. Un periodista deportivo radial tuvo que cubrir los enfrentamientos y así lo relataba: “ahora los CRS [la policía antidisturbios francesa] está cargando, están tomando por la fuerza la barricada -¡Oh Dios! Ha empezado una batalla. Los estu- diantes contraatacan, podéis oír el ruido –los CRS se retiran. Ahora se están reagrupando, preparándose para cargar de nuevo. Los habitantes están arrojándoles cosas desde sus ventanas a los CRS -¡Oh! La policía está respondiendo, disparando granadas contra las ventanas de los apartamentos…” cuando el productor le interrumpió: ‘No puede ser cierto, ¡los CRS no hacen cosas como ésa!’. ‘Te explico lo que estoy viendo…’, contestó el periodista”. Su voz se apaga. Le han cortado la emisión.
La policía fracasa y debe dejar las calles, quedan cerca de mil heridos, crece la indignación y a las huelgas de docentes y estudiantes tiene que sumarse la propia CGT.
Tres días después cerca de un millón de personas manifiesta en París, repudiando al gobierno.
El 13 por la noche La Sorbona es ocupada por los estudiantes y una imagen da la vuelta al mundo: la estatua de Louis Pasteur engalanada por una bandera roja, y rodeada por retratos de Marx, Lenin, Stalin y Mao.
“Obreros y estudiantes…”
En la clase obrera francesa crecía el malestar por una oleada de despidos, recortes salariales, y la pasividad de los jerarcas sindicales. Algunos sectores estudiantiles, que buscaban la alianza con los trabajadores, iban a volantear a las fábricas, convocando a los obreros a sumarse a las manifestaciones. Dentro de las grandes empresas comenzaron a surgir comités de huelga, comisiones internas y cuerpos de delegados que instaban a la lucha.
El miércoles 15 de mayo, 200 obreros jóvenes encabezan la toma de la planta Renault de Boulogne-Billancourt, en la que trabajaban 6.000 personas, y proclaman “la Nanterre obrera”. Se extienden las huelgas y las ocupaciones a París, Lyon y Normandía. El 16, miles de estudiantes marchan hasta las puertas de la Renault: “Los obreros deben tomar la bandera de lucha de nuestras frágiles manos”.
A los pocos días, diez millones de obreros se lanzan a la huelga general buscando formas de coordinación al margen de la CGT y el PCF. Se suman agricultores de Nantes bloqueando carreteras, se paralizan los servicios públicos. De Gaulle, hacia fines de mayo, debe conceder aumentos salariales, reformas en el sistema educativo, y llama a elecciones anticipadas.
Al no existir un centro coordinador de las gigantescas luchas de los distintos sectores sociales, ni un verdadero partido de vanguardia, las clases dominantes francesas, con la complicidad de los burócratas sindicales y los revisionistas, logran que el movimiento se vaya diluyendo hacia fines de mayo, y llevarlo a una encerrona electoral, que gana el oficialismo en junio.
“No le pongas parches, la estructura está podrida”
El Mayo francés fue una gigantesca conmoción social que puso todo en cuestión. “Si entendemos por revolución cultural, a la moda de Pekín, las confesiones públicas, las autocríticas, los remordimientos colectivos, en París estamos en plena revolución cultural”, llegó a decir la corresponsal de Tele/eXpres, de Barcelona.
Desde el gobierno hasta si era necesario un partido de vanguardia. Desde los exámenes hasta las costumbres sexuales, miles discutían sobre la cultura, la ideología, la política… Ni el fútbol quedó afuera del torbellino. Al Mayo francés los jugadores profesionales le deben la eliminación de los contratos de por vida que los ligaban a los clubes.
Mayo del ‘68 desnudó al revisionismo prosoviético, y mostró cómo, a la hora de la verdad jugaba contra el auge de masas. El PCF acusó de “aventureros” y “grupúsculos” a la dirección del movimiento, y cavó una profunda zanja que lo terminó de separar de las grandes masas.
En la Universidad fue largamente debatida la cuestión de su gobierno, así como los exámenes y su validez pedagógica. Una resolución de varias asambleas generales de distintas facultades planteaba: que “Los exámenes y concursos en su forma actual deberán desaparecer y ser sustituidos por una evaluación continua…”. Este debate tuvo eco en nuestro país, como muestra la experiencia del Taller Total llevada a cabo en Arquitectura de la Universidad de Córdoba y luego de la UBA a comienzos de la década del ’70, encabezada por compañeros del PCR y la agrupación estudiantil FAUDI (Frente de Agrupaciones Universitarias de Izquierda).
Cuarenta años después
Cuarenta años después, un gigantesco operativo mediático trata de dejar como legado de la rebelión francesa, sólo algunos pósters y fotografías. Nada nuevo, lo mismo quisieron hacer con los grandes líderes del marxismo, y con el Che.
Pese a ellos, se pueden ver las huellas del Mayo Francés, hasta en los piquetes agrarios de Argentina. Además, los levantamientos de los hijos de los inmigrantes en los suburbios de París de los últimos años muestran que esa sociedad, dominada por una burguesía imperialista, sigue sin poder dar respuesta a los anhelos de la mayoría de la población, y que nuevas generaciones buscan su propio camino para enfrentarla y, más temprano que tarde, volverá a cerrar las calles con barricadas, para abrir el camino hacia la revolución.