Argentina es, desde hace muchos años, un país dependiente del imperialismo. Lenin lo citó en 1916, en El imperialismo, fase superior del capitalismo cuando quiso dar un ejemplo de tal tipo de países. Además, también desde hace mucho tiempo, es un país en disputa entre varios imperialismos. Estos, a su vez, tienen a su servicio una burguesía intermediaria y sectores de la oligarquía terrateniente que trabajan estrechamente vinculados a cada uno de ellos. En un tal país resulta imposible clarificar los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA, y el “caso Nisman”, sin entender la feroz lucha interimperialista librada en la Argentina en las décadas últimas.
Cuando el Dr. Menem asumió el gobierno lo hizo con el apoyo monetario de varios países árabes (Libia, Siria e Irán, principalmente) y múltiples promesas a cambio.
Argentina, con gran esfuerzo y la valiosa colaboración de técnicos argentinos, acababa de completar la construcción del misil Cóndor y de probarlo, con gran eficiencia, a una distancia de 1.000 kilómetros. Irán había contribuido financieramente a su construcción. La presión anglo-yanqui para que Menem destruyera ese misil y las instalaciones que posibilitaban volver a construirlo fue terrible. Y Menem cedió: destruyó el misil y esas instalaciones.
La venganza fue terrible, si se tiene en cuenta que, además de la voladura de la embajada israelí y la AMIA, el hijo de Menem murió en circunstancias aún no esclarecidas pero con muchos indicios, algunos conocidos recientemente, que indican que fue asesinado.
Una delegación de la CIA (la central de inteligencia yanqui) y el Mossad (central de espionaje israelí) trajeron a la Cancillería argentina las pruebas del papel de la embajada iraní y sus cómplices en esos atentados. Sucedió hace varios años y el hecho fue conocido por muchos.
Las relaciones de Nisman y Stiuso con la CIA son de conocimiento público. Por lo que pueden inferirse múltiples razones para conocer la suerte que ambos corrieron. Si se tiene en cuenta la actual ubicación argentina en la disputa mundial.
El atentado contra la AMIA, en 1994, no fue un simple atentado terrorista. Los acusados por el gobierno argentino eran altos funcionarios de un gobierno extranjero y las pruebas aportadas a la asamblea general de Interpol y a su Comisión Directiva (que ordenó las llamadas alertas rojas) fueron contundentes. De allí las órdenes de captura que ésta decidió. Se podría calificar al atentado de un acto de agresión de un país extranjero.
Todo esto no se podría haber llevado a cabo sin la intervención de la “conexión local” de cada grupo. Conexiones que no han sido investigadas y fueron encubiertas hasta hoy.
La investigación de Nisman puede aportar más elementos. Pero ya existen toneladas de pruebas que implican a los iraníes en esos hechos.
Ahora Cristina se ha convertido en fiel sirviente del imperialismo chino y del imperialismo ruso. Puso como blanco a los yanquis (lo que no obstaculizó que les hiciese vergonzosas concesiones a la Chevron, pero esto es propio de su carácter de burguesía entreguista) y lógicamente, como Menem en su momento, recibe premios de un lado y castigos del otro.
Esto teñirá toda la situación política nacional en los próximos meses. Es inevitable.