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28 de agosto de 2019

Con salarios y jubilaciones devaluados en un 30%

El modelo económico sigue siendo el mismo

La nueva gran devaluación del peso argentino producto de la política macrista significa otro duro golpe en términos de inflación y, en consecuencia, a la ya golpeada actividad económica vía la licuación de los salarios, ingresos de jubilaciones y beneficios sociales. Lo que se verá agravado por la elevación de las tasas de interés que ahogarán aún más a la producción y el comercio nacionales.

Como en todas las devaluaciones del peso, los perjudicados directamente son quienes tienen sus ingresos en pesos que sufren con la inflación un traslado de parte de los mismos, principalmente hacia los sectores dominantes de la economía. Estos son los que pueden obtener dólares y manejarlos para beneficiarse con las devaluaciones. En nuestro caso, en particular los sectores que concentran el poder de la tierra y su producción –grandes terratenientes y pules– y los monopolistas de la industrialización de los granos y carnes y su comercialización, que manejan el ingreso de las divisas sometiendo el país a la dependencia del imperialismo. Dependencia que no sólo es comercial y financiera sino también política, como se ha manifestado desde el primer día del gobierno de Macri, cuya política ha llevado a profundizar el sometimiento de la economía argentina al dominio del dólar.

Tan es así que tras “la sorpresa” de las PASO, el gobierno de Macri nada hizo para frenar la corrida cambiaria, pese a haber alardeado anteriormente de que disponía de suficiente “poder de fuego” en el Banco Central para que eso no sucediera, logrando que importantes sectores financieros del propio bloque dominante se mantuvieran en la apuesta a las leoninas tasas de interés de los pesos con que se sostenía el caballito electoral del macrismo del “dólar estable”. Lo que supuestamente redundaría en una baja de la inflación y un repunte de la actividad económica, cuya levedad era desmentida en la vida económica diaria por el ahogo que implican esas tasas de interés tanto para el consumo como para cualquier inversión productiva. El daño producido por esta política, castigada con el fracaso electoral del macrismo, estalló en una nueva crisis cambiaria sin que el gobierno tomara ninguna medida para frenarla hasta que el peso se devaluó en más de un 30%, con el dólar pasando de un golpe de $45 a $57. Esto, además del perjuicio que implica para los sectores del trabajo y la producción, agudizó las contradicciones en el propio sector hegemónico manifestándose en la crisis política que se llevó puesto al ministro Nicolás Dujovne y puso en cuestión al cumplimiento del pacto con el Fondo Monetario Internacional.

Con la designación del ahora ministro Hernán Lacunza, el macrismo trata de recomponer su hegemonía sosteniendo el modelo económico que lleva el país al desastre, volviendo a poner como prioridad la estabilización del precio del dólar en torno a $57, aun con la inflación generada y haciendo alarde de que va a usar todas las reservas necesarias para ello. Esto, por supuesto, manteniendo al tope las tasas de interés que paga el Banco Central para recomponer la bicicleta financiera, sin preocuparse que eso junto a la inflación dañe aún más al consumo y la producción nacionales.

Queda claro que la prioridad del gobierno macrista de estabilizar al dólar no sólo tiene un objetivo electoral sino garantizar el mayor beneficio de la devaluación para los grandes terratenientes y monopolios exportadores a costa de más hambre y entrega, y con ello recomponer también las ganancias extraordinarias de la usura financiera imperialista, en particular de los sectores de Wall Street afines a la geopolítica del presidente Trump. Espera así obtener un perdón condicionado del FMI que le permita sostener un “dólar estable”, aunque sea limitado hasta octubre, creyendo que así pueden dividir a la oposición y recomponer su performance electoral.

El ministro Lacunza ha reiterado que el modelo económico sigue siendo el mismo que antes de las PASO, atribuyendo la crisis al “resultado inesperado” de las mismas, pero la mayoría de los argentinos ya sabemos a qué lleva este modelo oligárquico: más inflación, más tasa de interés, mayor ganancia financiera, más desempleo, más pobreza, más indigencia. Por lo que debemos mantener la pelea en las calles y en las urnas contra la política de ajuste, entrega y represión del macrismo, defendiendo y ampliando el Frente de Todos para garantizar su derrota en las elecciones del 25 de octubre.

Escribe Eugenio Gastiazoro

Hoy N° 1780 28/08/2019