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04 de marzo de 2015

El gobierno kirchnerista blanqueó que está dispuesto a agregar al endeudamiento del Banco Central y con China, más endeudamiento en dólares a tasas usurarias para sostener la “bicicleta financiera” a favor de los grandes bancos y especuladores.

El montaje de una bomba financiera

Como parte de la política de conseguir dólares a cualquier precio

En su política de renovar las Letras que vencen semanalmente y agregar nuevas para lubricar la “bicicleta financiera”, el Banco Central renovó el martes 26 de febrero íntegramente los títulos de deuda en moneda nacional que vencían esa semana –por $9.150 millones– y agregó nuevas letras por otros $8.653 millones.

En su política de renovar las Letras que vencen semanalmente y agregar nuevas para lubricar la “bicicleta financiera”, el Banco Central renovó el martes 26 de febrero íntegramente los títulos de deuda en moneda nacional que vencían esa semana –por $9.150 millones– y agregó nuevas letras por otros $8.653 millones.
Con el resultado de esta operación, a fin de febrero el stock de la deuda flotante (por las Letras) del Banco Central ya trepó hasta $322.112 millones, más de dos tercios de la base monetaria (que ronda los $ 450.300 millones), habiendo crecido en 41.900 millones sólo en lo que va del año.
Sin embargo, esa tarea de ayudar al gobierno a maquillar su creciente déficit fiscal le resulta cada vez más costosa al Banco Central. El martes 26, por ejemplo, debió pagar a los bancos e inversores de los títulos renovados $2.293 millones en concepto de intereses, como parte semanal de un costo anual que ya supera los $90.000 millones (equivalente a más de 10.000 millones de dólares). Actualmente, el rango de tasas que paga va del 26,3 al 29% nominal, de los 90 a los 365 días.
Pero el “éxito” del Banco Central de colocar deuda en pesos a esas tasas no le resulta igual a la hora de ofrecer títulos en dólares para captar precisamente los “verdes” que necesita para dar un sustento menos volátil a sus reservas. Así, por ejemplo, el martes 26 el Banco Central debió declarar desierta la subasta de nuevas Letras en dólares (que denomina segmento “N”, por nuevas) que ofrece a los bancos con tasas algo más atractivas para tratar de convencerlos de que sean más activos a la hora de captar plazos fijos en dólares entre los clientes a los que les venden divisas (dólar ahorro) cada mes.
Es que si bien las “N” en dólares “gratifican” con tasas de hasta 4,2% anual, lo cierto es que YPF pudo conseguir apenas 500 millones de dólares, a una tasa del ¡8,75% anual!, y la Ciudad de Buenos Aires y las provincias no lo logran por menos. 
Por eso el propio Gobierno se ha visto obligado a dar la cara y reconocer que está buscando “financiamiento de largo plazo en dólares y bajo ley local“, como lo hizo ya el miércoles 25 el viceministro de Economía, Emmanuel Álvarez Agis.
 
La ratificación de Vanoli
Para no aparecer ante la opinión pública como si el Gobierno K estuviera arriando la bandera del desendeudamiento, ese mismo día, en declaraciones a FM Blue, el titular del Banco Central Alejandro Vanoli afirmó: “Llegamos a un punto en que luego de haber alcanzado una fuerte caída en el nivel de deuda en dólares, hay que analizar reducir el ritmo de desendeudamiento. Me parece oportuno ver cuáles son las alternativas de financiamiento para el Tesoro, como lo están haciendo las provincias e YPF”.
Ahora Vanoli dijo que el contexto mundial de bajas tasas de interés abre una ventana de oportunidad para la Argentina, aunque agregó que un arreglo con los fondos buitre no es condición necesaria para salir a buscar fondos al mercado. Pero, al día siguiente, la posibilidad de que la Argentina saliera a colocar bonos en dólares con ayuda de los bancos internacionales se frenó luego de que, según informó la agencia de noticias Reuters, el juez Thomas Griesa requirió a JP Morgan Chase & Co. y el Deutsche Bank que le entregaran documentos relacionados con la emisión planeada de Argentina.
Tocados los límites del endeudamiento con China –con los pactos y acuerdos entreguistas que atan al país a esa potencia imperialista y la incorporación del yuan como “moneda de reserva” (a cuentagotas con un año de plazo)– el gobierno kirchnerista vuelve a mostrarse dispuesto a pagar tasas usurarias en dólares, que incluso duplicarían las tasas de la deuda de Grecia. De la misma manera, está haciendo endeudar a YPF y a las provincias, engordando la bomba financiera al estilo de la que montó Martínez de Hoz a fines de dictadura de Videla (para sostener la entonces llamada “tablita cambiaria”).
Ratificando que esa es su idea, Vanoli volvió a insistir en que, por lo que de él dependa, no piensa convalidar una fuerte devaluación del peso. Sí señaló que pretende continuar con la política de devaluar a una tasa anual menor a la que rinden los depósitos a plazo fijo en pesos (de ahí la semejanza con la “tablita” de Martínez de Hoz). En definitiva que, con la “administración” del tipo de cambio y tomando el gobierno dólares a cualquier precio, seguirá engordando la “bicicleta financiera” en favor de los grandes bancos y especuladores. Y que “la bomba” le estalle al próximo gobierno, como sucedió no solo en 1981 sino también con el Plan Primavera de Alfonsín, en 1989, y con la convertibilidad de Cavallo (Menem y De la Rúa) en 2001.