Mi amigo Medina, eterno buscador de notas en el Archivo Histórico de Tucumán, me acercó una copia manuscrita del diario El Liberal, Año 3, número 120, del 12 de marzo de de 1863.
Este periódico nos informa del paso del humilde féretro del negro Montaño acompañado por una compañía de guardias nacionales sin armas ni uniformes, y cuatro hombres de a caballo. Muerte que puso fin a 84 años de servir a la Patria.
Mi amigo Medina, eterno buscador de notas en el Archivo Histórico de Tucumán, me acercó una copia manuscrita del diario El Liberal, Año 3, número 120, del 12 de marzo de de 1863.
Este periódico nos informa del paso del humilde féretro del negro Montaño acompañado por una compañía de guardias nacionales sin armas ni uniformes, y cuatro hombres de a caballo. Muerte que puso fin a 84 años de servir a la Patria.
“El negro Montaño sargento de línea, ha sido uno de los más antiguos veteranos de los ejércitos de la República, habiendo asistido en su clase a las principales batallas que ilustraron las armas de La Patria”. “Tomó servicio en Buenos Ayres el año 1806 cuando las invasiones inglesas, y contribuyó como soldado a la heroica defensa de aquella ciudad”.
“Se encontró en la gloriosa batalla de La Ciudadela, el año 12, a las órdenes del General Belgrano, a quien siguió en la campaña del Alto Perú, presente siempre a todas sus peripecias. Más tarde se halló en las filas del ejército que sitió Montevideo al mando del General Rondeau”.
“Montaño no abandonó un solo día el servicio. Retirado a Buenos Ayres el último resto del ejército del General Belgrano después de su disolución en Arequito, cuando se abrió la campaña del Brasil, en su clase de sargento fue incorporado al 5 de Línea, y se halló en la Batalla de Ituzaingó”.
“De regreso a su Patria el ejército, llegó del Brasil Montaño con el cuerpo a que pertenecía, hizo la campaña del interior a las órdenes del General Paz, combatiendo en las memorables jornadas de La Tablada y de Oncativo, y cien combates parciales no menos gloriosos de aquellos grandes hechos de armas”. “Montaño terminó su carrera militar en el año 1831, cayendo prisionero entre los veteranos vencidos en La Ciudadela, últimos fragmentos del General Paz; allí entregó el arma que había llevado por treinta años, glorificada por los desastres y la victoria”.
Montaño, por ser negro no pudo ascender de grado por su condición de afroamericano, llegó solo a ser ascendido a sargento primero. Todos sus jefes valoraban “su entrega, la nobleza de su carácter. Fue un soldado modelo, jamás cometió una falta en el servicio, nunca estuvo arrestado, ni sufrió reconvención de sus superiores… jamás en la vida de soldado tomó bienes ajenos, respetaba la propiedad y odiaba el robo”.
“Era unitario por disciplina siguiendo la tradición de sus jefes a cuyas órdenes había servido”. “¡Qué negro tan leal! En medio de la firmeza y de la posición de partido, había benevolencia en el alma del negro, no ha odiado a nadie personalmente, y ha muerto sin haber ofendido a ningún hombre sobre la tierra”.
“El veterano de las gloriosas campañas de la Independencia de la Patria, mutilados sus dedos, de la mano derecha por el plomo enemigo, ciego por el espacio de 10 años, ha existido de la caridad pública, pidiendo para vivir por amor de Dios, lo que le debía de justicia. La tiranía del olvido pesó hasta el fin de aquella existencia honorable. Buen derecho tuvo al exclamar ¡Ingrata Patria! pero el noble negro no ha dejado escapar una sola queja que desdiga la abnegación de su carácter”.
“Le habéis visto en nuestras calles guiado por un lazarillo… andando conservaba el aire marcial, parado tenía su persona la rigidez del centinela que guarda su consigna. El veterano del 5 de Línea”.
“Una tumba solitaria, oscura ignorada, ha recibido los retos mortales de sargento Tomás Montaño, negro de color y noble de corazón”.
Recordemos y rindamos honores al soldado de la Independencia, y con él, nuestro recuerdo a los negros de los ejércitos de la Independencia que regaron con su generosa sangre los campos de batalla por nuestra independencia y liberta.