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18 de diciembre de 2019

Amar y vivir libres en un país liberado

El “pañuelo” de Estanislao

El 10 de diciembre, ante los festejos populares por el fin de cuatro años de infierno macrista, durante la ceremonia de traspaso de mando realizada en el Congreso de la Nación, los medios hicieron énfasis en enfocar la imagen de Estanislao Fernández -Dizhyx en redes sociales-, quien se mostró con la bandera del orgullo en el bolsillo de su saco en la asunción de su padre, el presidente Alberto Fernández. Si bien no se trata de una postura revolucionaria dado el contexto y la situación actual, la aparición pública de jóvenes como Estanislao, rompe con los estereotipos que muestran a jóvenes sin posicionamientos políticos u opiniones relevantes; todo lo contrario: da lugar a que se reconozca la existencia y los derechos de un colectivo con una larga historia de lucha en pos de la conquista por una vida libre de violencias y prejuicios.

En un país oprimido como la Argentina, los pequeños gestos que dan lugar a la visibilización de un sector históricamente marginado resultan claves para abrir debates en torno a problemáticas injustamente postergadas. Si bien en el país se cuenta con la legislación de las leyes de Matrimonio Igualitario y de Identidad de Género, que dan cierto respaldo jurídico al colectivo, los números resultan alarmantes, “en 2018, en nuestro país hubo al menos 94 crímenes de odio, producto del rechazo a la orientación sexual, la identidad o expresión de género de las víctimas. Esto significó un asesinato o ataque cada 77 horas, según relevó la agencia Presentes. De acuerdo a datos de la Federación de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgéneros, de los ataques de odio ocurridos entre el 1 de enero y el 31 de octubre de ese año, 23 fueron asesinatos”. (Fuente www. perfil.com ).

Frente a esta situación se vuelve necesario encontrar respuestas colectivas, que unan la causa del colectivo LBTTTIQ a las luchas de los sectores populares, en pos de garantizar posturas que promuevan cambios de fondo ante una realidad que se torna cada vez más oscura, entendiendo que la salida individual que tanto promueven sectores “progresistas” no soluciona nada.

Las problemáticas que aquejan a los miles que se ven obligados a vivir su sexualidad en la clandestinidad y la vergüenza no van a terminar con figuras, grupos u empresas que se declaran diversas y modernas. Los crímenes de odio hacia el colectivo LGBTTTIQ no son un caso aparte ni mucho menos una realidad paralela en la Argentina devastada que deja el gobierno de Macri, en donde el 40,8% (según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA) de los argentinos viven en la pobreza, viéndose despojados de derechos básicos como son la alimentación, salud, educación y trabajo.

Las, les y los comunistas revolucionarios estamos en contra de todas las injusticias, luchamos por dar vuelta este sistema podrido que nos aqueja y condena a vivir en situaciones indignas a la mayoría mientras unos cuantos disfrutan de toda la torta. La profunda historia de lucha del pueblo argentino nos ha demostrado que a los derechos los conquistamos en las calles, y mientras una compañera trans se vea imposibilitada de acceder al mercado laboral y su esperanza de vida no supere los 35 años, mientras detengan a dos pibas por besarse en una estación de subte, mientras nos maten porque este sistema no tolere lo diverso, hay razones para plantar bandera y demostrar que esta situación no va a cambiar hasta que conquistemos el poder y se resuelvan las necesidades de todos las, les y los argentinos.
Se torna necesario tomar postura, organizarse y discutir, entendiendo que nos merecemos amar y vivir libres en un país liberado.

Escribe Azul Soriano

Hoy N° 1796 18/12/2019