En nuestro país ha sido la falta de un partido marxista-leninista de vanguardia, con arraigo de masas y consolidado ideológica, política y orgánicamente, lo que impidió al proletariado argentino llevar al triunfo la revolución agraria y antiimperialista y abrir así el camino al socialismo, en los momentos de auge revolucionario en 1918-19, en 1945-46 y en 1969-70.
Hoy existe el Partido Comunista Revolucionario, maoísta (que es la exigencia contemporánea para ser marxista-leninista), forjado en más de 20 años de lucha dura y difícil.
El Partido Comunista Revolucionario de la Argentina es el partido revolucionario del proletariado, la forma superior de su organización de clase. Se basa en el proletariado industrial y su teoría es el marxismo-leninismo-maoísmo. Y es internacionalista, porque es el partido de vanguardia en la Argentina de una clase –el proletariado– que es internacional.
La defensa y la práctica de un método marxista-leninista –que implica el centralismo democrático–, la crítica y la autocrítica y la lucha ideológica activa que permita que el partido sea un organismo vivo, que no se burocratice y no degenere.
Es imposible la existencia de un movimiento revolucionario sin un partido revolucionario que lo dirija, y es imposible alcanzar el comunismo sin un movimiento comunista de masas, lo que presupone un partido auténticamente comunista que sea fermento revolucionario y guía de ese movimiento comunista.
Están dadas las condiciones, objetivas y subjetivas, para transformar al PCR en el partido que necesita la clase obrera argentina. Transformarlo en un partido organizado en todo el país, un partido revolucionario, con un amplio carácter de masas, vinculado a éstas por millones de lazos; y apoyado por las masas explotadas y oprimidas por haber éstas comprobado, a través de una práctica prolongada, que es su partido de vanguardia.