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20 de diciembre de 2017

Conversamos con el camarada Otto Vargas, a pocos días de cumplirse 50 años de la fundación del PCR, para conocer por qué se creó el Partido en 1968, sus objetivos históricos y los desafíos actuales.

“El PCR tiene que crecer para avanzar por el camino revolucionario”

Reportaje a Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario

 
—El próximo 6 de enero se cumplen 50 años de la fundación de nuestro Partido. Queríamos preguntarte en primer lugar cuáles fueron las causas por las que se decidieron a romper con el Partido Comunista, y a construir un nuevo Partido.

 
—El próximo 6 de enero se cumplen 50 años de la fundación de nuestro Partido. Queríamos preguntarte en primer lugar cuáles fueron las causas por las que se decidieron a romper con el Partido Comunista, y a construir un nuevo Partido.
—El PC había degenerado y se había transformado en un partido reformista, revisionista del marxismo. Por eso, antes de nuestra ruptura, había adherido a la línea revisionista del 20º Congreso del PCUS de 1956, que consagró principios revisionistas con los que, íntimamente, simpatizaban los dirigentes del PC argentino (Vittorio Codovilla, Rodolfo Ghioldi, Arnedo Alvarez, Víctor Larralde, entre otros). Hay quienes dijeron que sintieron “goce físico” cuando se enteraron de las conclusiones del 20 Congreso del PCUS.
Coincidían en el apoyo a la línea del 20 Congreso del tránsito pacífico al socialismo (sin revolución armada), adherían en América Latina al apoyo a gobiernos de burguesía nacional (como había planteado Nikita Kruschov), gobiernos del tipo del de Arturo Frondizi, al que apoyó incondicionalmente el PC argentino. Abro un paréntesis: el PC planteó “el pueblo entró a la Rosada”, cuando Frondizi asumió como presidente. Ese fue el título del diario del PC. 
Poco antes de nuestra ruptura el PC planteó un supuesto “giro a la izquierda” del peronismo y la posibilidad de marchar a un partido único con él. Nos enteramos mucho después, hablando con el dirigente peronista Andrés Framini, que había habido un acuerdo secreto entre Perón y la dirección del PC soviético. De allí el amor al peronismo que atacó bruscamente a Codovilla para extrañeza nuestra. Parte de ese acuerdo, como nos contó Framini, fue que le pusieron al lado a un viejo cuadro del PC que había estado en España, que incluso le escribió el discurso que Framini dijo en un congreso de la Federación Sindical Mundial. Otra anécdota sobre este acuerdo: Una compañera nuestra conocía a un dirigente peronista, al que le dijo un día “qué lindo perro que tiene”, y el hombre le contestó “Lindo es el perro que tiene Perón en Madrid, que le regaló Brezhnev”. 
Estas posiciones revisionistas de la dirección del PC llegarían a su extremo, luego de nuestra ruptura, con el apoyo de la dirección de ese partido a la dictadura de Videla, al que calificó de dirigente de una corriente “democrática” en el ejército. Otra anécdota: En una reunión familiar, el hijo de una importante familia del PC, cuando se produce el cambio entre Videla y Viola en la dictadura, le dice “¿Este también es nuestro, mamá?”. Es complicada la historia.
El clima reformista se fue haciendo insoportable para los que entonces rompimos con la dirección del PC. La posición de esta dirección contra la guerrilla del Che en Bolivia contribuyó a su aislamiento y asesinato. Este hecho aceleró nuestra ruptura. Nosotros rompimos exactamente cuando lo matan al Che en Bolivia. Ese día realizamos una manifestación en el centro de La Plata. Nuestro partido fue el único que manifestó en las calles su apoyo al Che en los días de nuestra ruptura. Al año del asesinato del Che se sacó una declaración que firmamos junto a dirigentes políticos de otras fuerzas. Ahí no vas a ver ninguna firma de los que hoy aparecen como activísimos guevaristas.
La fuerza principal de la ruptura fue la dirección de la Federación Juvenil Comunista (FJC). El Comité Central de la Fede decidió en una reunión histórica la ruptura. Un sector de militantes del Partido Comunista acompañamos la decisión de la FJC. Menciono entre ellos a José Ratzer, Pedro Planes, entre otros.
Estas fueron las causas de la ruptura, el PC había degenerado, era revisionista, reformista, de manera cada vez más evidente y para nosotros se hacía más insoportable defender esa posición.
 
—¿Por qué deciden armar un Partido, y no un movimiento, o un grupo guerrillero, como muchos que surgieron en esos años?
—Nosotros inicialmente lo que planteamos fue la realización de un Congreso del PC, y lo hicimos a través de un folleto que se tituló ¿Por qué no se quiere discutir?, que sacamos en el momento de la ruptura. Porque el PC tardó muchísimos años, más de una década, entre el 11 y el 12 Congreso, cuando todavía estábamos adentro, y ya era hora que convocaran al 13 Congreso. Por eso planteamos la discusión. 
Cuando nacimos no teníamos todo claro. Eso se puede ver en nuestra declaración constitutiva. En la FJC se venía armando la ruptura desde hace rato, y una parte de su dirección tenía contacto, a través del PC de Uruguay, con la KGB soviética, con un tal Volodia. Otros dirigentes juveniles viajaron en ese tiempo a Moscú y uno de los compañeros que dirigía la ruptura les dijo “Pregúntenle a Volodia si nos van a apoyar”. Y Volodia contestó: “Deciles que sí, pero si hacen lo que nosotros queremos”.
En nuestro primer Congreso, en diciembre de 1969, en la Comisión de Situación Política éramos 5 o 6. La comisión principal, con más de 100 delegados, fue la que discutió Vía de la revolución y Partido. La discusión era si constituíamos un Partido Comunista, o como se decía entonces, un partido militar y político. Nosotros queríamos constituir un Partido Comunista. El compañero Pedro Planes, que falleció a los pocos días de fundado nuestro Partido, había estudiado mucho el tema militar, y fue el que teorizó a fondo que la revolución en la Argentina no iba del campo a la ciudad, sino de la ciudad al campo, que el camino era insurreccional, y que el papel de la clase obrera era fundamental para el triunfo de la revolución. No nos servía un movimiento guerrillero, con la concepción que teníamos. Por eso volcamos todo el trabajo del Partido al movimiento obrero, y vino el proceso del Smata Córdoba. 
En el Segundo Congreso del Partido, en abril de 1972, tuvimos un debate histórico. Se había producido un alzamiento de trabajadores de los astilleros polacos, y otros acontecimientos en los que los cuerpos de delegados de los obreros cumplieron un papel fundamental. Nosotros investigamos esto, con la concepción insurreccionalista, y vimos su importancia para nuestro país. No lo podríamos haber hecho con la concepción de la revolución del campo a la ciudad.
 
—¿Por qué el PCR se define como marxista—leninista—maoísta? ¿Cómo llega el PCR al maoísmo?
—En 1972 una delegación del Comité Central de nuestro Partido visitó China, que estaba en plena Revolución Cultural Proletaria, con millones de obreros, campesinos y jóvenes movilizados. Para entrar a una fábrica había que abrirse camino entre los dazebaos que colgaban los obreros. Dazebao quiere decir “carteles con letras mayúsculas”, y podían referirse a la dirección de la empresa, al sindicato, a la dirección del país, a cualquier cuestión política. Ibas a la universidad y pasaba lo mismo. Hubo una manifestación de 60 millones de jóvenes en Pekín, para saludar a Mao.
Ese año establecimos relaciones fraternales con la dirección del Partido Comunista de China y adherimos al maoísmo. El maoísmo nos dio respuesta a la pregunta que nos inquietaba y no podíamos responder: ¿Por qué el socialismo soviético y el resto de los países comunistas de Europa habían degenerado hacia el capitalismo? ¿Cuál era la causa de esa traición? La China de Mao nos enseñó que la lucha por construir el socialismo es larga, dura e incluso se incrementa luego de la toma del poder por la clase obrera, y debe ser abordada como se hacía en China para no degenerar. Luego de la muerte de Mao en 1976, el socialismo también degeneró en China, y se restauró el capitalismo.
 Además tuvimos la posibilidad de estudiar a Mao y su enorme bagaje de enseñanzas marxistas leninistas. Vimos que era la única forma de tener un instrumento teórico que nos permitiera enfrentar la avalancha del reformismo que venía del Este. No te olvides que Gorbachov dijo: “me propuse como misión destruir al comunismo en Rusia y en todos los países posibles”. 
Hay una gragea que hice para el hoy 1697, que dice “por un solo voto” y cuenta que la propuesta de Mao de lanzar la Revolución Cultural en 1966, triunfó en el CC del PC de China sólo por un voto. Esto muestra la lucha feroz en el Partido Comunista luego del triunfo de la revolución. No es que la lucha se serena, al contrario, la lucha se incrementa.
Hay anécdotas que muestran esto. Como aquel dirigente juvenil del PC húngaro que contrabandeaba lapiceras y medias de seda, y después se convirtió en ministro de Economía de Hungría. Eso está demostrando lo más profundo que pasaba ahí, con ese egoísmo típico del capitalismo. En la URSS había hasta un ministerio de botones. Y tenías que ir a negociar a una callejuela de Moscú, si hacías camisas o sacos, para que te vendieran los botones a vos y no a otro.
Entonces nosotros vimos en China cuál era la causa de estos males. La causa es que la lucha de clases sigue después de la revolución, se hace feroz. El maoísmo nos dio respuestas a esto. Porque nos preguntábamos ¿qué pasó? ¿Por qué no había libertad para crear otro partido? ¿Por qué no había libertad de comercio? ¿Cuál era la causa? Con el maoísmo vimos que si la dirección del Partido no lucha contra esas tendencias capitalistas, se va para otro lado, degenera.
 
—Relacionado con lo anterior, ¿el maoísmo ayudó al Partido a entender cuál es el camino de la revolución en la Argentina?
—Sí, en un país como la Argentina nos enseñó mucho sobre el campesinado, y nos impulsó a estudiar ese problema. En el 4º Congreso del Partido, algunos compañeros habían planteado que no había campesinos pobres en la pampa húmeda argentina. Por eso hicimos aquella investigación con los compañeros de Wheelwright, Santa Fe, publicada en el folleto que se llamó Los ignorados. Nosotros cuando hicimos ese estudio tuvimos una gran ayuda: los compañeros de Wheelwright habían hecho un censo que no era frío. Esos campesinos que estudiamos eran concretos, tenían nombre y apellido. 
Otro gran tema es el de la lucha armada. Tarea pendiente.
 
—Nuestro Partido, y vos en particular, han insistido siempre en la necesidad de la revolución para resolver los problemas de fondo que oprimen a nuestro pueblo y nuestra patria, enfrentando las ideas que fomentan el escepticismo y el “no se puede” ¿cuál es el camino revolucionario en nuestro país?
—Nosotros hoy hemos optado por acumular fuerzas también en el terreno electoral, con el PTP; nunca acordamos ir con el PCR a elecciones porque implicaría rendirse ante el Estatuto de los Partidos Políticos. 
Pero siempre afirmamos que por el camino electoral es imposible que la clase obrera y el pueblo puedan conquistar el poder. Eso era lo que preconizaba el revisionismo con la llamada vía chilena al socialismo en los años 60. Así lo creyó Salvador Allende en Chile. Un hombre que respondía a Codovilla, que recorría América Latina, venía de Chile y le dijo eso al Che en Cuba, y él le contestó: “los van a cagar a tiros”, y eso es lo que finalmente pasó en 1973.
Ya en un prólogo de 1872 que escribieron Marx y Engels al Manifiesto Comunista de 1848, luego de la experiencia de la Comuna de París, dijeron que aunque no podían agregar algo nuevo al Manifiesto, la Comuna había demostrado que es imposible realizar la más mínima tarea a favor de la clase obrera y el pueblo, si no se destruye el poder del Estado actual. Por eso yo insisto con este tema. Está bien que participemos de las elecciones, que tengamos candidatos, que sigamos el ejemplo de nuestra legisladora santafesina (Mercedes Meier), pero tengamos claro que nuestra tarea es acumular fuerzas para destruir este Estado. Porque si no va a ser imposible que hagamos lo que tenemos que hacer.
Resumiendo: Hay un sólo camino para resolver la independencia nacional de un país dependiente como el nuestro y para hacer una verdadera y profunda reforma agraria que termine con la oligarquía terrateniente: terminar con el Estado que defiende este sistema. Y esto no se puede realizar pacíficamente (sea por el camino electoral o parlamentario). Sólo se puede realizar a través de una revolución armada que barra con ese Estado y permita crear otro de carácter obrero y popular que abra el camino al socialismo y el comunismo.
 
—¿Cuáles son los desafíos del PCR en este 50 aniversario?
—El primer desafío que tenemos actualmente es derrotar la política reaccionaria del gobierno de Macri. Ahí concentramos nuestros esfuerzos principales. Para esto y para avanzar por el camino revolucionario por el que luchamos es necesario que el PCR crezca y se fortalezca. Este es el desafío actual para todos nosotros, porque somos muy débiles para las tareas que tenemos que resolver.