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01 de febrero de 2012

Del tomo 3 de las Obras escogidas de Mao Tsetung, de su escrito “Sobre el gobierno de coalición”, extractamos estos textos.

El programa de la revolución

Hoy 1404 / De la experiencia del Partido Comunista de China

La hegemonía política del proletariado, así como el sector estatal y el cooperativo de la economía, dirigidos por él, todo ello previsto en nuestro programa, son elementos de socialismo. No obstante, la realización de este programa no hará todavía de China una sociedad socialista.

La hegemonía política del proletariado, así como el sector estatal y el cooperativo de la economía, dirigidos por él, todo ello previsto en nuestro programa, son elementos de socialismo. No obstante, la realización de este programa no hará todavía de China una sociedad socialista.
Los comunistas nunca ocultamos nuestras aspiraciones políticas. Nuestro programa futuro o máximo es llevar a China a la sociedad socialista y a la comunista. Esto es definitivo y no admite duda. El nombre de nuestro Partido y nuestra concepción marxista del mundo indican de manera inequívoca este supremo ideal para el futuro, infinitamente bello y luminoso.
Al ingresar en el Partido, todo comunista tiene presentes dos objetivos claramente definidos: la revolución de nueva democracia, en la actualidad, y el socialismo y el comunismo, en el futuro; y por estos objetivos luchará a pesar de la hostilidad, las calumnias, las injurias y las burlas, estúpidas y abyectas, de los enemigos del comunismo, las cuales debemos combatir resueltamente. En cuanto a los incrédulos bienintencionados, no debemos atacarlos, sino explicarles las cosas con buena voluntad y paciencia. Todo esto es sumamente claro, definitivo, y no admite equívocos.
Pero, en China, todo comunista, así como todo simpatizante del comunismo, debe luchar por el objetivo de la etapa actual, luchar contra la opresión extranjera y la feudal, por liberar al pueblo chino de su trágica condición colonial, semicolonial y semifeudal, y por crear una China de nueva democracia dirigida por el proletariado, cuya tarea principal es la emancipación del campesinado, una China de los Tres Principios del Pueblo revolucionarios del Dr. Sun Yat-sen, una China independiente, libre, democrática, unificada, próspera y poderosa. Esto es lo que en efecto hemos venido haciendo; los comunistas, junto con las amplias masas populares de China, ya llevamos vein- ticuatro años de lucha heroica por este objetivo.
Si un comunista o simpatizante del comunismo no lucha por dicho objetivo, o si, menospreciando la revolución democrático-burguesa, reduce o debilita aunque sea un poco sus esfuerzos, flaquea un tanto en su devoción y celo por esta causa o no está dispuesto a dar por ella su sangre y su vida, contentándose con disertar sobre socialismo y comunismo, estará traicionando consciente o inconscientemente, en mayor o menor medida, al socialismo y al comunismo, y no será un combatiente consciente y leal del comunismo.
Es una ley marxista el que sólo se pueda llegar al socialismo pasando por la etapa de la democracia. En el caso de China, la lucha por la democracia seguirá aún por mucho tiempo. Sería pura quimera tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal, sin un Estado unificado de nueva democracia, sin el desenvolvimiento del sector estatal de la economía de nueva democracia, sin el desarrollo del sector privado capitalista y del sector cooperativo, sin el desarrollo de una cultura nacional, científica y de masas –la cultura de nueva democracia–, sin la liberación y el desarrollo de la iniciativa individual de los centenares de millones de seres del pueblo, en una palabra, sin una consecuente revolución democrático-bur­guesa de nuevo tipo, dirigida por el Partido Comunista. (…)
Hay quienes se preguntan si los comunistas chinos, una vez en el Poder, no implantarán una dictadura del proletariado y un gobierno unipartidista, siguiendo el ejemplo de Rusia. Nuestra respuesta es que un Estado de nueva democracia, basado en la alianza de las diversas clases democráticas, es por principio distinto de un Estado socialista de dictadura del proletariado. Está fuera de duda que el régimen de nueva democracia, que preconizamos, se erigirá bajo la dirección del proletariado, bajo la dirección del Partido Comunista; no obstante, a lo largo de la etapa de la nueva democracia, no puede y, por lo tanto, no debe haber en China una dictadura de una sola clase ni un gobierno de un solo partido. No tenemos motivo para negarnos a cooperar con cualquier partido político, grupo social o individuo que adopte hacia el Partido Comunista una actitud de cooperación y no de hostilidad. Fue la historia de Rusia la que dio forma al sistema ruso. Allí ha sido abolido el sistema social de explotación del hombre por el hombre y puesto en práctica un sistema político, económico y cultural del tipo más moderno de democracia: el socialista; el pueblo ha repudiado a todos los partidos políticos antisocialistas y apoya solamente al Partido bolchevique. Esto ha dado forma a la situación existente en Rusia, lo que para el pueblo ruso es del todo necesario y justificado.
Pero hasta en ese país, donde no hay otro partido político que el Partido bolchevique, el sistema adoptado en los órganos del Poder también es el de la alianza de los obreros, campesinos e intelectuales, o sea, el del bloque de los comunistas y los sin partido, y no un sistema que sólo admita en los órganos del Poder a los miembros de la clase obrera o del Partido bolchevique.
En cuanto a China, es la actual etapa de su historia la que está dando forma al sistema chino para esta etapa. Por un largo período existirá en China una forma particular de Estado y de Poder, distinta del sistema ruso pero perfectamente necesaria y justificada para nosotros, esto es, la forma de Estado y de Poder de nueva democracia, basada en la alianza de las diversas clases democráticas.