El 7 de septiembre se celebró el Día de la Independencia en Brasil. Un día en el que las masas se expresaron con multitudinarias marchas a favor y en contra del presidente Jair Bolsonaro. El tradicional Grito de los Excluidos, que se celebra hace 26 años como una campaña de fraternidad, y es apoyado por la Conferencia Nacional de Obispos, fue lo central en las protestas contra el mandatario y su accionar contra la democracia.
En Brasilia, Bolsonaro participó de una manifestación realizada en su apoyo. No hubo cuidado alguno en las medidas de distanciamiento social, mientras que en Brasil ya se superaron los 400 mil muertos por Covid-19, ocupando el segundo lugar después de EEUU. El público era predominantemente blanco, con poca juventud. Como muestra de la política cipaya de acercamiento a los Estados Unidos, entidades rurales y pastores evangelistas convocaron a profesores de inglés para hacer discursos en inglés en defensa de Bolsonaro.
También hubo concentraciones bolsonaristas en San Pablo y Río de Janeiro, donde manifestantes pedían una intervención militar. Uno de los lemas de los manifestantes fue “yo autorizo” o “autorizo a Bolsonaro”, en alusión a una autorización para que el presidente de la ultraderecha brasileña envíe el Ejército a las calles. Esta misma consigna la llevaron adelante en importantes ciudades como Belém, Belo Horizonte, Natal y Salvador.
En su discurso, Bolsonaro dijo “Solo Dios me saca (de la presidencia)» y agregó que hay tres opciones para su futuro, «preso, muerto, o victorioso». Luego anunció la reunión del Consejo de la República, un organismo que puede decidir el estado de sitio, la intervención federal de cualquier jurisdicción o declarar el estado de conmoción nacional.
Movimientos de izquierda, el movimiento negro, estudiantes, las hinchadas de fútbol antifascistas, y sindicatos llamaron a una contramanifestación, aprovechando una nueva edición de la marcha conocida como el “Grito de Excluidos y Excluidas”, que se realizó en más de 200 ciudades. En esta nueva edición y, bajo el lema “La vida en primer lugar”, pueblos indígenas y organizaciones sociales, feministas, campesinas y sindicales salieron a las calles bajo el lema “Fuera Bolsonaro”. A diferencia de los bolsonaristas, en estas marchas opositoras se exhibían barbijos, algo de distanciamiento social organizado y la consigna principal apuntaba a las urgencias de la crisis actual: «Vacuna en el brazo y comida en el plato». Una presencia más joven, con varias paletas de colores, aunque el rojo era el predominante.
Un juez de la Corte brasileña, Alexandre de Moraes, está investigando a Bolsonaro por atentado a las instituciones tras declarar un supuesto fraude en su contra por parte de la justicia electoral. También Bolsonaro está bajo investigación, junto a miembros de su gabinete, por sus acciones y omisiones en el combate de la pandemia de Covid-19.
En otra arenga dictatorial y autogolpista, en el discurso del Día de la Independencia de Brasil, Bolsonaro dijo «no se pueden aceptar detenciones políticas a manos de una persona. O el jefe de ese poder toma medidas o ese poder puede sufrir lo que no queremos», refiriéndose al presidente del Supremo, Luiz Fux. Y, como broche de oro, Bolsonaro determinó a través de un decreto, que está prohibido retirar de las redes sociales mensajes sospechosos de contener fake news, medida que tiene como objetivo divulgar ataques a la democracia. Partidos opositores anunciaron que analizan anular esta medida provisoria en el Congreso.
Hoy N° 1881 15/09/2021