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02 de octubre de 2010

En todo el país, la conmemoración de la Revolución de Mayo hizo emerger un profundo sentimiento patriótico y popular.

El pueblo se hizo dueño del Bicentenario

Anticipo de la edición de Hoy 1319 del jueves 27 de mayo de 2010

1. El pueblo en las calles
Millones se movilizaron por el Bicentenario de la Revolución de Mayo. Todas las ciudades y pueblos del país se cubrieron con las imágenes de aquellos hombres y mujeres que forjaron el nacimiento de la nueva nación, rodeadas por banderas azules y blancas, con las canciones que los identifican, con discursos de múltiples matices. Un verdadero remezón popular y patriótico, un sacudón político que va a dejar huellas. Sus propias huellas, como ha ocurrido cada vez que ha sucedió un hecho semejante.
El pueblo, en plazas, calles y rutas, le dio a la celebración un contenido patriótico, nacional, latinoamericano y antiimperialista, desbordando los intentos mezquinos de regimentar su celebración. Quiénes no tomen nota de esto, no habrán entendido nada de lo que ocurrió.

2. Fracasos

El gobierno kirchnerista intentó ponerle un chaleco de fuerza al Bicentenario. Lo confesó Cristina Kirchner, emocionada, cuando inauguró el paseo en la avenida 9 de Julio. Allí dijo: “La verdad es que Dios quiso que fuera la presidenta del Bicentenario”. Solo emperadores y reyes se consideraban los elegidos por Dios, en épocas feudales. Pero fracasó el intento de garantizar los aplausos con las organizaciones clientelistas K movilizadas desde el aparato del Estado: los desbordó la masividad de la movilización popular.
El entrevero del procesado Mauricio Macri y Cristina K peleándose por el protagonismo en la reapertura del Teatro Colón, asqueó al pueblo y los golpeó a los dos. Luego, durante el cambio de la guardia en el Cabildo –tradición de un regimiento nacido en el enfrentamiento a las invasiones inglesas de 1806 y 1807–, se intentó kirchnerizar el hecho, cosechando el aplauso de pocos y el silbido de muchos. El gobierno tomó nota de que “el horno no estaba para bollos”, y debió “bajar el perfil” en la celebración.
Temerosa de una silbatina, la presidenta pegó “el faltazo” al desfile de unidades que tienen su origen en la Guerra de la Independencia. No hubo silbatina. Hubo aplausos, en particular a los Granaderos, que en su origen formó San Martín y combatieron desde San Lorenzo hasta Ayacucho. Y hubo un emotivo recibimiento a los pocos veteranos de Malvinas convocados por el gobierno para el desfile. No fue la única mezquindad con los veteranos. Cuando algunos veteranos fueron a una vigilia, del 24 al 25, al Cenotafio con nombres de los 649 caídos en la Guerra Nacional de Malvinas, lo encontraron cerrado, sin guardia de honor y a oscuras, mientras en frente, la Torre de los Ingleses resplandecía, con nueva pintura y gran iluminación. Además, no fueron las nubes las que impidieron el desfile aéreo, y de otras armas. Se buscó encubrir que la política kirchnerista sigue acatando el desarme impuesto por Inglaterra y otras potencias luego de la Guerra de Malvinas.
Gran parte de las derechas opositoras que representan a sectores de las clases dominantes enfrentados con los del “capitalismo de amigos K”, fueron invitados VIP de Macri al Colón. El pueblo, que pagó con sus impuestos la renovación de ese teatro, debió estar parado y en el frío de la plaza, viendo en pantallas dos obras, cuyos méritos no vamos a discutir, pero que no tienen nada que ver con el Bicentenario del nacimiento de la patria. Digamos, además, que el “regalo” del Bicentenario de Macri a los porteños fue el anuncio de 1.000 policías más.

3. Dos siglos de rebeldía
Al cierre de esta nota, no hubo ningún anuncio del gobierno en la línea del significado de la Revolución de Mayo. No hará como el primer gobierno patrio, que confiscó los tesoros que colonialismo español y los que colaboraban con ese enemigo. Se seguirá pagando las deudas ilegítimas a los mismos que ya la cobraron tres veces y saquearon a la Nación. Seguirán los discursos frente a la nueva agresión del imperialismo inglés, el robo de nuestro petróleo, sus bancos seguirán manejando el nuevo negociado de la deuda, el canje de bonos, y los monopolios de ese país pirata seguirán saqueando el país.
Cristina Kirchner no anunció ninguna medida para paliar la crisis y la inflación que castigan al pueblo. Seguirá el hambre, la desocupación, el trabajo en negro, los salarios y jubilaciones de pobreza, la represión y la judicialización de la lucha popular, la destrucción de la educación y la salud del pueblo.
Frente a eso, con mucho esfuerzo y una importante participación popular, en la Plaza Lorea, en ciudades, pueblos, barrios, y rutas, el Bicentenario se manifestó con el arte popular, actos y debates, con acampes, con cantos y bailes, con locreadas y empanadas.
Allí se unió el festejo por el Bicentenario de la patria a la lucha por la refundación de la Argentina con su segunda independencia.

4. La crisis

El Bicentenario se dio en medio de una profunda y prolongada crisis. Cuando estalló, las burguesías imperialistas buscaron “controlarla” utilizando instrumentos como el llamado “Grupo de los 20”. Fracasaron, como se ve hoy en Europa.
Grecia está sacudida por la lucha obrera y popular contra un brutal “ajuste”. España ajustó y brotan las luchas, pero el FMI le reclamó más ajuste. Gran Bretaña lanzó su ajuste; Italia y Alemania preparan los suyos. Ajustes y luchas contra ellos son los rivales en las pulseadas que estremecen a Europa. Por muchas razones, lo que pasa en Europa va a repercutir, en economía y en política, en todo el mundo.
El gobierno argentino ya se equivocó al inicio de la crisis, cuando sostuvo que la Argentina “estaba blindada”: la crisis llegó y provocó mucho más de un millón de despidos, cayeron los salarios y aumentaron los ritmos de producción, crecieron el hambre y la pobreza. Ahora el gobierno dice que “ya salimos”, como si la situación de España, Inglaterra e Italia, y los ajustes en Alemania y Francia, no fueran a tener repercusiones: todos son socios del “club” imperialista que saquea a la Argentina. Y los países imperialistas tienen como uno de sus principales recursos para tratar de “zafar” de la crisis intensificar su saqueo a nuestros países.
La “ceguera” del gobierno K frente a la crisis es parte de su doble discurso. Oculta la realidad para tratar de impedir que las luchas enfrenten su política de descargar la crisis sobre las espaldas del pueblo.

5. Se fortalecen las luchas
El Bicentenario se da en un momento de grandes luchas obreras, campesinas y populares.
La clase obrera está en el centro de la escena política nacional. Desde la lucha histórica de los trabajadores de Kraft, que le abrió la mano a esa poderosa patronal imperialista, al gobierno y el sindicato, el proletariado de la alimentación ha continuado el combate, con prolongadas tomas de fábricas, paros y cortes de ruta, particularmente los trabajadores de Arcor-Bagley en Córdoba, hasta que le torcieron el brazo a las patronales y el gobierno, conquistando un aumento salarial del 35,4%. Los monopolios ya han salido a poner gritos en el cielo frente a esta gran derrota. Es en este contexto que la Kraft impulsa el revanchismo patronal, con juicios laborales y penales que lleven al despido y a la cárcel a la comisión interna que dirigió la lucha: Ramón Bogado, María Rosario, Arcadio Alfonso y Jorge Penayo. De ahí que la lucha por su desprocesamiento es una bandera de todo el movimiento obrero y popular.
El kirchnerismo acaba de recibir otra dura derrota en el Congreso de la FUA. Por primera vez en años los delegados estudiantiles pudieron discutir, y aprobaron un programa opositor a la política K, exigiendo un aumento presupuestario, el no pago de la deuda externa, y un plan de lucha. La CEPA, junto a otras fuerzas combativas y antiimperialistas trabajaron por ese resultado, y fueron una gran tercera fuerza. Franja Morada retuvo la mayoría. El kirchnerismo orgánico quedó en minoría frente a la JUP, con la que negoció el nombre de la lista y se subordinó, y otros grupos orgánicos K, presentaron lista y quedaron como séptima y última fuerza, (ver pág.12).
También en los movimientos campesinos siguen las luchas y las asambleas, con la bronca calentando los motores para la lucha.
La irrupción de las masas en el Bicentenario va a fortalecer las luchas que enfrentan a la política kirchnerista. Luchas que muestran que el camino de las puebladas sigue vigente, y que es “el único camino por el que la clase obrera y el campesinado pobre y medio han conquistado sus reivindicaciones” (Informe del PCR, 8/5). “Fue con el Argentinazo que se conquistaron los planes sociales en medio de la crisis y el hambre (del 2001), y fue una larga lucha la que permitió conseguir los actuales planes de Asistencia a la Niñez”.
En esas luchas avanzaron las multisectoriales y coordinadoras, en las que la clase obrera va ganando su rol de protagonista principal, impulsando la unidad obrero-campesina-popular. Así se reagrupan las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas, para terciar, enfrentando la política kirchnerista, y desnudando a sus rivales dentro del sistema, que buscan recambios con más ajuste. “El camino de las puebladas, la rebelión agraria y el Argentinazo es el camino para terciar en la lucha por el poder e imponer ese tipo de gobierno que abra el camino a la revolución de la segunda independencia que refunde una nueva Argentina” (Informe del PCR, 8/5).