Pese a la celeridad con que atendió los reclamos de devaluación del peso y exenciones impositivas para los grandes bancos y monopolios cerealeros, y ahora para los monopolios mineros, el gobierno de Macri venía demorando sus promesas sobre el impuesto al salario, habiendo anunciado que enviaría un proyecto de ley al Congreso el 1° de marzo con el inicio de las sesiones ordinarias.
Pese a la celeridad con que atendió los reclamos de devaluación del peso y exenciones impositivas para los grandes bancos y monopolios cerealeros, y ahora para los monopolios mineros, el gobierno de Macri venía demorando sus promesas sobre el impuesto al salario, habiendo anunciado que enviaría un proyecto de ley al Congreso el 1° de marzo con el inicio de las sesiones ordinarias.
Sorpresivamente, la semana pasada el presidente Macri anunció una suba del mínimo no imponible del impuesto a las Ganancias, pero al día siguiente declaró que la modificación en las escalas –que están congeladas desde hace 15 años y distorsionan la aplicación del impuesto volviéndolo cada vez más regresivo– quedaría para 2017. Esta decisión hará que los aumentos que se otorguen luego de las negociaciones paritarias tengan el efecto de licuar la mejora temporaria de sólo subir el mínimo no imponible.
Así, el presidente Macri anunció que el mínimo no imponible pasaba a ser de $30.000 por mes. Luego se aclaró que era para el casado con 2 hijos y que ese valor era el “bruto” antes de los descuentos para los trabajadores en relación de dependencia y los jubilados. Esto lo redujo a $25.000 netos mensuales. Para los solteros sin hijos se fijó en $18.880. Y para los autónomos solteros en $7.000. Eso significa que los que cobran en mano menos de esas cifras no están alcanzados por el impuesto. Y si ganan más, pagan Ganancias sobre el excedente de esas cifras.
Pero esto deja en pie una las mayores distorsiones de Ganancias que radica en el congelamiento –desde hace 15 años– de las escalas salariales sobre las que se aplican las alícuotas crecientes del impuesto, que van del 9 al 35%, es decir el porcentaje de impuesto que se paga por lo que se supere el mínimo no imponible. Como dichas escalas no fueron actualizadas en todos estos años a pesar que la inflación fue del 1.500%, rápidamente los alcanzados por Ganancias pagan la tasa más alta del 35%, como contribuyentes super-ricos y se produce una inequidad y confiscación sobre los salarios, los ingresos y hasta las jubilaciones.
En lo inmediato con los sueldos actuales, con la elevación del mínimo no imponible, según el titular de la AFIP, Alberto Abad, de 1.300.000 trabajadores y jubilados que vanían pagando Ganancias, sólo 180.000 contribuyentes dejan de pagar el impuesto.
En cuanto a los trabajadores autónomos, unos 900.000 alcanzados por Ganancias, son los menos beneficiados porque el mínimo no imponible del soltero sube de $2.592 mensuales a 7.053 por mes. De esta manera, a igual ingreso que un trabajador en relación de dependencia, el autónomo paga 5 veces más, según las categorías y la estructura familiar.
El gobierno justificó el mantener estas irracionalidades impositivas para los trabajadores hasta 2017 por el monstruoso déficit fiscal heredado del kirchnerismo, argumento que no rige para las cerealeras, mineras, petroleras, monopolios y grandes bancos imperialistas que se siguen “llevando con pala” todo el fruto del trabajo argentino.