En medio de la pulseada de las paritarias a las que el gobierno pretender ponerle un techo, suena como un cachetazo que la presidenta haya impuesto el tarifazo escalonado en el agua y el gas, y lo prepare en electricidad, con el argumento de que “millones de argentinos han conseguido trabajo y han visto mejorar año tras año su salario”. Como si los subsidios fueran un regalo gracioso cuando la plata que se usa para los mismos la vienen aportando los propios trabajadores en impuestos y en inflación, que ya han provocado una sustancial reducción en el poder adquisitivo de los salarios.
Todos los trabajadores son los que pagan los subsidios con lo que el gobierno saca del aumento proporcional del IVA con la inflación, con la propia inflación y con la aplicación de impuestos como el de Ganancias sobre los aumentos inflacionados de los ingresos, que alcanzan a un número cada vez más grande de trabajadores y de monotributistas al no actualizarse los mínimos ni las escalas del impuesto.
