Hace pocos días se realizaron dos funciones del Réquiem, monumental obra de Giuseppe Verdi, en el Teatro Argentino de La Plata. La obra fue interpretada por la orquesta y el coro estables del Teatro Argentino, más la participación de refuerzos del Coro Estable de Bahía Blanca, coro profesional que también pertenece a la esfera del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, y solistas vocales.
Hace pocos días se realizaron dos funciones del Réquiem, monumental obra de Giuseppe Verdi, en el Teatro Argentino de La Plata. La obra fue interpretada por la orquesta y el coro estables del Teatro Argentino, más la participación de refuerzos del Coro Estable de Bahía Blanca, coro profesional que también pertenece a la esfera del Instituto Cultural de la Provincia de Buenos Aires, y solistas vocales.
Es buena la ocasión para hacer mención al hecho de que en ninguna de las dos funciones el Teatro Argentino, principal coliseo de la provincia, tuvo la sala colmada de público, sino que apenas se llegó a escasa media sala en ambas ocasiones. El Réquiem de Verdi es una obra fundamental del repertorio sinfónico-coral universal, portentosa y de muy difícil abordaje tanto para el coro y la orquesta como para los solistas y que, por ello, hace que sean pocas las veces que puede darse en una sala. Y aquí está el punto: es verdaderamente inadmisible que una obra de estas características, que amerita semejante esfuerzo de concreción, preparada con absoluto rigor profesional por los cuerpos estables de un teatro estatal y por sus directores (de coro y orquesta), no llegue a la mayor cantidad posible de personas, tanto aquellas que son conocedoras del género, como a quienes son noveles en la frecuentación de la música académica.
Es inadmisible porque es precisamente el Estado (en este caso la provincia de Buenos Aires), el que está obligado constitucionalmente a sostener y divulgar la cultura, en todas sus amplias facetas, para que el pueblo pueda acceder a un derecho tan elemental como imprescindible. Vale señalar que el Réquiem de Verdi es una obra que, no sólo por tradición y por requerimiento de la partitura, sino por una primordial necesidad musical de equiparación de niveles sonoros con una orquesta tan nutrida, se canta generalmente con un coro de no menos de 120 integrantes.
En esta ocasión, entre el Coro Estable del Teatro Argentino de La Plata y los cantantes de refuerzo del Coro Estable de Bahía Blanca, apenas se pasó el número de 80 cantantes. Aún así, el rendimiento musical en términos de fraseo y de rendimiento propiamente vocales fue destacable, reconocido esto por comentarios y por la crítica especializada. Pero sucede que el rendimiento normal de un coro lírico exige que los cuerpos tengan la cantidad de voces que hacen falta, especialmente en obras tan exigentes como esta. Ello vale también para la orquesta y el ballet estables, tanto del Teatro Argentino como de los Cuerpos Artísticos del Sur (Bahía Blanca), así como para los sectores técnicos, administrativos y de mantenimiento y servicios generales, y para los teatros oficiales de la Provincia (Argentino de La Plata y Auditorium de Mar del Plata).
Si no se dispone de la cantidad de trabajadores necesaria para cada especialidad y especificidad, el repertorio no se podrá llevar a cabo en todo su amplio espectro (óperas, conciertos y ballets) y, si se lo llevara adelante, muchas veces será a costa de un desmedido esfuerzo físico y mental para los trabajadores artísticos y técnicos. Es algo similar a lo que ocurre en la sección de una fábrica cuando la patronal se niega a abrir un nuevo turno, aplicando a los trabajadores ritmos excesivos de producción.
En las reuniones que han mantenido con las autoridades, los delegados de la Junta Interna de ATE del Instituto Cultural plantearon, entre otras cosas, la necesidad de que los trabajadores participen en la programación del teatro, no para reemplazar a un director artístico, sino para aportar los conocimientos que tienen en la materia, puesto que una compañera de Sastrería, por ejemplo, sabe de qué modo conviene establecer las fechas de un estreno de ópera y/o de ballet para que el trabajo de preparación de vestuario no se superponga; un cantante de coro, por su parte, sabe que existen determinadas obras que no se pueden programar con acumulación sucesiva de funciones; un bailarín conoce lo que sus piernas necesitan para llegar en óptimas condiciones al estreno; lo mismo cabe para un trompetista o un violinista.
El Teatro Argentino de La Plata es un teatro de producción propia, una verdadera fábrica de óperas, conciertos y ballet y, como tal, debe preservar dicha condición; de lo contrario, el peligro que se cierne (por la falta de programación y presupuesto) es que las producciones se realicen con la tercerización de los distintos sectores (zapatería, peluquería, herrería, maquillaje, sastrería, cuerpos artísticos, etc.). Por eso, los delegados de ATE reclaman que se concreten las fechas de concursos para todo el teatro y que se cubran las vacantes, y hacen una comparación con el tema ferroviario: si se compran ferrocarriles y repuestos a los chinos, la producción ferroviaria nacional no se reactivará.
Dicen que, así como en nuestro país, en materia ferroviaria, hay ingenieros y técnicos de probada idoneidad, también existen talentosos compositores que esperan muchas veces durante años que sus obras puedan ser estrenadas y dadas a difusión; para ello, proponen la creación de un “Premio Anual de Ópera, Concierto y Ballet de Autor Nacional” con el fin de estimular la labor de los compositores argentinos y enriquecer tanto el repertorio de los cuerpos estables como el acervo de la cultura bonaerense en general. Entienden que si el público no va al teatro, o si va en poca cantidad es, claramente, porque el Estado no se encarga de difundir adecuadamente la actividad. Al respecto, otra de las propuestas es la creación de un convenio de grabación y difusión de las funciones en vivo en el Teatro Argentino por parte de Radio Provincia de Buenos Aires.
