Ponemos al alcance de los lectores del hoy un documento fechado en La Laguna, actual Bolivia, el 24 de junio de 1815 por disposición del general José Rondeau. Este documento reseña las acciones guerreras de Padilla, en la guerra de la Independencia sudamericana.
Ponemos al alcance de los lectores del hoy un documento fechado en La Laguna, actual Bolivia, el 24 de junio de 1815 por disposición del general José Rondeau. Este documento reseña las acciones guerreras de Padilla, en la guerra de la Independencia sudamericana.
Cobra relieve ya que se cumplieron en septiembre del año pasado 200 años de su muerte en el campo de batalla. Recordamos que Manuel Ascencio Padilla, esposo de Juana Asurdui (así figura en la documentación del Archivo) tuvo una acción destacada hasta su muerte enfrentando a las tropas del coloniaje español.
Ya en 1809 aparece Padilla como alcalde de la Doctrina de Moromoro, Chayanta [las Doctrinas eran pueblos de indios tributarios de la corona española]. Padilla se opuso a socorrer con víveres a las tropas enviadas por el gobernador para someter a los insurrectos de Chuquisaca, demostrando así su disposición a sumarse a la causa revolucionaria.
Según esta documentación Padilla aparece colaborando con el Ejército enviado por la Primera Junta a someter a los españoles en el Alto Perú. Esto le valió la reacción enfurecida del general español Goyeneche, que ordenó la detención y confiscación de sus bienes, tierras y hacienda.
Oportunamente se dio a la fuga, refugiándose en haciendas vecinas, “se levantaron los indios de Sicasica y otras inmediaciones, acaudillados por Cáceres y Titicocha, noticia que le fue de sumo consuelo para que volase luego a verse con ellos…
“No bien tiraron los planes de la libertad para las provincias, se supo que el general Esteban Arze tomase la plaza de Cochabamba, y levantase el pueblo. Aprovechándose de esa oportunidad, se encaminó allí, y entonces le confirió aquel título de Comandante de las Doctrinas de Moromoro, Pitantora, Guaycoma, Pocpo, Quilaquila y sus contornos. Conmovidos estos pueblos a su comando, marchó con la indiada a guardar el punto de Punilla para impedir toda internación de víveres para la ciudad, donde estaban los tiranos.
“Acaeció la derrota de don Carlos Taboada en los altos de Guanipaya. A seguidas solicitaron con más ansia su prisión y de su mujer y cuatro hijos con dos criados. Fugó esta contristada [apenada] familia a pie a buscar asilo entre las grutas y riscos, desamparando toda aquella pobreza que pudo haber escapado del embargo, sin saber el paradero de su marido. Pero éste, habiendo adquirido noticias del bosque a donde se acogió, la aseguró más en lo más embreñado de los montes, interín que él iba a seguir con la revolución”.
En siguientes entregas conoceremos más del contenido de este documento que muestra a las claras que este ejército altoperuano, de fuerzas irregulares surgido en las entrañas del pueblo acaudillados por líderes de la talla del comandante Padilla, estaba decidido a no darle tregua a los realistas en una guerra prolongada hasta vencerlos definitivamente en 1825 en los campos de Tumusla.