Hemos visto que cuando las mercancías son intercambiadas, su valor de cambio se manifiesta como algo totalmente independiente de su valor de uso. Si luego se hace efectivamente abstracción del valor de uso que tienen los productos del trabajo, se obtiene el valor, tal como lo definimos arriba. Por lo tanto, ese algo común que se manifiesta en la relación de intercambio o en el valor de cambio de las mercancías es su valor. (…)
Por tanto, un valor de uso o un artículo útil sólo tiene valor porque encarna o materializa trabajo humano en abstracto. Ahora bien, ¿cómo se puede medir la magnitud de este valor? Por la cantidad de substancia creadora de valor, es decir por el trabajo que contiene el artículo. Pero la cantidad de trabajo se mide por su duración y el tiempo de trabajo se mide, a su vez, por semanas, días y horas.
Alguien podría decir que si el valor de una mercancía está determinado por la cantidad de trabajo empleado en ella, cuanto más perezoso e incapaz sea el trabajador, más valor tendrá la mercancía porque se necesitaría más tiempo para producirla. Ahora bien, el trabajo que constituye la sustancia del valor es trabajo humano homogéneo, empleo de una fuerza de trabajo uniforme. Toda la fuerza de trabajo de la sociedad, encarnado en la suma total de los valores de todas las mercancías producida por esta sociedad, cuenta como una fuerza homogénea de fuerza de trabajo humana, aunque esté compuesta por innumerables unidades individuales. Cada una de estas unidades equivale a las restantes mientras tenga carácter de fuerza media de trabajo social y dé, además, el rendimiento que corresponde a esta fuerza media de trabajo social; es decir, mientras para producir una mercancía no consuma más tiempo de trabajo que el que representa la medida necesaria, es decir, el tiempo de trabajo socialmente necesario.
El tiempo de trabajo socialmente necesario es el que se requiere para producir un valor de uso cualquiera en las condiciones normales de producción y con el grado medio de destreza y de intensidad que prevalecen en aquel momento y en aquella sociedad. La introducción en Inglaterra del telar a vapor redujo, seguramente a la mitad el trabajo requerido para convertir una determinada cantidad de hilo en tela. El tejedor manual seguía necesitando el mismo tiempo que antes, pero el producto de una hora de su trabajo individual sola representaba ya media hora de trabajo social y disminuyó, por tanto, a la mitad de su valor primitivo.
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Vemos, pues, que lo que determina la magnitud del valor de un artículo es sólo la cantidad de trabajo socialmente necesario, para su producción. En este sentido, hay que considerar a cada mercancía como un ejemplar medio de su clase. Por tanto, las mercancías que contienen cantidades iguales de trabajo o que pueden producirse en el mismo tiempo de trabajo, tienen el mismo valor. El valor de una mercancía es al valor de otra lo que el tiempo de trabajo necesario para la producción de la primera es al tiempo de trabajo necesario para la producción de la segunda (…)
El valor de una mercancía permanecería, pues, constante si fuese también constante el tiempo de trabajo necesario para su producción. Ahora bien, este último cambia al variar la productividad del trabajo. Esta productividad está determinada por diversas circunstancias; entre otras, por el grado medio de destreza de los trabajadores, por el estado de la ciencia y el nivel de sus aplicaciones prácticas, por la organización social de la producción, por el volumen y la eficacia de los medios de producción y por las condiciones naturales. Por ejemplo, la misma cantidad de trabajo que en años de buena cosecha da 8 bushels de trigo, sólo da 4 en años de mala cosecha. El mismo trabajo extrae de una mina rica mucho más metal que de una mina pobre. Los diamantes se encuentran raramente en la superficie de la tierra y su extracción cuesta, por término medio, mucho tiempo de trabajo. Por eso, una cantidad pequeña representa una enorme cantidad de trabajo (…).
En general, cuanto mayor sea la productividad del trabajo, menor será el tiempo de trabajo requerido para la producción de un artículo, menor la cantidad de trabajo cristalizada en este artículo y menor su valor. Y viceversa, cuanto menor es la productividad del trabajo, mayor es el tiempo de trabajo exigido para la producción de un artículo y mayor su valor. El valor de una mercancía varía, pues, en razón directa a la cantidad y en razón inversa de la productividad del trabajo invertido en ella.
Un objeto puede ser útil sin tener valor. Tal es el caso cuando la utilidad de un objeto no se debe al trabajo, como ocurre con el aire, la tierra virgen, los prados naturales, etc. Una cosa puede ser útil y a la vez producto del trabajo humano sin ser mercancía. Los productos del trabajo destinado a satisfacer necesidades personales de su creador, son, indudablemente, valores de uso pero no mercancías. Para producir mercancías no basta con producir valores de uso: hay que producir valores de uso para otros, valores de uso sociales. Finalmente, ningún objeto puede tener valor sin ser, a la vez, un objeto útil. Si es inútil, lo será también el trabajo que contiene, no contará con tal trabajo y no creará, por consiguiente, ningún valor (…).
Hoy N° 1950 15/02/2023