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02 de octubre de 2010

El tomate mató los “índices perfectos” que miente K para ganar las elecciones, mientras preparan el “ajuste” para después de octubre. Pero siguen las luchas y brotan movimientos por el voto en blanco, nulo y la abstención.

El tomatazo

1.Indices “del tomate”

Si faltaba algo para dejar al desnudo la mentira de los “índices perfectos” que anunció Néstor Kirchner, llegó el tomatazo. En Mendoza, la principal provincia productora de tomates, su precio llega a $ 16 el kilo. ¡Algunos negocios ponen su precio… en dólares!

Mientras los terratenientes y pooles sojeros (y de otros productos de exportación) sigan robándole tierras a la pequeña y mediana producción hortícola, ganadera, tambera y de otros productos para el mercado interno, seguirán encareciéndose estas producciones y seguirá agravándose la crisis social en las provincias.

Esta es la verdadera política K. Kirchner usó $ 49.815 millones sin control, del “superávit fiscal”, por decretos de necesidad y urgencia, para subsidiar a sus amigos monopolistas y terratenientes. Con un poco de eso podría haber estimulado las producciones regionales para abaratar los productos del consumo popular; pero no le interesa. Los “anuncios” de apoyo a la pequeña y mediana producción terminan en negociados financieros de los bancos amigos del gobierno con viejos y nuevos terratenientes.

Las patronales salieron a apoyar los índices truchos como parte de su campaña para ponerle techo a los reclamos salariales en curso, y a los que se vienen con el 30% de aumento para arriba. Esa cifra se aproxima al aumento de precios de los productos que realmente consume el pueblo, y se queda corta en los alquileres y otros rubros.

2. De hocicadas y pactos

Con la inflación desbocada, la deuda externa devorándose el “superávit fiscal”, la crisis energética, y la deuda interna reclamando soluciones, la política kirchnerista hace agua.

Ante esa realidad, el gobierno salió a buscar apoyos y plata en las capitales imperialistas. Pero Alemania, Francia, Japón y los yanquis le exigen un acuerdo con el “Club de París”, para lo cual, antes, hay que llegar a un pacto con el FMI. Le reclaman el aumento de las tarifas de las empresas privatizadas, el pago de la deuda al Club de París, un arreglo con los acreedores que no entraron en el canje, y frenar la inflación.

Hay otras exigencias. Los yanquis presionaron a Kirchner para que denuncie a Irán con el libreto que le escribieron la CIA y el Mossad (los servicios de espionaje de Estados Unidos e Israel), por el atentado terrorista a la AMIA, que ocultan la participación del Estado argentino: la “zona liberada” por la policía, las coimas del juez a un participante, etc.

Kirchner hocicó. Recitó ese libreto contra Irán en las Naciones Unidas. Lo hizo cuando ya Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Alemania discuten los detalles de su agresión imperialista a ese país. El gobierno argentino, de hecho, nos ha involucrado, igual que Menem en la Guerra del Golfo contra Irak, en una guerra imperialista por petróleo, con incalculables consecuencias.

También hocicó Kirchner al dar una respuesta sin valor efectivo al colonialismo inglés que extendió la plataforma submarina en el Atlántico Sur a 350 millas. Eso significa el robo de las cuencas petroleras argentinas del Atlántico Sur (principal reserva energética del país); y que esas aguas pasan a ser un “lago inglés”.

A la negociación con los poderosos de afuera, el kirchnerismo le suma los acuerdos con los poderosos de adentro. El martes, al cierre de esta edición, CK se reunía con los principales grupos monopolistas y terratenientes agrupados en la Asociación de Empresarios Argentinos.

3. Las candidaturas del sistema

Con los poderosos de afuera y adentro, a espaldas del pueblo, se va bordando la trama del “pacto” que CK pregona en sus discursos. Ese pacto profundiza la política de salarios y jubilaciones de pobreza, mantiene el colapso de la salud y la educación públicas, da “piedra libre” para los negocios y negociados de los grupos monopolistas y terratenientes: cargará sobre la clase obrera y el pueblo el recauchutaje del “modelo K”.

El kirchnerismo fracasó en sus intentos de construir un nuevo sistema de partidos políticos que resuelva la crisis de hegemonía (la “gobernabilidad”). Sin embargo, casi todos los de arriba prefieren que gane CK, que hoy es la que, pese al deterioro del gobierno, está en mejores condiciones de afrontar “la gobernabilidad” necesaria para el recauchutaje económico que se viene. Los futuros ministros de Economía anunciados por los candidatos “opositores” fueron parte de gobiernos que saquearon a la nación y hambrearon al pueblo: Carrió lleva a Prat Gay, ex Citibank y presidente del Banco Central con Duhalde y Kirchner; Lavagna a González Fraga, ex presidente del Banco Central con Menem; y Rodríguez Saá al duhaldista Alieto Guadagni.

Lo que divide a los de arriba, es que unos trabajan para fortalecer al kirchnerismo en las elecciones, para consolidar a los grupos del sector hegemónico del bloque dominante que sostienen a Kirchner. Otros quieren debilitar a CK en octubre, para que su desgaste con el “ajuste” la deje lista para el “cachetazo” en el 2008 o el 2009. Algunos negocian con K y, al mismo tiempo, preparan fichas; temen que el gobierno no haga “lo que tiene que hacer” y lleve al país a un nuevo estallido que barra con todos, cayendo el país en manos de “neoliberales”, proyanquis y la “nueva derecha” europea.

Notoriamente, la derecha fascista, donde anidan los servicios K, realizó un nuevo acto reivindicando la “guerra antisubversiva”, arrastrando a sectores nacionalistas. Como electoralmente los fascistas son “piantavotos”, sus ataques a días de las elecciones favorecen al kirchnerismo. Kirchner de hecho les dio aliento con la ley de terrorismo de Estado, pero juega con fuego porque el desprestigio del gobierno en las Fuerzas Armadas facilita la agitación de los fascistas que encubren que la dictadura ensangrentó el país para poder venderlo.

La trampa electoral

No se siente, en el pueblo, amor ni fervor por CK. Ni siquiera expectativas como las que generó Kirchner en las elecciones del 2003.

Como Menem, el gobierno hace actos oficiales prometiendo obras públicas. Son tan desprolijos que las obras prometidas suman $ 5.030 millones y presentaron un presupuesto que solo asigna $ 2.313 millones. Muchas obras que anuncian no figuran en el presupuesto, o tienen fondos mínimos y plazos de entre 10 y 20 años, y no faltan las que se anuncian por segunda o tercera vez.

El kirchnerismo esconde a sus candidatos: CK vive fuera del país, y Cobos tuvo que hacer un escándalo con el IndeK (que histerizó a Kirchner) para que lo convocaran a un acto. Más allá de la defensa de sus “logros” (como los “índices perfectos” de inflación), la campaña oficialista se basa en que “los otros son peores”.

Pero el resultado electoral está atado de otra manera. Con gobernadores e intendentes que solo pueden sobrevivir si “maman” de la “caja grande” del gobierno nacional, el kirchnerismo instaló una inconstitucional e ilegal ley de lemas por la cual, por ejemplo en Mendoza, no se sabe si 12 o 14 boletas llevan a CK. Así, la mayoría de los aparatos políticos provinciales y municipales tiene su supervivencia y sus posibilidades de ganar atadas al triunfo de CK. Lo que falte, si es necesario, como se ensayó ante “la emergencia” en Córdoba, se resuelve con la empresa Indra y la justicia electoral.

4. Luces de “peligro”

Siguen creciendo las luchas populares, y la voluntad de los trabajadores de recuperar sus organizaciones. En la gran lucha de los docentes mendocinos, el discípulo de Yasky electo hace dos meses fue corrido por los maestros por traicionar el plan de lucha del plenario del gremio. El movimiento democrático con sus movilizaciones creó las condiciones para condenar al genocida Von Wernich. Y miles de mujeres se autoconvocan en Córdoba para su gran Encuentro Nacional, enfrentando la pinza para dividirlo: la derecha reaccionaria y el kirchnerismo.

El kirchnerismo teme por el frío que provoca su fórmula presidencial. Recela de cortes de boleta de punteros peronistas (como a Bielsa en Santa Fe).

Pero las luces de peligro que se encienden en las clases dominantes, apuntan a una gran corriente de “indecisos”, “no votantes”, y votantes en blanco o nulos que aparece en las encuestas. La Nación anuncia un nivel récord de abstenciones desde 1983. Hay ciudades en las que el nivel de “indecisos y no votantes” es igual al de los que votarán por candidatos. Viene alto el voto en blanco, de ahí las presiones para que el movimiento contra el robo de las elecciones en Córdoba desista de esa posición.

Además, se desarrollan numerosos movimientos de voto programático. El voto Fuentealba de docentes neuquinos, rionegrinos y bonaerenses. El voto verde que impulsan en Gualeguaychú y otros que han aprobado en La Rioja los movimientos ambientalistas. La lista 194 con los nombres de los jóvenes masacrados en Cromañón. El voto Che Guevara y por los reclamos estudiantiles ha aparecido en facultades. Hay un voto negro en el puerto de Mar del Plata, y otros por salarios y trabajo en blanco en fábricas. El voto patriótico o voto Malvinas, surge en los cuarteles.

Personalidades y fuerzas sociales y políticas que impulsan diversas formas de no voto, voto en blanco o nulo van confluyendo en pronunciamientos conjuntos y un gran acto popular.

La campaña por la abstención y el voto en blanco, verde, negro o azul y blanco ha comenzado a ser una realidad, pese al macaneo y el ninguneo de los medios del sistema. Es una enorme fuerza popular, patriótica y democrática, firmemente opositora a la política K y a la trampa electoral.

Los pasos hacia la coordinación de personalidades y organizaciones que impulsan este voto bronca, le dan un sentido claro, social y político. Y crean una base para reagrupar al conjunto de las fuerzas populares, patrióticas y democráticas, después de las elecciones y cualquiera haya sido su voto, para terciar, en las grandes tormentas que se avecinan. Para hacerlo por el camino recorrido con las elecciones de octubre del 2001 y el cachetazo a De la Rúa en diciembre de ese año. Pero ahora, con las enseñanzas de aquel borrador, hay condiciones de pasarlo en limpio imponiendo un gobierno capaz de resolver pan, trabajo, salud, educación, tierra, techo, libertad e independencia nacional.