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13 de julio de 2024

Villa Yacanto de Calamuchita, Córdoba

El Valle profundo

“La belleza de la naturaleza atravesada por el drama humano” Juan L. Ortiz

Grandes extensiones de tierras (Sociedades Anónimas) y parajes naturales que albergan a uno de los 10 más grandes millonarios del país, con nacientes de ríos incluidos, conforman uno de los ejidos más grandes de la Argentina. Al pie del Cerro Champaquí, con un emprendimiento minero detenido, una explosión demográfica veloz, con un boom inmobiliario y de la construcción, Villa Yacanto de Calamuchita, en la provincia de Córdoba, es una célula del modelo nacional de desigualdad y precarización laboral.

Décadas atrás el pueblo creció con los aserraderos, trayendo decenas de hombres en condiciones de esclavitud (Mensu) del litoral. Migrantes que fueron asentándose en estas tierras después del auge de la tala de pinos y que a fuerza de abandono, resiliencia y algunos favores clientelares pudieron tener su parcela para vivir en estas tierras.

Villa Yacanto desde entonces no tuvo un plan de urbanización en los barrios populares. Trata, consumos problemáticos, deserción escolar, prostitución, analfabetismo, violencia de género, narcomenudeo, inseguridad y problemas habitacionales, eran y siguen siendo síntomas de la falta de planificación y gobernanzas que no están al servicio del pueblo. Los rasgos feudales en lo Cultural tiñeron toda la anterior gestión municipal. Mientras que con el crecimiento, traído por otro boom, en este caso, inmobiliario, todas estas problemáticas empezaron a crujir cada vez más fuerte. Se organizaron las mujeres, el barrio, los DDHH, la política, los estatales y la Cultura. Esto desgastó políticamente al caudillismo de dos décadas, en un pueblo de acelerado crecimiento desigual. Luego las últimas elecciones a intendente, trajeron a un grupo de inmobiliarios que levantaron las banderas de Milei y Bullrich, a sabiendas de que la “motosierra” sería también para la coparticipación, que es muy importante en un pueblo como Yacanto, que no tiene una economía regional fuerte, de pocos recursos. Esto trajo, con las primeras medidas nacionales: la devaluación, la transferencia de ingresos y por consiguiente más inflación, una de las peores temporadas turísticas en años y una baja en la demanda en el rubro de la construcción y sus derivados. En Yacanto el ingreso más fuerte de dinero, viene a través de la actividad privada, concentrada en pocas manos, que brinda trabajos super precarizados, como la construcción, el trabajo doméstico y la gastronomía. El sector inmobiliario no solo hace lobby desde el HCD sino que son el mismísimo HCD (honorable concejo deliberante) demostrando la falta de representatividad ciudadana y la democracia de muy baja intensidad. Los Estatales que se agrupan en ATE, denuncian sueldos de miseria que no llegan al mínimo vital y móvil. Tampoco se habla de los casi 100 contratos no renovados por RRHH de la municipalidad, hecho que acrecentó la desocupación en el pueblo.

Años atrás, un obrero de la construcción murió en un incendio en un hospedaje. No llamó demasiado la atención pero fue un aviso silencioso de lo que vendría. Este viernes pasado, 5 de julio, tuvimos la triste noticia de la muerte de dos jóvenes en un incendio en el Durazno, con el frío acechando, hacinados en una casilla de chapa, fallecieron con 24 y 37 años. Habían viajado para trabajar en el rubro gastronómico. Es inevitable pensar que tenían familia, que alguien los esperaba en sus hogares, que los querían, que vinieron a trabajar, que se aguantaron estar en esas condiciones paupérrimas, en las que los tenían sus contratistas; es inevitable pensar que eran jóvenes, con una vida por delante; pero al parecer en Argentina los hechos nos quieren hacer creer, que aquí no hay futuro. Ni para el sepelio tenían dinero sus familias. Parecería que la presencia del estado es una condena.

Cada vez que en el calor de nuestros hogares, veamos venir estos fríos terribles que azotan estas tierras, sepamos que afuera hay alguien que vive en una casilla, con su familia lejos, sin ART, sin aportes, sin un sindicato, sin amigos, solos, trabajando por un mango que se lo terminará devorando la inflación. Allí, bajo la helada injusticia, hoy están nuestros hermanos y compatriotas. Y si el odio y la ausencia de solidaridad nos trajeron hasta acá, con un presidente que deja pudrir comida en un país con hambre, y ajusta a los jubilados y entrega nuestros recursos naturales, sabremos, tarde o temprano, que la lucha y la solidaridad serán sin cuartel para doblar el viento a favor del pueblo. Acá y en cualquier lugar donde reine la injusticia. Si podemos entre todos cambiar Yacanto, quien dice, también podremos cambiar nuestro país y tal vez el mundo.

Corresponsal, Calamuchita, Córdoba PTP-PCR 9/7/24