Uno de los párrafos del artículo dice de él: “tuvo actitudes heroicas que salvaron vidas de compañeros valiosos. Nunca hizo alarde de eso; para él era algo natural jugarse la vida por el Partido. Ese heroísmo silencioso de un hombre que tenía tareas internas, que no era conocido, es otra gran enseñanza que nos deja a todos. Frente a la dictadura fascista de Videla-Viola jugó un gran papel organizando reuniones en las duras condiciones de clandestinidad que se imponían y ayudando a mantener los hilos con las masas”. Y más adelante: “Un hombre destacado en esas tareas a veces poco valoradas, claves para la existencia de un Partido realmente revolucionario”.
Estas líneas, que tan acertadamente le hacen honor, traen a la memoria un poema de Bertolt Brecht que bien vale la pena reproducir aquí en homenaje a Juan Carlos y a otros que, como él, han servido y sirven con esa misma dedicación al Partido Comunista Revolucionario.
Loa a la clandestinidad
Es hermoso
tomar la palabra en la lucha de clases.
Llamar a las masas bien alto a la lucha
para que aplasten a los opresores y liberen a los oprimidos.
Y es difícil y útil el trabajo diario, imperceptible,
el tenaz y secreto tejer
la red del Partido
ante el cañón de los patrones:
hablar, pero
esconder al orador.
Vencer, pero
esconder al vencedor.
Morir, pero
esconder la muerte.
¿Quién no haría mucho por la fama, pero quién
lo hará por el silencio?
Pues la fama pregunta en vano
por aquellos que realizaron las hazañas.
¡Aparezcan
por un momento,
desconocidos de rostros cubiertos, y reciban
nuestra gratitud!
Hoy N° 1732 29/08/2018