A 6 meses de iniciado el conflicto, la lucha se profundizó con la declaración del paro por tiempo indeterminado -que lleva más de dos semanas- marchas de antorchas y cacerolas. La firmeza y decisión de los trabajadores de la salud fue ganando el apoyo de la población, sensibilizada también por la decisión de la instrumentadora quirúrgica Adriana Contreras de sostener una huelga de hambre por 12 días.
Esta lucha que arrancó con reivindicaciones salariales, y de pase a planta permanente entre otras, paulatinamente también va convirtiéndose en un grito del pueblo por una política de salud a su servicio. Es así que más de 6.000 personas ganaron las calles, hermanadas al grito de “Olele, olala, si ésta no es salud, la salud adonde está”; y “estamos en la calle nuevamente la salud del pueblo no se vende, se defiende”. Las bombas de estruendo fueron abriendo paso a la columna que mostró un gran colorido por los carteles de los diferentes centros de salud (hospitales Regional, Francisco Viano de La Banda, de Selva, Maternidad, Cepsi), y otros como el de médicos residentes, enfermeros en lucha; como así también de las diferentes organizaciones políticas, sociales y estudiantiles.
Miente, miente, que algo quedará
En su recorrido, la marcha se detuvo en los dos principales diarios de la provincia (El Liberal y Nuevo Diario) para exigir que estos medios comprados y silenciados por el gobierno de Zamora, reflejen lo que pasa en la salud de Santiago. Se leyó un petitorio denunciando las violaciones a los pactos internacionales en las que incurren al ocultar la información.
Luego de meses de silenciar la lucha, en la última semana los diarios se vieron inundados por denuncias en contra de los trabajadores que realizan las medidas de fuerza, intentando desacreditar a los autoconvocados y acusándolos de no garantizar la atención de los ciudadanos. Con anterioridad, habían negado el derecho a réplica al Dr. Gustavo Cáceres, exonerado tras la sustanciación de un sumario trucho, y ante el que no pudo ejercer su legítima defensa.
Al día siguiente de la marcha, a través de la prensa escrita y digital de los medios que actúan como voceros oficiales, se dio a conocer las declaraciones del gobernador Zamora, quien minimizó el conflicto refiriéndose “al paro que realizan algunos médicos”.
Zamora mostró la hilacha
El gobierno del radical K Zamora, quien acuñó el slogan de “Santiago Cambia”, se vio forzado a mostrar su verdadera cara frente a la prolongada lucha de los trabajadores de la salud. La única respuesta a los reclamos consistió en la persecución a quienes luchan, los despidos, el traslado, los descuentos, y la represión.
En este marco el 27/1, el educador para la salud Juan Carlos “Chungui” Chazarreta, delegado de los autoconvocados, ingresó al Hospital Regional con la intención de participar de una asamblea general. De inmediato lo interceptó el jefe del operativo, comisario Ibáñez, quien junto a otros efectivos lo sacaron a empujones. Todo sucedió mientras Juan Carlos sostenía de la mano a su hijo menor. Ante esto, sus compañeros decidieron repudiar el accionar de la policía saliendo a cortar la Av. Belgrano, frente al centro de salud.
Una vez levantado el corte, se dirigieron nuevamente hacia el interior del Hospital y la policía les cerró el paso en el portón principal, quitando por la fuerza los redoblantes, bandera y megáfono. Allí se produjeron forcejeos y varias enfermeras fueron golpeadas por efectivos de infantería, del escuadrón táctico motorizado y personal femenino de civil, intentando detener a la enfermera Ruth Fredes, delegada del Hospital, entre otros. Como consecuencia, una de las enfermeras presentó una fisura en la mano.
Se presentó en el lugar la abogada de ATE, quien solicitó la orden judicial por la cual actuaron violentando los derechos de los trabajadores. Como respuesta se la derivó a la Seccional 3º, donde, junto a un grupo de autoconvocados, constataron por referencia del comisario a cargo que no existía. La orden existió, pero no de una instancia judicial, sino que la misma salió de la Jefatura de Gabinete, según comentó uno de los efectivos policiales apostados en el hospital.
Luego, a pesar de la denuncia que se realizó ante los tribunales, este accionar represivo continuó con la militarización del Hospital Regional, donde se impidió el acceso de algunos delegados a las asambleas generales.
Unidad y lucha: un camino para triunfar
Zamora maniobró con la única intención de dividir y aplastar la lucha del movimiento de autoconvocados. Al principio negó todo, luego urdió supuestas instancias de diálogo en las que pretendió excluir a ciertos delegados elegidos por las asambleas, intentó quebrar la unidad de médicos y no médicos; posteriormente pasó a la represión abierta. Ahora impulsó una nueva maniobra –en complicidad con el gremio de ATSA y los medios de comunicación- la desacreditación de los trabajadores y la judicialización del conflicto, con acusaciones de abandono de persona. Frente a la estrategia del gobierno, el movimiento redobló los esfuerzos en la movilización que tanto molesta al zamorismo, y en fortalecer la unidad con otras organizaciones y el conjunto del pueblo.
“La salud es un problema de todos”, expresó una integrante del atelier cultural de la ciudad de La Banda, en una reunión con autoconvocados. Sucede que el 75% de la población recurre al sistema público, y son los que hoy sufren el hambre, la desnutrición, el dengue, las adicciones, etc.
Como ya lo demostró la movilización en Añatuya, este aparece como el único camino para torcer el brazo al gobierno y lograr las reivindicaciones planteadas, fortaleciendo los cuerpos de delegados en los centros de salud y llegando a los barrios a través de pintadas, volantes y reuniones con los centros vecinales y organizaciones sociales, de la cultura, en la conformación de un amplio movimiento social en defensa de la salud pública.