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24 de marzo de 2020

El viejo camino ha fracasado, una y otra vez, en toda la línea.

En la emergencia iniciemos un camino distinto

En la emergencia sanitaria ¿no es hora de pensar que debemos luchar frente a este ataque del Coronavirus, iniciando un camino de protagonismo popular, con un voluntariado sanitario, docente, alimentario, que reciba del Estado, los medios para actuar? ¿No es hora de pensar que lo que organicemos hoy, para la emergencia, tiene que tener continuidad para avanzar con los jóvenes y veteranos, en el camino de una Argentina agroindustrial, científica y tecnológica independiente de toda dominación extranjera?

Hacen falta respiradores y otros elementos de tecnología médica. Las Facultades de Bioingeniería de la Universidades Nacionales tienen los equipos de investigación aplicada que los podrían hacer acá, para que no nos falten de nuevo.

Las facultades donde se enseña Farmacia (como la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad Nacional de La Plata) tienen centros que pueden producir medicamentos y los estudiantes pueden aprender fabricando. Las farmacias de barrio pueden y deben volver a la fabricación de Magistrales. Muchas de ellas están hoy fabricando, incentivadas por su Colegio de Farmacéuticos en la provincia de Buenos Aires que, a su vez, tiene un laboratorio de control de calidad de los medicamentos.

Hoy podríamos movilizar todos los recursos para fabricar POR el Estado medicamentos aprovechando la red de Producción Pública de Medicamentos (PPM). Utilizar la capacidad instalada de los 39 laboratorios de PPM que hay en el país y del INTI como soporte tecnológico. Resolver el problema de los medicamentos “huérfanos”. Utilizar el conocimiento para hacer investigación y desarrollo a través de convenios con universidades y organismos de ciencia y tecnología, para hacer síntesis de principios activos, producción de proteínas de uso terapéutico por ingeniería genética, etc. Hacer estudios de biodisponibilidad, bioequivalencia, farmacovigilancia. Centralizar las compras para obtener mejores precios en insumos y coordinación en la producción nacional sin que los laboratorios dejen de atender necesidades regionales. Generar un instrumento formidable (la PPM) para la negociación y para establecer precios testigo sobre la base de estructuras de costos y no de “mercado”.

Además, como los laboratorios públicos están radicados en 12 provincias y la CABA, el desarrollo de un proyecto nacional de PPM implicaría potentes desarrollos regionales, entre otras virtudes. Se estaría, así, recogiendo la experiencia del Emesta (Medicamentos del Estado) del Dr. Ramón Carrillo que, en muy poco tiempo, siendo Ministro de Salud durante el primer gobierno del General Perón, erradicó el paludismo, que vuelve a  azotar a nuestros pueblos, como otras viejas enfermedades y endemias (dengue, sarampión, tuberculosis, sífilis, etc.).

Los estudiantes avanzados de Medicina podrían constituir un ejército de voluntarios sanitarios y vacunadores que aprendan mientras ayudan, vinculados a la realidad. Vinculados a lo más profundo de la realidad nacional.

Es cierto lo que dijeron patriotas como el Dr. Adolfo Silenzi de Stagni, insigne continuador de los Generales Mosconi y Baldrich, los de la YPF heroica: “El capital bien entendido se forma en casa”. Sólo habría que agregar: que no nos lo robe la dependencia.

Y lo más importante del capital humano necesario lo tenemos en casa. Entre los dos elementos de las fuerzas productivas del país, las máquinas y quiénes trabajan en ellas, lo más importante es el ser humano. Ese capital, ese esencial elemento de las Fuerzas Productivas, lo tenemos.

El viejo camino ha demostrado su inutilidad; su incapacidad ante los sufrimientos del pueblo. Iniciemos un camino nuevo.

La torpeza de los defensores del viejo camino para actuar en las emergencias y en las situaciones normales ha quedado en evidencia. Las palabras del ex presidente Macri comparando el “populismo” con el coronavirus, desde ya demuestran la dureza de su corazón. Pero demuestran, también, que no entiende lo que ocurre. Y un general que no conoce el terreno, no puede ser ni el último soldado.

A la hora de repatriar a los que quedaron varados en el exterior sólo contamos con Aerolíneas Argentinas. Nos faltan aviones en la Fuerza Aérea, y barcos de una Marina Mercante del Estado que fue destruida intencionalmente. Ferrocarriles destruidos, una Marina sin barcos, un país indefenso. Mientras tanto el Astillero de Rio Santiago espera poder fabricar barcos.

Ese es el camino del fracaso, de la sumisión nacional, de la entrega del patrimonio argentino. De hambre y ajuste para el pueblo.

Que el dolor se transforme en fuerza. El viejo camino ha fracasado una vez más. Es impotente. Echémoslo al rincón de los trastos viejos y emprendamos una nueva huella.

Una nueva huella argentina de independencia de toda dominación extranjera.

¿Cómo nos va a faltar lo que tenemos o podemos producir? Pongamos en marcha a toda la fuerza que tenemos para vencer al Coronavirus. Y con esa fuerza que organicemos hoy, iniciemos un nuevo camino. Con techo, tierra y trabajo como dijo Francisco. Con alimentos, salud y educación para todos. Hacia una Argentina donde el hombre no sea lobo del hombre y un mundo donde un puñado de países no sean lobos de los otros pueblos, países y naciones.

Escribe Horacio Micucci

Hoy N° 1807 24/03/2020