1. En terreno de muerte
Se cerró una etapa muy difícil. La patronal lanzó su ofensiva: barrer a la comisión interna y el cuerpo de delegados para luego despedir a 750 trabajadores, eliminar un turno, imponer las 12 horas y liquidar otras conquistas, descargando su crisis sobre los trabajadores. Se sumaban contra los trabajadores un monopolio yanqui poderosísimo y la dirección propatronal del sindicato, en momentos en que el gobierno kirchnerista buscaba el abrazo de Cristina K con Obama (muy vinculado a la Kraft).
Era una lucha en terreno de muerte. Había que abrir el camino a un conflicto prolongado, y pelear etapa por etapa.
Daer, la patronal y el gobierno trataron de manejar el conflicto por fuera de los trabajadores y su comisión interna; el paro, y el funcionamiento en asambleas de los 2.700 trabajadores lo derrotó. Lanzaron, entonces, la campaña para desprestigiar a la interna y los delegados con la falsa acusación de que buscaban dividir el gremio. La represión policial que pretendió sacar de la fábrica a los despedidos, unió a los trabajadores y fortaleció el paro.
Con el viaje de Cristina K a Estados Unidos, el gobierno lanzó el brutal desalojo policial, y también la heroica resistencia de los trabajadores. Ocurrió como en el 2001, cuando De la Rúa impuso el Estado de Sitio; o cuando el kirchnerismo detuvo a los dirigentes agrarios de Gualeguaychú: el país bordeó el estallido, con cortes de ruta y movilizaciones desde Jujuy a Tierra del Fuego, en las rutas del Conurbano Bonaerense y los accesos a la Capital Federal.
Los trabajadores de Kraft y su dirección ganaron prestigio y apoyo de las amplias masas obreras y populares, mientras la Kraft, Daer y el gobierno K sufrían una dura derrota política.
2. Un paso adelante
La lucha de los trabajadores permitió aprovechar las contradicciones que dividen a los de arriba, y las profundizaron. Además, el gobierno quedó pegado a la Kraft yanqui, a un jerarca propatronal como Daer, y como responsable de una represión brutal, que dejaron al desnudo su falso discurso “progresista, nacional y popular”. Esto lo descolocó en “la madre de todas las batallas” que libra con el grupo Clarín y otros grupos.
Fue la derrota política de la Kraft, Daer y el gobierno, lo que los forzó a la negociación. La situación cambió a favor de los trabajadores. La Kraft y Daer debieron hacer concesiones buscando recomponer su imagen, pero poniendo palos en la rueda para pudrir la negociación. El gobierno buscó la manera de sacarse esa brasa ardiendo del conflicto, que se había convertido en un punto de referencia para los trabajadores de cientos de fábricas que estaban en la misma situación.
La patronal debió retroceder en su plan de ajuste (por ahora), y conceder la reincorporación de 70 despedidos y suspendidos y la renegociación de los restantes. La Kraft y Daer debieron ceder el reingreso de la comisión interna, con sus derechos gremiales. Esas conquistas son un paso adelante que fortalece a los trabajadores para la nueva etapa que se inicia. Así lo manifestaron los trabajadores en las asambleas.
Lamentablemente, un grupo del PTS pretendió arrastrar a los trabajadores a la línea de derrota que ya se vio en Maffisa, el Casino y otras luchas. Lo dijo claro el delegado Hermosilla: “Me cago en los de adentro, nosotros somos los que dirigimos”. En lugar de unir a los de adentro de la fábrica con los de afuera, dividirlos. En lugar de unir a la comisión interna y el cuerpo de delegados, dividirlos. En lugar de asambleas en donde los 2.700 trabajadores deciden, reuniones de apuro de unos poquitos. En lugar de dar un paso adelante afirmándose en lo ganado para fortalecerse, pudrir la negociación y facilitarle el juego a la patronal, Daer y el gobierno para que retomen la ofensiva. En lugar de una lucha larga, que vaya desgastando a enemigos poderosos, un show mediático a todo o nada. En lugar de valorar el esfuerzo de todos los trabajadores, ubicando el centro de la lucha en los 2.700, descalificar a los compañeros de adentro. ¿Qué tiene de clasista o de izquierda esa línea? Nada, es funcional al juego de la patronal.
Cumpliendo con lo aprobado en las asambleas, la mayoría de la comisión interna garantizó el paso adelante. Hubo también errores y autocríticas.
3. Emergencia laboral, ya
Esta nueva etapa de la lucha de los trabajadores de la Kraft se va a dar en nuevas condiciones, más favorables.
El conflicto de la ex Terrabusi hizo aflorar la realidad de la Argentina. Lo que sucede en la Kraft está pasando en cientos de fábricas: despidos, suspensiones, cierres de turnos o fábricas. Lo que los trabajadores de la planta de Pacheco mostraron es un camino para plantarse frente a las patronales que descargan su crisis sobre los obreros y la economía nacional. De hecho, su lucha contribuyó a mantener el pago de los salarios a los petroleros suspendidos que se cortaba en octubre. Ahora “descubren” que hay 13 ramas de la producción en las que los trabajadores pueden explotar como los de Kraft.
Se han creado condiciones muy favorables para impulsar un gran movimiento por la emergencia laboral, que conquiste una ley que prohíba los despidos durante el tiempo que dure la crisis. Un movimiento en el que pueden confluir muchísimos cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos.
4. Un camino
La lucha de las trabajadoras y trabajadores de la Kraft es ya una página gloriosa de la historia del movimiento obrero. Y es también una página de dignidad nacional contra la Kraft yanqui y su pretensión de instalar un Guantánamo, pisoteando las leyes argentinas, para descargar su crisis sobre los trabajadores y la economía nacional.
El amplísimo movimiento de solidaridad con los trabajadores en lucha, que debe continuar, mostró la confluencia de cuerpos de delegados, comisiones internas y sindicatos; los desocupados y los jubilados; el movimiento agrario de la FNC, FAA y los autoconvocados; los originarios; las mujeres como se vio en el extraordinario Encuentro Nacional en Tucumán; el estudiantado secundario y universitario, y la juventud; artistas, intelectuales y profesionales; movimientos contra los tarifazos, ambientalistas, democráticos y patrióticos. Se vio, en vivo y en directo, el papel que puede jugar la clase obrera, particularmente la de las grandes empresas, para la confluencia en multisectoriales en todo el país. La Corriente Clasista y Combativa y el Partido Comunista Revolucionario, en la Kraft y en todo el país, asumimos el compromiso de que somos todos Terrabusi. Hicimos lo que teníamos que hacer. Se ha demostrado que hay dirigentes clasistas y comunistas revolucionarios que no se compran ni se venden. Que no juegan a promocionarse para ser candidatos. Que trabajan para que sean las masas trabajadoras y populares las protagonistas de la lucha y la política. Y si se cometen errores, hay reflexión, autocrítica y se da la cara.
La lucha de los trabajadores de Kraft y el amplio movimiento solidario con ellos, ha demostrado que hay otro camino para los millones de asqueados del espectáculo repugnante de la compra y venta de legisladores, funcionarios, dirigentes sociales, gobernadores e intendentes. Hay otro camino frente a la disputa entre un gobierno kirchnerista que descarga la crisis sobre el pueblo, y las derechas opositoras que plantean lo mismo por la vía de la devaluación. Con la lucha de Terrabusi, volvió a mostrarse la fuerza del camino del Argentinazo y la rebelión agraria; el único que puede llevar a conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, y avanzar hacia la liberación nacional y social.