La experiencia de los diez años de la guerra civil es la mejor y más inmediata referencia para el actual período, el de la Guerra de Resistencia. Sin embargo, esto no se refiere a la línea táctica, sino a cómo hemos de vincularnos con las masas y movilizarlas en la lucha contra el enemigo. La actual línea táctica del Partido presenta una diferencia de principio con la que seguimos en el pasado. Antes, combatíamos a los terratenientes y a los burgueses contrarrevolucionarios; ahora, nos unimos con todos aquellos terratenientes y burgueses que no se opongan a la Resistencia. Incluso en la última etapa de la guerra civil, fue incorrecto no haber adoptado una política diferenciada respecto al gobierno y el partido reaccionarios que realizaban ataques armados contra nosotros, por una parte, y a las diversas capas sociales de carácter capitalista bajo nuestro régimen, por la otra, y no haberlo hecho tampoco respecto a los distintos grupos dentro del gobierno y el partido reaccionarios. En aquella época, se seguía hacia todos los sectores de la sociedad, excepto el campesinado y la capa inferior de la pequeña burguesía urbana, la política de “mera lucha” indudablemente errónea.
En cuanto al problema agrario, también fue erróneo repudiar la justa política aplicada en las primeras dos etapas de la guerra civil, que consistía en asignar a los terratenientes lotes de tierra iguales que a los campesinos, de suerte que pudieran dedicarse a cultivar la tierra y no se convirtieran en vagabundos o se echasen al monte como bandidos, perturbadores del orden social. Actualmente, la política del Partido tiene que ser distinta; no es ni de “mera lucha sin alianza”, ni de “mera alianza sin lucha” (como el chentusiuísmo, en 1927), sino de aliarse con todas las capas sociales en cuestión que se oponen al imperialismo japonés, formando con ellas un frente único, y sostener a la vez distintas formas de lucha contra ellas, de acuerdo con los diferentes grados de su vacilación y de su posición reaccionaria, que se manifiestan en su tendencia a capitular ante el enemigo y en su oposición al Partido Comunista y al pueblo.
Nuestra política actual es una doble política que combina la alianza y la lucha. En el terreno laboral, esta política consiste en mejorar adecuadamente las condiciones de vida de los obreros y, al mismo tiempo, no obstaculizar el desarrollo apropiado de la economía capitalista. En el problema agrario, consiste en exigir a los terratenientes la reducción de los arriendos y los intereses y, al mismo tiempo, estipular el pago por los campesinos de esos arriendos e intereses reducidos. En lo que se refiere a los derechos políticos, consiste en garantizar a todos los terratenientes y capitalistas que se opongan al Japón los mismos derechos de la persona, políticos y de propiedad que a los obreros y campesinos, y, al mismo tiempo, prevenirse contra toda posible actividad contrarrevolucionaria de su parte.
Hay que desarrollar la economía estatal y la economía cooperativa; sin embargo, en la actualidad, en las bases de apoyo rurales, el sector económico principal no es el estatal, sino el privado, y hay que ofrecer al sector capitalista no monopolista la oportunidad de desarrollarse, en interés de la lucha contra el imperialismo japonés y contra el sistema semifeudal. Esta es la política más revolucionaria para la China actual, y sería indudablemente un error oponerse a ella u obstaculizar su ejecución.
Preservar seria y resueltamente la pureza de la ideología comunista en los militantes del Partido y, al mismo tiempo, proteger la parte útil del sector capitalista en la economía de la sociedad y permitirle un desarrollo adecuado, son para nosotros dos tareas indispensables en el período de la Guerra de Resistencia y de la construcción de una república democrática. En este período, es posible que algunos comunistas se dejen corromper por la burguesía y que surjan ideas capitalistas entre nuestros militantes; debemos luchar contra estas ideas corruptoras en el seno del Partido, pero no debemos cometer el error de trasladar esa lucha al terreno de la economía de la sociedad y combatir al sector capitalista. Tenemos que trazar una clara línea de demarcación entre ambas cosas. El Partido Comunista de China trabaja en condiciones complejas, y todos sus miembros, especialmente los cuadros, deben templarse para ser combatientes que conozcan bien la táctica marxista; examinar los problemas de manera unilateral y simplista nunca podrá conducir la revolución a la victoria.
Hoy N° 1801 5/02/2020